LA HIJA DEL PRESIDENTE

viernes, 23 de marzo de 2012

CONFLICTOS…

Como siempre el aparataje de cámaras fotográficas y cámaras de videos se nos vino encima desde antes de desmontarnos del auto. Odiaba esto y mi cara al parecer lo reflejó, porque mi madre me tiró una mirada de advertencia.

 _ Compórtate… -dijo entre dientes-.

Iba en el auto presidencial sentada en el medio de mis padres, esto era patético, también teníamos que hacer de “familia feliz”. Delante del auto, estaban, Jasper quien manejaba y Emmet en el asiento del copiloto, en uno de los muchos autos negros siguiendo el nuestro, estaba Edward. Estábamos rodeados por motocicletas presidenciales y autos oficiales. Cuando llegamos frente a una estructura alta, era como las 5 de la tarde, por lo que el sol no tardaba en desaparecer. Inmediatamente el auto se detuvo, vi como Jasper y Emmet se desmontaron de manera sincronizada. Mamá me miró.
_ Presta atención, Isabella… -yo la miré, ella me acomodaba el pelo, con sus manos-. Hay alguien que estará en la inauguración que quiero que conozcas, un niño súper atento… hijo del ministro Newton… no seas grosera con él…

No me dio tiempo a reaccionar a eso, porque las puertas traseras se abrieron al mismo tiempo, la gran cantidad de gente era apartada por los oficiales presidenciales, la gente era un montón, mamá y papá salieron del auto, del lado por el que me decidí salir, quien estaba era Jasper, quien inmediatamente vio que mis piernas salieron a la luz, extendió su mano, para ayudarme a salir. Los flashes me cegaban… nunca lograría a acostumbrarme a eso.

_ Por aquí, señorita… -me susurró Jasper indicándome con la mano, por donde tenía que caminar, yo me sentía aturdida, esto siempre era así, porque al estar en ambiente abierto, la seguridad hacia un trabajo extremo, yo lo estaba buscando con la mirada pero la cantidad de personas allí me estaban abrumando-. Venga… no está previsto retrasarnos…
_ ¿Edward?... -dije mirando con preocupación a Jasper-.

Él me miró.
_ Edward nos espera en la entrada del edificio…

Eso fue lo que bastó, para que mis pies reaccionaran, caminé hacia el edificio, custodiada por Jasper. Y cuando lo ví allí, parado en la puerta, mirándome con ansiedad, le sonreí y apresuré mis pasos. Él estaba tan formal, al igual que los demás oficiales. Al llegar a la puerta, noté que Edward y Jasper se intercambiaron una mirada y Jasper entró, Edward me miró a los ojos.
_ Vamos… -me dijo, yo apresuré mi paso y entré, Edward me siguió de cerca-.

Y allí pude respirar. El ambiente dentro de la estructura estaba totalmente en paz. No habían muchas personas, solo un grupito que no pasaban de los diez, los cuales interactuaban con mi padre. Miré el lugar detenidamente, era muy hermoso. Las personas encargadas, le explicaban a mi padre el funcionamiento que le iban a dar al lugar. Fue cuando vi salir a Reneé del grupo con un chico un poco más mayor que yo.
Noté que cuando él me vio, me miró de una manera algo extra, y se acercó a mí, junto con mi madre que llevaba una sonrisa enorme.
_ Bella… -dijo y yo me quedé de una pieza al escuchar a mamá llamarme así, creo que nunca lo hacía-. Mira… ¿recuerdas que te hablé de Mike?… -yo fruncí el ceño, mamá enarcó una ceja-.
_ Permíteme, Reneé… -dicho el chico adelantándole un paso a mamá y regalándome una sonrisa, no solo sexy, si no algo arrogante, me extendió la mano-. Hola, preciosa… mi nombre es Mike Newton… al fin te conozco… Reneé me ha hablado mucho de ti…

Yo estaba seria. El chico seguía sonriéndome, como si con esa sonrisa, iba a lograr que me derritiera frente a él.
_ Isabella… -dijo mamá al ver que no le extendía la mano, yo le traté de sonreír amablemente y le extendí la mano-.
_ Soy Isabella…

Para mi sorpresa el chico, allí, frente a mamá, a los oficiales que estaban cerca, incluyendo entre ellos a Edward, me miró descaradamente de los pies a la cabeza y sin soltar mi mano me sonrió enormemente, su mirada era poca discreta, pasaba de lo mal educado.

_ Wuaoow, Bella, tu mamá se a quedado corta… eres hermosa…

La risita que escuché me dejó, pasmada, miré a mamá quien estaba feliz, yo de manera disimulada jalé mi mano para que me soltara de una vez, este chico era un propasado. Me sentía incómoda ante su mirada descarada. Cuando vi que mi padre inició a caminar hacia el interior de las habitaciones, yo me giré para ver si Edward seguía detrás de mí. “Error”, nunca antes había visto a Edward con una cara de enojado como la que tenia en este momento. Nuestras miradas se toparon por unos segundos. Tragué el nudo en mi garganta y volví a mirar a mi mamá. Ignorando por completo al chico que me seguía mirando descaradamente a apenas unos centímetros de mí.
_ Seguiré a papá… me interesa ver las instalaciones… permiso…

Los evadí y caminé rápidamente por el pasillo. Debía apartarme de ese chico, antes que Edward perdiera los estribos. Me mezclé en el grupo, caminábamos seguidos por los oficiales, en realidad aquí adentro no habían tantos, Emmet, Jasper, Edward y dos mas…
Mientras caminábamos, no me di cuenta que el tal Mike, me había seguido, hasta que lo sentí hablarme muy cerca del oído, mientras nos habíamos detenido en una de las habitaciones.

_ Tu padre es genial, Bella… eres afortunada…

Yo hasta di un saltito del susto, lo miré con cara de espanto. Mientras trataba de pasar el susto. ¿Y este tipo?... -me dije mientras lo fulminaba con la mirada, ¿Cómo se atrevía  acercarse tanto?-.
_ Gracias… -le gruñí entre dientes y de manera discreta me aparté de su lado, ignorándolo por completo-.

Pero al seguir caminando, me di cuenta que él seguía mi paso, ya que iba a mi lado, rozando de manera disimulada nuestros brazos, en cualquier oportunidad que pudiera, había un señor que era el que le explicaba a mi padre. Con el chico, ya había perdido la paciencia, no solo lo fulminaba con la mirada directamente, si no, que hasta le retiraba la mirada de manera evidente, él parecía ser idiota, porque eso lo hacia reírse más. ¿Será que aun no ha madurado?...
Cuando escuché el llamado de mi padre le dí gracias a dios.
_ Isabella, hija… acércate por favor…

Yo apresuré mi paso dentro de una de las habitaciones en donde se encontraba el grupo. Papá al verme me sonrió con ternura.
_ Hija… mira lo que tenemos aquí…

Fue cuando vi que estábamos en una biblioteca, en donde había un estante llenos de libros. Me extendió un libro y yo bajo la atenta mirada de todos lo tomé, me sonreí al ver la portada, mi favorito. “Cumbres Barrascosas”.
_ Recuerdo que era tu favorito… ¿lo sigue siendo?...
_ Si…

Dije mientras lo abría, ya concentrada en él. Olvidé todo cuando escuché al señor, aparentemente el encargado, decirle a mi padre.
_ En la habitación de al lado, esta el comedor… podemos continuar señor presidente…

Escuché unos murmullos, pero yo seguía leyendo la portada de aquel libro que al parecer había sido una donación, me sonreí, alguien aficionado al libro había escrito una dedicatoria. Iba por la tercera letra cuando sentí un cuerpo adherirse al mío por detrás, y unas manos tratar de abarcar mi cintura, con una suave caricia desde mi cadera hasta mi cintura. Yo reaccioné tensándome.
_ ¿Qué coño…? -me giré de golpe para ver al tal Mike con una sonrisa seductora, yo me aparté de su lado de golpe y sin mediar reacción atiné una fuerte cacheteada en su mejilla-.

Allí todo pasó de volada, solo ví a Edward acercarse rápidamente, tomar a ese imbécil de la solapa de la chaqueta y estrellar su espalda de la primera pared que se interpuso en su camino. Mi corazón latía rápidamente, me quedé estática. El tipo dejó salir un jadeo, ante la falta de aire con el golpe.
_ Si te atreves a ponerle de nuevo un solo dedo encima, te la vas a ver conmigo…

Dijo Edward apartando la espalda del tipo de la pared y volviéndola a estrellar de nuevo. Yo seguía nerviosa y sin reaccionar. El chico respiraba forzadamente.

_ Edward ya…

Dijo Jasper y yo miré para la puerta. Quedándome de una pieza al darme cuenta, que Jasper solo estaba cuidando de avisar si alguien llegaba.
_ Aléjate de la señorita, imbécil… -le dijo Edward entre dientes, mientras lanzaba el tipo al suelo, quien cayó y se quedó mirando fijamente a Edward con odio-. Si te vuelves a acercar a ella, juro que te rompo la cara…

Edward caminando rápidamente se acercó a mí. Su cara era de ira, y sin importarle que estuviera delante del chico, me tomó de la mano y me obligó a caminar. Yo puse el libro en una mesa que me quedó de paso.
_ Salgamos de aquí… -me dijo Edward-.

Luego de eso, no volví a alejarme de Edward y Jasper por ningún momento, provocando con eso que ese imbécil no volviera a acercárseme. Aunque a pesar de estar al lado de Edward y Jasper, eso no le impedía a él, que me siguiera mirando descaradamente. Cuando llegamos al salón de conferencias, al menos lo habían preparado para que papá diera su discurso, nos hicieron sentar en la pequeña tarima improvisada. Nos sentaron justo detrás del lugar en donde estaba hablando la anfitriona. Me pasé sentada en la tarima, al lado de mis padres, y mientras escuchaba a la anfitriona decir una y mil mierdas, en honor a mi padre, y a sus buenas obras, mis ojos estaban fijos en aquel guardaespaldas, que tenia de frente a mi. Y que tampoco apartaba sus ojos verdes de mí.
Dios, como amaba a ese hombre. En una, que otras ocasiones, una sonrisa involuntaria se dibujaba en mis labios. El tal Mike, quien estaba apartado de mí, por tres sillas en el mismo lateral, detrás de la anfitriona, me miraba de reojo y también me sonreía burlón. Cuando tocó el turno de que Charlie diera su discurso, respiré al saber que toda esta mierda se acabaría pronto. Noté como un señor se acercó a Charlie y le entregó un folio con papeles, el cual Charlie recibió y sonrió. Antes de iniciar sus palabras.
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Lo único de bueno que tuvieron las tres horas que estuvimos allí, fue que luego que papá terminó, bajo la atenta mirada de los lentes de cámaras fotográficas y videos, nos dirigimos a un salón en donde había un grupo de ancianitos, los cuales eran partes de los que se iban a beneficiar de dichas instalaciones y que habían sido seleccionados para agradecer al presidente por su noble obra. Ellos me parecieron agradables y hasta me entretuve un buen rato con una ancianita en sillas de ruedas muy simpática.

Cuando llegó la hora de irnos, vi la gloria. Ya eran pasadas las nueve de la noche. Y me sentía algo agotada.  Nos dirigimos a la salida, con el mismo estrés, con el que habíamos entrado, afuera la gente era un caos. Cuando Emmet lo indicó, salimos en filita, primero papá, detrás de él iba Emmet, luego Reneé detrás de ella iba Jasper y por ultimo yo, detrás de mí iba Edward, eso sin contar los oficiales que iban a ambos laterales de nosotros. Papá alzaba su mano saludando, los periodistas lo asediaban con preguntas, en donde él solo contestaba las que entendía. Papá se detuvo a contestarle algo a un periodista y mi mamá por inercia también se detuvo. No entiendo que me pasó, pero no se si debía a la multitud de personas la cual nos arropa, que me estaba haciendo sentir como si me estuviera asfixiando, o que, solo se que de momento, me sentí algo mareada, la vista se me torno algo nublada y me sentí al punto de desfallecer, cerré los ojos por unos segundos, rogándole a dios, que no me dejara hacer tal espectáculo… mi respiración se estaba agitando fuertemente.
_ ¿Se siente bien, señorita Swan?... -el susurro de Edward me hizo abrir lentamente los ojos, yo me giré hacia Edward. Él me estaba mirando fijamente.
_ Llévame a tu auto… ahora…

Lo ví mirar a alguien por encima de mi hombro, yo giré la vista para ver a quien él estaba mirando, para toparme con los ojos curiosos de mi madre. Ella miró a Edward y asintió disimuladamente con la cabeza una sola vez.
_ Camine, por favor… -dijo Edward señalándome con la mano, el auto que estaba estacionado en la acera, justo detrás del de mi padre. Yo caminé seguida por Edward, quien se apresuró para llevarme la delantera dos pasos, atrás de mí venía otro seguridad-.
_ ¡Bella… Bella!!... -escuché que me llamaban por encima del alboroto, me detuve y me giré para ver al tal “Mike” salir trotando por encima del alboroto y dirigirse hacia mí, yo fruncí el ceño algo anonadada… ¿Quién patrocinaba a este tipo?. Llegó hasta mí. Y se colocó frente a mí, yo estaba de espaldas a Edward, y ví que Mike tiró una mirada por encima de mi hombro, imagino que a Edward, porque fue una mirada de odio, y luego me miró a mí, relajando su rostro y regalándome una sonrisa, que si no fuera porque me caía re mal, hasta de hermosa la hubiese podido catalogar-. Bella… siento lo que pasó horita… -me dijo mirándome fijamente a los ojos-.
_ Oye… -dije cortándolo sin delicadeza-. En primer lugar no me llames “Bella”, para ti, soy “Isabella” y en segundo, no trates de dirigirme la palabra, creo que con la mirada te he dejado claro que me caes de la patada, así que esfúmate y déjame en paz…
_ Me encantas… -soltó con una enorme sonrisa-. Me gustaría conocerte…
_ Mierdaaaa… -solté la palabrota entre dientes, ¿este era el tipejo que mamá quería que conociera?. Pero si era un puto acosador, él me sonrió-.
_ Sabes que nos volveremos a ver, ¿verdad?... -dijo alzándose de hombros-.
_ NI lo pienses…
_ Bueno, como se que no harías un escándalo en este lugar, bajo la atenta mirada de los periodistas y los lentes de cámaras, me voy a despedir de ti como debe de ser… -lo ví acercarse a mí, yo fruncí el ceño, mirando por encima de su hombro, muchas miradas fijas en nosotros, y me quedé estática, mientras el tipo se inclinó y besó mi mejilla-. Cuídate, preciosa… nos estaremos viendo…

Yo tomé suficiente aire por la nariz, para no hacer lo que me provocaba, darle un buen potazo en su entrepierna, mamá no me lo perdonaría, eso estaría en primera plana mañana. Por lo que ignorándolo por completo, me giré y caminé hacia el auto. No quise mirar a Edward, quien tenía la puerta del auto negro abierta de par para mí. Sin mirarlo me monté en la parte de atrás. Edward cerró la puerta un poco mas fuerte de lo adecuado, que hasta me hizo encogerme en el asiento y se montó en el asiento del copiloto, otro oficial ocupó el lugar del conductor.
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Me desmonté del auto, en cuanto estuve parada en la puerta principal de la casa blanca. Edward seguía bastante serio. Yo le indiqué.
_ Será mejor que te cambies… yo iré a hacerlo… mamá me ha levantado el castigo y me ha dado permiso para dormir en casa de Alice… solo voy a cambiarme y a buscar ropa…

Ni siquiera me contestó. Ni siquiera me miró. Yo solo entré a la casa blanca.
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Estaba algo molesta por la actitud de Edward. ¿Qué rayos había hecho para que me ignorara como lo había hecho?... ¿Qué hice yo mal?...

Llevaba una hora en mi habitación, me duché para ver si me retiraba el cansancio de encima y me puse una ropa algo cómoda, mientras nana, me ayudaba a preparar un bultito como mis cosas personales y un juego de ropa para el día siguiente. 

Una simple polera de rallas blancas y negras y unos pantaloncitos cortos negros. Me puse unos zapatos cerrados de tacones. Nana escuchaba atenta, lo que yo le contaba del imbécil del tipo ese, y hasta sonreía divertida, mientras yo me trataba de alisar el pelo con un cepillo.
_ Nana. Lo peor de todo, que ahora Edward parece enojado conmigo… -dije tratando de tranquilizarme, cada vez que recordaba el hielo que me había hecho, me moría de rabia, porque la verdad no me sentía responsable de la actitud acosadora de aquel infeliz. Decían que la inmadura era yo, pero al parecer, Edward no era del todo maduro, tampoco, estaba tan molesta con él, que hasta había deshecho la idea de pasar la noche con él. Me iría a dormir a casa de Alice, tal vez unos traguitos me harían revivir un poco los ánimos-. Me voy a divertir con Alice, le diré a Edward que me deje en su casa… luego de allí, iremos a recordar viejos tiempos…

Dije y me dí cuenta de que ya el escaparme con Alice, vestirme y maquillarme más de la cuenta, ya no era tan divertido como lo era antes. Pero también, era bueno recordarme que de vez en cuando, debía ser Isabella Swan.
_ No vayan a meterse en problemas, mi niña… has estado castigada por 2 semanas, no quisiera verte encerrada por mas tiempo acá… además, debes recordar que si te pusieron un guardaespaldas, debió ser por algunas razones, pequeña… si van a salir… dile a Edwardcito, que te acompañe…
_ ¡No!... es domingo… su día libre… además, esta molesto conmigo… que mas da… no lo voy a obligar a que tenga que pasar tiempo conmigo, si así no lo quiere…

Mientras lo decía, caminaba hacia mi cama, para tomar el bulto de mano que me había preparado nana y en medio de la habitación, volví a sentir la misma sensación que había sentido afueras de la inauguración, con la diferencia que aquí no habían personas que me abrumaban. Sentí una opresión en el pecho, y todo lentamente se me fue tornando negro. Me llevé la mano a la frente. Mientras escuchaba bastante lejos la voz alarmada de mi nana. Me quedé estática, porque supuse que si daba un paso más, podría terminar de bruces en el suelo.
_ ¡Bella, Bella, Bella!...

Unas manos fuertes me sostuvieron y me hicieron caminar lentamente, hasta el borde de la cama, en donde me ayudó a sentarme. No perdí la conciencia en ningún momento, mas bien, eran unos mareos un poco prolongados para mi gusto.
_ Bella… -su voz aterciopelada me hizo abrir lentamente los ojos, para verlo acuclillado frente a mí, su rostro era de suma preocupación-.
_ Iré por un poco de agua al baño… -dijo nana nerviosa, Edward llevó el dorso de su mano a mi frente-.
_ ¿Te sientes mal?... -dijo en un susurro-.
_ No… -dije rápidamente-. Es solo que… al parecer, el estar dos semanas sin ejercicios, me han atrofiado un poco… -dije y me sonreí de mi teoría, él se puso mas serio aún-.
_ Será mejor que descanses… -nana llegó y me extendió el vaso, yo lo tomé-.
_ Dios!... -dije, le di un trago al agua y se la extendí de nuevo a nana, quien parecía algo asustada-. Estoy bien… nada porque preocuparse, lo juro…

Nana me miraba muy preocupada.
_ Debes recostarte… y punto. -dijo Edward de manera contundente, yo le miré y la verdad por un momento sentí un retroceso increíble entre nosotros-.
_ ¿Qué crees, Edward?... -dije hablando entre dientes-. ¿Qué porque me hables al estilo Charlie Swan me vas a hacer obedecerte?... me temo que te equivocaste… tú solo me llevas a casa de Alice y punto… -dije usando su propia palabra-.

Me paré de la cama, con cuidado porque él seguía acuclillado frente a mí, y tomé el bulto en mis manos. Cuando besé a nana como despedida, pude notar que Edward seguía en la misma posición, acuclillado justo frente en donde había estado yo segundos antes. Solo que su mirada estaba perdida en la nada. No voy a negar el hecho de que remordiera la conciencia por mi actitud mandona frente a él. Pero sin decir nada, tragué el nudo en mi garganta y salí de la habitación a grandes pasos. Me dirigí hacia el ascensor. Lo llamé y esperé a que sus puertas se abrieran frente a mí. Cuando se abrieron entré y hasta me espanté un poco al sentir a Edward entrar detrás de mí. No lo había sentido llegar. Llegamos al sótano, sin mediar una sola palabra. No lo miré en ningún momento, pero era evidente que él en todo momento me miraba fijamente, porque su mirada quemaba como el fuego. Cuando las puertas se abrieron, él quito de mis manos el bulto e inició el paso hacia su volvo. Yo le seguí, y frené de golpe mi caminar, al descolocarme unos segundos, cuando vi a Edward dirigirse hacia el asiento del conductor, sin ni siquiera abrirme la puerta. O. O.

Yo caminé más lentamente. Y me abrí la puerta yo misma, al punto que lo ví lanzar mi bulto hacia el asiento trasero. Me acomodé en el asiento de copiloto. Edward puso el vehiculo en marcha sin esperar a que siquiera me pusiera el cinturón de seguridad. Eso quería decir que estaba “bastante enojado conmigo”. Me lo puse y me enterré en el asiento. Salimos de las instalaciones de la Casa Blanca lentamente, pero al vernos fuera, aceleró el auto rápidamente, dejándome claro que solo quería llegar precipitadamente para no tener que verme más. Miré por la ventanilla, sintiendo un nudo bastante fuerte en mi pecho. “dolor”. Me sentía como una estúpida, Edward tenía toda la razón en estar enojado conmigo, él solo se estaba preocupando por mí y mi maldita bocota, tuvo que abrirse para golpearlo con mis palabras. Haciéndole ver, que yo seguía siendo Isabella Swan, la Hija del Presidente de los Estados Unidos, y él solo mi guardaespaldas, fui una imbécil al haberle dicho, que el único que tenía que obedecer ordenes era él. Me pasé la mano por el pelo, al ver que nos estábamos acercando a la casa de Alice, como yo se lo había pedido, pero en realidad no era eso lo que deseaba. Yo y maldita boca sucia. Que horror. Cuando el auto se estacionó en casa de Alice. Yo le miré, su mirada estaba fija hacia delante.

_ Edward, yo… -me interrumpió mirándome y hablándome fijamente-.
_ Hemos, llegado señorita, ¿o prefiere que la escolte hasta la puerta?...

Sus palabras dolieron. Pero sabia que lo merecía, mis ojos se aguaron inmediatamente. Nos quedamos mirando fijamente a los ojos.
_ En realidad no es esto lo que quiero… -dije en un hilo de voz, apenas lo escuchó, lo ví fruncir el ceño levemente, pero no dijo nada, yo trague saliva y volví hablar-. Pensaba que podíamos pasar la noche juntos… solo tenía que hablar con Alice, ella puede cubrirme…

Lo ví tomar aire de manera exagerada y quitarse el cinturón con rabia, yo abrí los ojos como platos, al verlo salir del auto furioso, las lagrimas cayeron en mi mejilla al verlo darle la vuelta por delante al auto y acercarse a la puerta del copiloto, y abrir la puerta con una fuerza increíble, la abrió de par en par para mí.
_ Puede salir…

Yo mirando para el frente me tapé la cara con las manos, tratando de tranquilizarme, no iba a dejar salir el llanto. No podía dejarlo salir.
_ Edward no quiero quedarme… -dije quitándome las manos de la cara y mirándolo desde el asiento, mi voz se quebró un poco-. Quiero estar contigo… no me dejes, por favor…

Lo ví fruncir los labios y pasarse la mano por la cabeza repetidamente. Movió la cabeza positivamente como si le estuviera afirmando algo a su mente y cerró la puerta, yo respiré, lo vi dar la vuelta y entrar al auto, lo puso en marcha rápidamente. 

Edward Pov.

Estaba sumamente molesto. Es cierto que me había molestado el hecho de que ella fuera tan terca y que me recordara mi lugar frente a ella, pero la verdad no me sentía tan cabreado por esas razones. El maldito imbécil que se atrevió a desafiarme de esa manera, hizo que la sangre en mis venas hirviera de tal manera, que aún no lograba calmarme. Es como si no pudiera recuperarme. Solo cerraba los ojos y lo veía violar el espacio de Bella, cuando la tocó en la cintura, cuando la besó en la mejilla. Era un maldito, al que no le rompí la cara para no armar un escándalo. Eso me tenía enfermo. Pero comprendía que Bella no tenía porque pagar mi malestar. Tenía que calmarme. Estacioné el auto frente a un hotel el cual conocía bastante bien. El auto estaba en un silencio total. Bella no había abierto la boca, y cuando la miraba de reojo, notaba que ella miraba por la ventanilla metida en sus pensamientos. Traté de estacionarme en un lugar cerca de la puerta, y me giré, mientras le hablé, ella ni siquiera me miró.
_ Voy a entrar un momento… y necesito que te quedes dentro… regresaré rápidamente…

Ella sin mirarme solo movió la cabeza positivamente. Me quedé unos segundos mirando la cascada de su pelo extenderse por su espalda. Y sin decir más, salí del auto. Poniéndole la alarma de seguridad, en cuanto me vi fuera de él. Caminé rumbo a la puerta en donde había un guardia de seguridad. Quise decirle que vigilara el auto. Pero después deseché la idea, por nada del mundo nadie podía saber que iba a pasar la noche con la hija del presidente en este hotel. Entré y me sonreí al ver que el lobbys del hotel había cambiado muy poco.

Me acerqué al joven que estaba parado en recepción.
_ Buenas noche, señor… -me saludó y yo le saludé con un asentimiento de cabeza-.
_ Buenas noches… ¿podría decirme si se encuentra la señorita Tanya Denali?...
_ Morí y hasta este momento me doy cuenta…

Me giré al escuchar su voz detrás de mí. Una sonrisa se dibujó en mis labios al ver que Tanya tampoco no había cambiado en nada.
_ Ey!... -le dije y la vi correr a mis brazos emocionada, ambos nos abrazos fuertemente-.
_ Edward, dios. No sabía que habías regresado de Inglaterra…

Yo me eché a reír y nos separamos para mirarnos a los ojos.
_ Pues aquí me ves… estoy trabajando con Emmet…

Ella abrió los ojos sorprendida.
_ ¡¿Y como es que Rosalie no me había dicho nada?. Que mala amiga es!...

Reí. Ella me dio un vistazo de abajo a arriba, mientras me regalaba una sonrisa picara.
_ Mierda… no entiendo hasta donde vas a llegar… -fruncí el ceño al no entender su comentario, ella me sonrió divertida-. Estas cada vez más guapo… eres increíble…

Sonreí moviendo la cabeza negativamente.
_ Vayamos al café, te invito un trago…
_ Noooo… -dije poniéndome serio-. En otro momento… Tanya, la verdad he venido porque necesito un favor tuyo… -ella frunció el ceño, yo la tomé de la mano y la aparté del chico del mostrador y le hablé en un susurro-. Necesito que me facilites una habitación por esta noche… lo más discretamente posible, se que solo tú, puedes ayudarme con eso.
_ Rayos, Edward… -dijo ella con asombro-. Vienes de Inglaterra y ni siquiera me avisas y ahora… ¿traes a mi hotel a una mujer y quieres que sea discreta?... -su mirada no era tanto de enfado, si no de incredulidad. Puse cara de súplica-.
_ Por favor… es una emergencia….

La vi pensárselo detenidamente por unos segundos.
_ ¿Una suite?... -dijo burlonamente, yo solo moví la cabeza positivamente-.
_ Gracias… -dije besándola en la mejilla-.
_ ¿Quieres cena, champagne, flores, frutas?...
_ Tanya… -dije su nombre dejándole ver la advertencia en mi tono y ella se echó a reír-.
_ Bien, bien… es inevitable sentirme celosa… -dijo mientras me guiñaba un ojo divertida y caminaba hacia detrás del mostrador-.

La ví tomar algo y salir de atrás del mostrador y luego acercarse a mí, me extendió una tarjeta digital.
_ Piso doceavo…

La tomé.
_ Gracias!...
_ De nada…
_ Te veo luego… -me acerqué a ella rápidamente y besé su mejilla, cuando me giré para marcharme, la escuché decirme de manera divertida algo que me hizo tensarme-.
_ Por nada del mundo, te daría nuestra habitación, para que la usaras con otra…

Yo ni siquiera me giré a mirarla. Solo levanté mi mano por encima de la cabeza y de espalda a ella, le dije adiós. La escuché reírse con ganas. Cuando me vi fuera del hotel, troté hasta el auto. Quité el seguro y entré al auto. Isabella seguía en la misma posición que la había dejado.
_ Bella… ¿tienes objeción a que pasemos la noche en este hotel?...

Ella movió la cabeza negativamente. Por lo que yo volví a encender el auto y a dirigirme hacia el sótano. Cuando busqué un lugar en donde estacionar el auto. Salí, tomé el bulto de ella y cuando quise darle la vuelta, ya ella había salido.
_ Vayamos al ascensor…

Le dije y ambos caminamos juntos al ascensor. Entramos y yo pasé la tarjeta que Tanya me había dado por la cinta magnética. El ascensor empezó a subir y sonó avisándonos de nuestra llegada. Y las puertas se abrieron, dejándonos ver la gran habitación que teníamos frente a nosotros.
Miré a Bella y la noté entrar a la habitación, mientras la observaba detenidamente. Yo salí, pasé nuevamente la tarjeta por la cinta magnética que estaba en la habitación, cerca del ascensor, bloqueando con ello, las puertas del mismo. Coloqué en la mesita más cercana, dicha tarjeta y el bulto de Bella.      
_ ¿Deseas comer algo?... no has cenado… -dije y ella se paró frente al gran ventanal, corriendo un poco la cortina para ver las luces de la oscura ciudad-.

Un mesero nos llevó a la habitación un carrito con lo que había ordenado para cenar. Bella y yo seguíamos dentro de un limbo que nos golpeaba. Ya me sentía incómodo por la distancia que nos separaba. Ella estaba sentada en medio de la cama, concentrada en el plasma que había allí. Estaba viendo algún programa.

Me senté en la orilla de la cama.
_ Isabella… -le susurré y ella no me miró, seguía concentrada en un programa de farándulas en la pantalla-. Entiendo que estés enojada conmigo, por como te he tratado… lo siento…

Ella giró su rostro y me miró de lado.
_ Yo soy la que debo disculparme… esta noche no solo me he comportado como una estúpida, si no también como una manipuladora e inmadura…

Yo fruncí el ceño, no solo por sus palabras hirientes hacia ella, si no también, por el hecho de que pude notar en sus ojos dolor e inquietud.
_ Acércate a mí, preciosa… -dije tomándola de la mano y haciéndola que gateara en la cama como bebe, la acerqué hasta que la pude sentar a mi lado, sin soltarle la mano la miré a los ojos, los de ella ya estaban cristalinos-. ¿A ver… por qué dices eso?...

La ví tragar el nudo en la garganta y mirarme fijamente a los ojos, en la primera ocasión que pestañó, una lágrima cayó en su mejilla, y yo solo era el maldito culpable.
_ Es que primero, volví a comportarme como aquella Isabella Swan inmadura, que tanto detestabas, y que te trataba… como si fueras menos que ella… -me miró con tristeza, yo solo apreté más fuertemente su mano-. Lo siento… solo tratabas de buscar lo mejor para mí…
_ Shhh… -dije sonriéndole mientras le interrumpía-. Recuerda, que de esa Isabella Swan fue de la que me enamoré… -ella me miró algo abatida-. No te voy a admitir, que deteste que no me hagas caso, pero igual… se que tienes un buen temperamento… no te atormentes por eso… -dije mientras besaba su coronilla-. Con un par de besos que me des, tal vez y lo olvide rápidamente…
_ Edward… -dijo ella seria, dejándome ver que ella no le encontraba lo divertido-. Me siento, como una manipuladora, porque te he obligado a pasar la noche conmigo… no lo querías, estabas dispuesto a dejarme en donde Alice, yo debí quedarme… yo…

La interrumpí, de una manera que ella no se esperaba, ya que moviéndome rápidamente, la empujé delicadamente hacia la cama, dejándola acostada de espaldas, y me moví a igual velocidad, para quedar sobre ella. Puse ambos puños a cada lado de su cabeza, ejerciendo fuerza para soportar todo el peso de mi cuerpo en ellos, nuestras caras quedaron frente a frente.
_ Estaba enojado por el imbécil ese, que tu madre quería para ti… pero no te iba a dejar en donde Alice, seguro que al recorrer el primer kilómetro, iba a devolverme por ti… yo tampoco soporto tenerte lejos… te amo, Isabella…  

La miré a los ojos y ella me sonrió.
_ También te amo… -me dijo-.
_ Quiero que lo repitas muchas veces, mi amor… -dije bajando mis labios a los de ella y besándola de piquito, ella me sonrió un poco mas-.
_ Necesito que esta noche lo repitas tanto… que logres sacar de mi miente a ese imbécil de mierda… juro que de verlo nuevamente cerca de ti, voy a olvidarme de absolutamente todo… yo… -ella me silenció de golpe, ya que sin esperármelo, alzó la cabeza hacia arriba, haciendo que nuestros labios se juntaran, sentí su mano en mi nuca, obligándome a bajar mas hacia ella, y sin aguantarme más, entré mi lengua en su boca-.


Sentía sus manos aun aferradas en mi nuca, mientras nuestros labios se acariciaban suave y a la vez profundamente; mi piel empezó a arder lentamente, por la necesidad que me estaba provocando aquel beso. El beso que comenzó siendo tierno, se fue intensificando a tal manera que no pude evitarme dejar caer un poco de mi peso sobre el de ella, y una vez que sentí su cuerpo debajo del mío, aunque ambos llevamos la ropa, yo coloqué mi ya, duro miembro, entre su entrepierna, para friccionarme fuertemente, el jadeo que Bella soltó, fue fuerte, yo seguí friccionándome de arriba abajo, con la intención de calmar mi necesidad, Bella también lo disfrutaba, lo supe, porque la sentí abrir un poco más sus piernas, haciendo el acto mas placentero para ambos. El contacto era muy placentero, sus manos, no tardaron en acariciar toda la superficie de mi espalda, haciendo que mi piel se erizara, por el leve contacto de sus dedos. La forma de besarnos, fue cambiando, ya que lo hacíamos con más necesidad. Sentía una de sus manos, tirando de mi pelo, aquello me fascinaba, las sensaciones eran inigualables.
_ Bella… -Susurré dejando sus labios, y bajando mis besos a su cuello, probando su suave y deliciosa piel, en pequeñas mordidas mientras ella no dejaba de retorcerse suavemente debajo de mi, provocando que su entrepierna se siguiera frotando con mi miembro, provocando que solo desease entrarme en ella y hacerla gritar mi nombre-. Bella, me vas a matar, te deseo tanto, mi amor.
_ Edward… -ella Jadeó mi nombre, mientras que tomaba con mas fuerza, un puñando de mi cabello y al mismo tiempo que presionaba más mi cabeza contra su cuerpo, ya que mis labios seguía besando su cuello. Su piel suave me deleitaba, su olor era tan embriagador, ella se estiraba debido a las caricias que mis labios y mi lengua le conferían, mis dientes daban pequeños mordiscos provocando que su piel, se erizara, y que de sus labios salieran pequeños gemidos, los cuales provocaban que yo me excitara más aún-. Edward… -ella me llamó en un suspiro, obligándome a levantar mi cabeza, para mirarla a los ojos, su respiración estaba sumamente agitada, eso era tan evidente, sus ojos estaban tan fijos en los míos, volví a inclinarme para besar sus labios, sentí que sus manos se aferraron mas a mi espalda, apretándome mas contra ella. Mis manos de manera urgente, buscaron el dobladillo de la polera que llevaba puesta, me acomodé en la cama, levantándola un poco, rápidamente se la quité, mientras ella se deshacía urgentemente de la mía. Ni siquiera me detuve cuando de manera apresurada le quité el sostén, quedándonos ambos desnudos, de la cintura para arriba, volví a recostar su espalda en la cama, y mis labios buscaron los de ella de manera urgente.
La besé, introduciendo mi lengua lo más profundamente posible, mis besos eran respondidos de igual manera. Ella acariciaba la piel de mi espalda, mientras yo con mi mano, buscaba el cierre de los pantaloncitos negros cortos que llevaba puestos. Cuando lo solté, subí mis manos, para acariciar con un poco de presión su cintura y rozando en el camino sus delicadas y perfectas curvas. Su respiración estaba agitada, al igual que la mía, cuando soltaba sus labios, buscando un poco de aire, mis labios corrían a otros lugares de su piel, en ningún momento, dejaba de besarla. Dejé que mis manos continuaran subiendo por su estómago, y con una de mis manos acaricié su pecho, sujetándolo, mientras que con el otro brazo, trataba de aguantar un poco mi peso, mis labios volvieron a buscar los suyos, sus gemidos eran tan suaves, pero cuando mi mano, la cual había estado acariciando sus pezones y pechos, volvió a bajar hacia abajo, ella soltó un jadeo fuerte, supongo que se debió a que entré mi mano por dentro de sus shorts y sus pantys, e introduje tres dedos por dentro de sus pliegues, acariciando aquel nudo de nervios, que la hizo levantar la cadera en un movimiento sensual.
_ Edw… ard… -su voz se escuchaba retorcida del placer, y me di cuenta que no estaba tan lejos de ellos, cuando noté que empujó un poco mi pecho, obligándome a separar mi cuerpo del de ella, y de manera urgente llevó sus manos a la pretina de mi pantalón, pude notar que solo estaba intentando deshacerse de él. Waoow, quedé sorprendido de lo que producía la ansiedad, ya que Bella en segundos, logró quitarme el cinturón, el cierre y bajarme los pantalones un poco. Yo sonriéndome un poco, me aparté de ella, me puse de pies sin dejar de mirarla. La observé detenidamente. Desnuda de la cintura para arriba, con los shorts abiertos, y con las piernas un poco abiertas, me sonreí, estaba sumamente hermosa, cuando la miré a la cara, el color rojo que estaba en ella era delicioso, sus pechos subían y bajaban notoriamente. La ví mirarme con dolor.
_ Edward… Por favor… -me suplicó y yo saqué de mi bolsillo trasero, la cartera y de ella, saqué un condón. Tiré la cartera en la mesita más cercana y luego me bajé lentamente el  pantalón y los boxers. Ella elevó sus caderas, para ella misma bajarse el short y su ropa interior. Yo mientras me coloqué el condón, cuando terminé le miré y ella había tirado fuera de la cama lo que quedaba de su ropa. Y allí estaba acostada a boca arriba, con las piernas ligeramente abiertas para mí. Yo me le quedé viendo fijamente, mientras sentía que aquello, estaba actuando rápidamente en mí, provocando que mi erección fuera mucho mas notable-. Edward… -ella volvió a llamarme y fui golpeado fuertemente cuando ví que llevó su mano a su seno, me quedé en shock como un maldito idiota, parado en la orilla de la cama, mientras ella se atendía a si misma, no pude reaccionar, mis ojos estaban fijos en esa mano, que estiraba su pezón delicadamente. Mi respiración se estaba agitando, sobre manera. Iba a morir. Sus ojos se cerraban involuntariamente, pero ella los abría y los fijaba en los míos de manera estremecedora. La lujuria, el deseo y la ansiedad estaban reflejados en sus ojos chocolates. Estaba deliciosamente sonrojada, cuando vi que mordió fuertemente sus labios, volví a mirar su mano, la cual había iniciado un camino, lentamente torturador hacia abajo, acariciando su abdomen plano, su ombligo y allí fui yo, quien cerró los ojos involuntariamente, ¿era posible que me corriera con solo verla tocarse?... porque estaba sintiendo la sensación de un orgasmo avecinarse. Un jadeo fuerte salió de sus labios y yo abrí los ojos, ella había introducido su dedo índice y mayor entre sus pliegues. Yo como un zombi, me acerqué a la cama y me coloqué entre sus piernas, tomando las de ella por debajo de sus rodillas y ayudándola a que las levantara, hasta que sus pies quedaron apoyados en la cama, yo me coloqué de rodillas en medio de sus piernas abiertas, y miré su centro.

Ella paró el movimiento de sus manos y yo la miré a los ojos.
_ NO. no te detengas… sigue tocándote… por favor…

Ella volvió a acariciar su clítoris. Ella respiraba aceleradamente, era evidente que su centro estaba bastante húmedo. Yo lo veía. Al igual que veía como sus dedos se movían con tanta facilidad en aquel lugar. Aquello era enfermizo. Al menos para mí. Mi corazón golpeaba fuertemente mi pecho y mi erección estaba tan crecida que hasta dolía.
_ Éntrate un dedo… -le susurré. Y cuando vi como lo deslizó en su entrada, los dos jadeamos fuertemente, yo llevé ambas manos a sus rodillas, para mantenerle las piernas abiertas para mí-. Eres tan hermosa, Bella… -dije para mi mismo en un susurro ronco-.

 Noté que ella había cerrado los ojos y sus caderas comenzaron a moverse debido a la penetración de su propio dedo, nunca imaginé que esto podía satisfacerme tanto, estaba a punto de correrme, y noté que ella también lo estaba, porque su vientre se tensó y el movimiento de sus dedos se estaba convirtiendo en más frenético, y allí reaccioné agachando mi cabeza; Saqué su dedo de adentro de su entrada, ella jadeó, cuando sintió que yo introduje su dedo mojado en mis labios y enrede mi lengua en él, succionando su dedo fuertemente, ella jadeó mas fuerte. Su sabor era delicioso, yo chupaba lentamente su dedo, ella casi lloró.
_ Edward… voy… a… correrme…

Yo rápidamente solté su dedo y me incliné más aun a su centro, y mientras enredé mi lengua en su clítoris, introduje mi dedo mayor en su entrada, haciendo movimientos frenéticos con mi lengua en forma circular. Con mi mano libre sostuve su cadera para que no la moviera tanto, y con mi dedo busqué aquel punto que sabía que la iba hacer llegar al más alto, placer de su clímax, y así fue.
_ Haaaaaaa…. -dijo ella apretando de manera fuerte mi dedo, yo seguí el movimiento de mi lengua, mientras sentía como mi dedo se llenaba de sus fluidos, su cuerpo se convulsionó violentamente y yo lentamente la dejé, al sentirla colapsar por completo. Saqué mi dedo, y besé sus muslos con la boca abierta, la parte mas cercana a su centro, ella seguía estremeciéndose suavemente, probé sus fluidos y subí mis besos a su pelvis, a su vientre, a sus caderas, a sus pechos, suavemente besé sus pezones, cuando iba de paso hacia sus labios, besé su clavícula, su barbilla, hasta que llegué a sus labios, allí me perdí nuevamente. La mujer era adictiva. Nuestras lenguas se encontraron y comenzaron a danzar juntas, con Bella solo lograba tener el mejor sexo de mi vida. Noté que ella fue ejerciendo fuerza y yo no se la puse difícil. Mis manos acariciaban su cara, su pelo, y su piel de la espalda, cuando logramos quedar sentados.

Estaba loco por ella, por sus labios, por sus caricias, por su piel. Me tomó por sorpresa cuando de un momento a otro, me encontré con mi espalda sobre el colchón de la cama y el rostro de Bella sumergido en mi garganta mientras me besaba algo profundo, propinándome chupones, que aunque no eran fuertes, me sacaban el aliento. Buscó mis labios y me besó. Yo le seguí de inmediato, mientras ella se sentaba a horcajadas sobre mí.

Ella me empujó un poco hacia abajo colocando nuevamente mi espalda en la cama y sin mediar palabra colocó su centro encima del mío y con urgencia, rodeó con sus brazos mi cuello y se elevó para dejarse caer sobre mi miembro vehemente, la ayudé a que lo hiciera lentamente. Mis manos se aferraron a sus caderas y procedí a ayudarla en su vaivén de sube y baja, abarcando mi miembro completamente. Ambos nos mirábamos fijamente a los ojos, ella tenía la boca semi abierta, mientras con su movimiento estaba acabando con mi vida. Ella siguió moviéndose, aumentando con los segundos la velocidad, y ejerciendo mas fuerza en mis hombros mientras yo no podía evitar presionar mis dedos en su cadera, ayudándola con el movimiento y llevándola a la velocidad que yo estaba demandando, me sentía al punto de llegar a mi orgasmo y por los movimientos de Bella, los cuales eran más rápidos, sabia que el de ella también estaba cerca. Sus senos brincaban cerca de mi cara, mi cabeza se fue hacia atrás, y mis manos apretaron sus senos acariciándole y no aguanté, en cuanto sentí que el centro de Bella se contrajo, con un gruñido, comencé a mover frenéticamente mi cadera hacia arriba, chocando con la cadera de Bella en medio del camino. Sus ojos se apretaron fuertemente y jadeó corriéndose y apretándome de una manera que hizo que me viniera de manera inmediata.
_ Maldiciónnnnn… -dije moviendo dos veces mas mi cadera, exprimiendo mi miembro por completo, y sintiendo como Bella calló sobre mi cuerpo, sacándome por un momento, el poco aire que estaba en mi pecho-.

Charlie Pov.

Salí del baño. Terminándome de acomodar la corbata. Reneé estaba sentada en la cama, seguía en pijama, mientras veía detenidamente la televisión y observaba las noticias, en donde comentaban de la inauguración de la noche anterior. Yo detuve mi vista un momento en la tv, para observar el momento en que me estaban entrevistando, y justo detrás de mí, estaba mi hija, quien estaba algo agachada hablando con una ancianita en una silla de ruedas, Bella se sonreía enormemente, mientras la señora peñiscaba tiernamente su mejilla. Se veía tan hermosa. Yo me sonreí un momento, pero luego la imagen fue sustituida, para presentarnos a nosotros cuando estábamos saliendo del edificio. Mi vista se detuvo nuevamente en mi hija. Ella venía, detrás del oficial whitlock, y para un buen observador era evidente que estaba asustada o incomoda con la cantidad de gente que nos asediaba. Pero cuando vi que se detuvieron en mi entrevista, perdí interés y me dirigí a la puerta.
_ ¿A dónde vas tan temprano, Charlie?... -dijo Reneé y yo le miré-.
_ Voy al despacho. Tengo una reunión a primera hora y necesito ver unos documentos antes… ¿Isabella a que hora regresa?...

Reneé se alzó de hombros.
_ Está en casa de la muchachita esa… su amiguita… -me miró horrorizada-. Ya sabes lo que tarda cuando están juntas-.
_ Déjala respirar… que salga con su amiga, que se divierta… -le dije, Reneé bufó y yo salí de la habitación-.
.
.
.
Me ví sentándome en mi sillón detrás de mi escritorio. Una de las chicas de servicio, me trajo el café a la oficina.
_ Aquí tiene su café, señor…
_ Gracias… -dije mientras le daba un sorbo-. ¿Y Emmet no ha regresado?...
_ No señor… pero no debe de tardar… van a ser las 7:30 de la mañana…
_ Ok. Gracias… puedes retirarte…
_ Con su permiso…

Al verme solo en la oficina. Me tomé el café y luego, busqué dentro de los folios que habían sobre el escritorio el que estaba buscando. Tomé uno y al moverlo, vi que un sobre blanco cayó al suelo. Fruncí el ceño y antes de recogerlo miré el que aun tenia en las manos. Era el folio que alguien me había pasado la noche anterior en la inauguración. Lo puse encima de otros papeles y me agaché a tomar el sobre amarillo que estaba en el suelo. Era tan extraño. Tomé el corta papel; Lo abrí y saqué lo primero que tomé en manos, era un papel blanco, doblado. Lo abrí mientras me acomodaba en mi cómoda silla. Lentamente sentí mi corazón detenerse al ver de que trataba. Me fui irguiendo en mi silla, mientras leía las letras de periódicos recortadas y pegadas en una línea no muy recta, que decía:

“Debo felicitarme, si este papel llega a violar tu seguridad, y llega a colarse en tus manos, pero bueno… permíteme, gran y estimado amigo, luego de saludarte, dejarte un hermoso refrán que espero que conozcas y puedas interpretar… “ojo por ojo y diente por diente”. Estoy seguro que de no entenderlo, tendrás personas a tu lado, que puedan interpretarte este mensaje. Igual… gusto en saludarte, Charlie Swan, mis mas respeto hacia ti, tu esposa, y tu adorada, rebelde y amada niña ISABELLA SWAN.”

PD. Se que las fotos te sacarán de dudas… disfrútalas.

Mis manos temblaban, mientras se introdujeron en el sobre y sacaban las fotos. Era un paquetito el cual las miré. Solté un fuerte jadeo al ver las fotos que estaban frente a mis ojos, todas eran de ella.




  Y a pesar de ver aquellas fotos de mi niña, fotos de ella siendo pequeña en distintos sitios en donde había ido. Aquellas últimas, en donde se reflejaba que eran recientes, me pusieron más nervioso. Eran fotos que tenían plasmada, fecha y hora en que fueron tomadas. La primera que vi, Era de ella, caminando por la plaza al lado de su amiga Alice y Edward, y otra con la misma ropa, cuando ella estaba tirada en el suelo, y Edward y Alice agachados prácticamente encima de ella, mientras se veía a lo lejos a unos oficiales agarrar a aquel tipo, llamado Demetri. Mi corazón amenazó con dejar mi cuerpo, cuando vi la otra foto, eran Bella y Alice en un pub, al menos eso reflejaban las luces y la oscuridad, ellas en una pequeña pista de baile con dos chicos, entre ellos reconocí aquel rubio, llamado Alec que aun seguía preso y en investigación, la otra de Bella entrando a una casa con su amiga y Edward, abajo era una foto instantánea en donde decía, la fecha en que fue tomada y el lugar. “Maryland”… ¿Cuándo demonios Bella estuvo allí?”. No me detuve tanto en la fecha, ya lo vería mas tarde. Otra foto, Bella y Edward caminando juntos en una especie de parque, ambos reían de manera cómplice, la fecha estaba allí y el nombre del lugar. Los nervios no me dejaron ver las demás y de manera apresurada, las tiré sobre el escritorio y tomé mi celular y marqué el número. La voz de Emmet se escuchó del otro lado.
_ ¿Oficial Cullen?...
_ ¿Señor presidente?... -dijo sin creerlo-.
_ ¿En donde estas?...
_ Estoy en mi casa… iba a salir en este momento… ¿se le ofrece algo señor?...

Seguía sorprendido.
_ Que vengas de inmediato… y es urgente… una emergencia… localiza de inmediato a mi hija y a tu hermano… los quiero aquí de inmediato.
AGRADECIMIENTOS ESPECIALES A TODAS LAS QUE ME LEEN. Y AQUELLAS PERSONITAS QUE SIGUEN MI BLOGS. GRACIAS.

GRACIAS POR COMENTAR: ANTAREZ, VALE Y ADRIADNA.
BESOTES Y ABRAZOS...

sábado, 17 de marzo de 2012

CAPITULO XXIX.

ENCIERRO...

Bella Pov.

 Aunque no me sentía bien del todo, Esme me había hecho comer un poco de caldo, bajo la insistente supervisión de esos orbes verdes, que últimamente eran el eje central de mi vida.
Su mirada penetrante, me hacia apartar la mía del plato, de vez en cuando, solo para toparme con sus hermosos ojos. Alice y Esme hablaban en un susurro entre ellas, algo apartadas. Jasper sentado en la butaca de la isla, nos miraba detenidamente a Edward y a mí, que estábamos sentados en el comedor. Uno frente al otro. Luego de tomarme unas 10 o algo más, de cucharas, eché el plato hacia delante. La verdad mi apetito estaba en el suelo.

_ No quiero más…
_ Pero si no has comido nada, linda… -dijo Esme y Edward miró a su madre-.
_ Déjala mamá, tampoco la obligues mucho… -me miró-. ¿Cómo te sientes?... -me dijo dulcemente-.
_ Satisfecha… -dije y le sonreí, ¿es que era difícil que entendiera, que solo el hecho de que él estuviera a mi lado, eso me bastaba y me sobraba para estar bien?-.
_ ¿Y tú mano… como sigue?...

Dijo Carlisle entrando a la cocina, todos le miramos. Él me sonrió.

_ Has recuperado el color preciosa… -dijo y Edward enseguida se puso de pies-.
_ Papá que bueno que llegaste… bella debe regresar a la casa blanca y quería que antes de irse, le revisaras la mano…
_ Claro… -dijo Carlisle regalándome una sonrisa hermosa, inmediatamente se sentó junto a mí en una silla-. A ver… -dijo pidiéndome permiso para tomar mi mano lastimada, yo enseguida se la tendí-. ¿Cómo te has sentido?... la fiebre por fin ha cedido… -afirmó para si mismo, cuando tuvo contacto con mi piel, lo vi chequearme la mano-. Tienes un esguince de muñeca, Isabella… ¿sabes lo que es?... -dijo mientras me miraba a los ojos, su mano seguía sosteniendo la mía-. Un esguince de muñeca es una lesión de la articulación que produce un estiramiento o desgarro en un ligamento y la muñeca a su vez está compuesta por ocho huesos que se conectan con los huesos de la mano y los huesos del antebrazo. Y dichos huesos están conectados entre sí por ligamentos… -yo trataba de asimilar lo que Carlisle estaba diciendo-. No es nada grave, pero debes cuidarte y seguir llevando el tratamiento que te he puesto al pie de la letra… debes cuidar tu mano, para que en un futuro no siga doliendo… si llevas al pie de la letra lo que te he puesto, en unas semanas estarás como si nada de esto hubiera pasado… -yo le sonreí, la verdad recordar que esto había ocurrido por una simple rabieta inmadura de mi parte, me hacia avergonzar demasiado-.
_ Bien… -dije entre dientes-.
_ ¿Has traído el tratamiento?... -le preguntó Edward a su padre, Carlisle le miró-.
_ Si. Déjame buscarlo…

Luego de una hora, en la que me vi obligada a abandonar la casa Cullen, ya que de ser por mí, me quedaría de por vida allí. Ese lugar era tan ligero y los padres de Edward tan lindas personas, que no quería irme. Noté algo que llamaba mi atención. Alice revoleteaba por la cocina junto a Esme, muy quitada de bulla, mientras Jasper tratando de se ser discreto, la seguía con la mirada a donde quiera que mi amiga se movía, Alice no parecía darse cuenta. En cambio Jasper, aunque estaba sentado en esa butaca, como si en realidad no lo estaba, la veía disimuladamente. Alice lo ignoró por completo. Me sonreí de su estrategia. Luego de dejar a Alice en su casa, Jasper, Edward y yo nos dirigimos a la Casa Blanca. Jasper conducía y Edward iba a su lado. En cada ciertos minutos, me miraba por encima de su hombro, como si necesitara saber que yo seguía allí. Al Jasper aparcar en la entrada de la casa, Edward rápidamente salió del auto y me abrió la puerta, luego extendió su mano para ayudarme a salir. Una vez afuera, ambos nos miramos a los ojos.

 _ ¿Estas bien?... -dijo en un susurro, mientras me miraba tan profundamente a los ojos, como si su respuesta la iba a obtener allí, yo traté de sonreírle-.
_ Estoy bien… solo necesito recostarme un rato…

 Él movió la cabeza positivamente. En señal de que estaba de acuerdo.

_ Mi niña… -escucharon el jadeo de la señora Cope, detrás de ellos, y Edward de manera inmediata se apartó, para permitir que la señora me abrazara fuertemente, él se quedó al lado-. ¿Cómo te sientes?... me sentí tan mal anoche, porque no me dejaron ir a verte…
_ Estoy bien nana, tranquila…
_ ¿Pero estas bien?... -dijo tratando de evaluarme físicamente, yo disimuladamente escondí detrás de mi espalda la mano lastimada, ella puso cara de preocupación-. Te veo tan pálida y deshidratada… vamos a recostarte en tu habitación, te voy a preparar algo de jugo… debes de tomar bastante líquidos…

Me mordí el labio. Moría por preguntar por mi mamá, pero la pregunta no salió de mis labios. Nana me tomó de la mano y me obligó a dar dos pasos hacia dentro de la casa, pero hice resistencia y me giré para mirar a Edward, quien se había quedado detrás.
_ ¿No vienes?...
_ Ve a descansar… yo debo ir primero con Emmet, me esta esperando…

Lo miré fijamente a los ojos, para decirle sin palabras que lo amaba y que no quería apartarme de él. Nana me obligó a caminar. Alejándome de mi razón de vivir.



Me vi dejándome caer en mi cama, con toda y ropa me deje descansar, me sentía sumamente agotada.  
Perdí la conciencia inmediatamente me caí en la cama. Sentí unos dedos retirar el pelo que estaba en mi frente. Lentamente fui abriendo los ojos, para toparme con aquellos ojos azules que me estaban mirando fijamente. Pero noté que no me estaba mirando a los ojos, si no a la frente, aunque estaba allí sentada a una orilla de la cama, igual su mente estaba bastante lejos de allí. Moví mi mano la cual me estaba molestando un poco y ella miró mis ojos, cuando se percató que estaba despierta y la estaba mirando, apartó lentamente sus dedos de mi frente. Yo estaba tensa. Ella en cambio me regaló una gran sonrisa.

_ ¿Cómo te sientes, mi amor?... -dijo dulcemente, mientras volvió a acariciar mi frente, yo respiré hondo-.
_ Cansada… -fue lo que dije evitando su mirada y mirando el techo de mi habitación-.
_ Siento haber perdido los estribos y haberte pegado, corazón… es que es increíble, como logras sacarme de mis casillas…
_ Mamá… la verdad… -me restregué la mano en el rostro, estaba tan agotada-. Estoy cansada y necesito dormir…
_ Pero si has dormido todo el día… me imagino que han de ser los medicamentos… -yo seguía sin mirarla-. Igual le dije a Charlie que mandara a buscar al doctor de la familia… dice que no es necesario… aparentemente piensa que el padre de Emmet es muy buen doctor… -noté la duda en su voz y le miré de mala manera-.
_ Es demasiado bueno, y si, papá tiene razón, no es necesario que otro doctor me vea…

Mamá sonrió.

_ Desde niña odiabas los doctores y los hospitales… es sorprendente como has mejorado tu mala suerte, antes no salías de uno… últimamente estas mas coordinada…

Cerré los ojos, esperando que notara que quería descansar.
_ Isabella…
_ Dime… -dije esperando escuchar lo que iba a decir-.
_ Necesito que te recuperes pronto… acaban de informarle a tu padre que se va a inaugurar el centro de rehabilitación para ancianos, al que tu padre ha insistido tanto… quiere que estemos todos y sabes que necesitamos prepararnos para el evento… -yo no abrí los ojos-.
_ Bien, mamá… pondré de mi parte, ahora solo quiero descansar…
_ Bien…. -dijo contenta, besó mi frente y la sentí pararse de la cama, supe que se había ido por la el sonido suave de la puerta. Debía estar acostumbrada al poco interés de mi madre hacia mí, pero igual seguía doliendo un poco-.

Unas manos suaves tocaron mi frente nuevamente y mis ojos se abrieron, pero al verlo a él allí, disipó cualquier malestar dentro de mí.

_ ¡Edward!... -dije mientras me sentaba y lo abrazaba fuertemente, escuché su risita divertida, y solo lo abracé más fuertemente-.
_ Waaoww, de saberlo, hubiese entrado antes… -dijo riendo y yo lo solté, pero solo para enredar mi mano en el pelo de su nuca y llevar sus labios hacia los míos, y lo besé-.

Lo sentí sonreírse, su mano rodó hasta mi espalda y sentí que me pegó un poco mas a su cuerpo, mientras al mismo tiempo introducía suavemente su lengua en mi boca, la sensación de sentirla, nunca iba dejar de provocarme aquel cosquilleo. Edward me besaba con la misma necesidad. Era un beso suave, pero a la vez tan caliente, tan provocador. Mi respiración se empezó a agitar y odié haber estado lesionada de una mano, porque me vi obligada a soltar su suave cabellera, para llevar mi mano hasta su pecho, ambas respiraciones estaban aceleradas, era como si uno se tragara los jadeos y respiraciones del otro. La verdad Edward con sus besos era capaz de relajar y aflojar todas las extremidades de mi cuerpo. Con una caricia suave fui bajando la mano de su pecho, hasta llevarla a la pretina de su pantalón, sabía que era arriesgado hacerlo allí en mi habitación, pero si lo hacíamos rápido, sin mucho preámbulo, Edward podía darme lo que yo quería. Quité su cinturón y al soltar el botón de su pantalón mis dedos tocaron su piel, y sentí que soltó mis labios, mientras siseaba entre dientes.

_ ¿Qué mierdas haces?... -dijo y al escuchar su voz ronca, sabía que no tenia la suficiente fuerza para detener esto, ambos lo queríamos, rápidamente volví a juntar nuestros labios mientras sacaba fuerzas, para ponerme de rodillas en la cama, mi mano volvió al cierre de su pantalón, y fue cuando sentí que con su mano sujeto algo fuerte mi muñeca, yo seguí entrando mi lengua en sus labios, mientras usaba mi antebrazo para tratar de abrazar su espalda, yo tenia mi rostro hacia abajo porque al estar arrodillada en la cama y él sentado, estaba mas alta que él-.

Sentía su respiración agitada, pero me estaba cabreando que cada vez que sentía que mi mano se movía, él la sujetaba más fuertemente.

_ Bella… -jadeó mi nombre-. Aguanta, aguanta… -dijo como pudo, porque mis labios no lo soltaban, me hacia sentir bien sentirlo sin fuerza para apartarme, tenía el campo ganado-.

¡Aleluya! Me dije interiormente cuando pude bajar en uno de su afloje de mi muñeca, el cierre y sin dudarlo un segundo, introduje mi mano dentro de su boxer, pudiendo tocar su piel solo unos segundos, porque Edward se recuperó y se puso de pies de inmediato, poniendo distancia entre ambos. Ambos nos mirábamos a los ojos, estábamos tan agitados, él parado y yo arrodillada en la cama, me deje caer sentada en la parte de atrás de mis piernas. Lo ví pasarse la mano de manera nerviosa por el pelo.

_ ¿Qué haces?... -dijo en un hilo de voz, con sus ojos bien fijos en los míos-.
_ Por favor… te necesito… quiero sentirte dentro de mí, Edward… -dije en una suplica-. 
_ Ra-yos… -dijo en un gruñido, mientras me daba la espalda de golpe, el dividir la palabra en dos silabas, solo me hizo corroborar que estaba desesperado, que él lo deseaba igual que yo-.

Yo rápidamente, con mi mano sana, me deshice de las sabanas y me puse de pies, y lo abrasé por la espalda con mi mano buena, adhiriendo por completo mi cuerpo al de él, descansando mi mano en su cintura, justo sobre su ombligo. Odié no ser tan alta como él. Así se me hubiese sido más cómodo hablarle al oído desde atrás. Tuve que susurrarle.

_ Por favor… por favor… lo haremos sin preámbulos, mi amor… -metí mi mano por debajo de su camisa, ya que al tener los pantalones desabrochados se me daba fácil, con mis dedos acaricié suavemente la piel de su pecho, tan suave, recosté mi cabeza en su espalda-. Será rapidito… inclusive ya estoy preparada para recibirte, mi amor… -noté que siseó, mis palabras lo estaban excitando era evidente por su respiración-. Solo entra en mí…
_Bella por dios… -yo sentí que mi cuerpo reaccionó humedeciéndose mas aún, solo por el tono de su voz, era él el que me estaba suplicando en este momento, su voz ronca y su cuerpo tan tenso-. Maldición, no sigas, no me hagas faltarte el respeto de esta manera… -hacia pausas, yo seguía moviendo mi mano en suaves caricias por su pecho-. Estamos en la Casa Blanca, princesa… estamos en tu habitación… cualquiera podría entrar en este momento… tu madre acaba de abandonar la habitación…
_ Ya te dije… vayamos a mi baño… y tómame allí… quiero ser tuya en este momento… ¡Maldición, Edward, solo lo estas retrasando más!... -dije sacando mi mano bruscamente de su pecho y separando mi pecho de su espalda, los nervios me iban a matar-.

Lo ví respirar y luego girarse lentamente hacia a mí. 
Me miró a los ojos, y no se que pudo ver en los míos ya que lo ví tan contrariado, tampoco quería obligarlo a hacer nada que no quisiera, por lo que desistí de seguir presionándolo, e intenté decírselo.

_ Olvídalo… tal vez, tengas razón… en otro mome…

Y dejé salir un jadeo cuando lo ví tomarme rápidamente de la mano, y jalarme hacia el baño. Entramos allí, y sin preámbulos, lo ví cerrar la puerta y asegurarla, yo me sonreí al pensar que se me iba a dar lo que quería. Edward se acercó a mí, y sin mirarme a los ojos, lo ví llevar sus manos al botón de mi pantalón, y con fuerza quitarlo, en el proceso pensé que iba a volar, por la fuerza que estaba aplicando, luego bajó el cierre de mi pantalón y él mismo de un estirón hacia abajo, me los bajó con todo y pantys hasta abajo, mi pecho empezó a subir y a bajar rápidamente al sentirme expuesta ante él de la cintura para abajo. Con la ayuda de mis piernas me desdice por completo de mi prenda, terminándola de sacarla con los pies. Una vez sin ellas, Edward me tomó de la cintura y me hizo caminar de espaldas, hasta que sentí mi espalda chocar con la meseta del lavamanos. Con poco esfuerzo, me tomó de la cintura y me subió haciendo que me sentara en esa superficie dura y fría como la nieve, dejé salir un jadeo al contacto de mi piel con la superficie, pero él no se inmutó y tampoco le importó.

_ Ven aca…

Dijo aferrando fuertemente su mano en mi cintura. Y jalándole hacia adelante, hasta que tuviera sentada justo en la orilla de la meseta. Colocó una de las palmas de sus manos en mi pecho, encima de mi polera e hizo presión para que recostara mi espalda hacia atrás, mi mano me dolía un poco, por lo que traté de sacarla lo mas lejos posible, y me apoyé de en los codos, justo detrás de mí, estaba el espejo del lavamanos. Ví a Edward llevar su mano derecha a su pantalón, porque aunque estaba abierto, aún lo llevaba puesto, he hizo un movimiento en lo que me hizo deducir que lo que estaba haciendo era sacando su pene del pantalón, todo esto lo hizo, sin mirarme una vez a los ojos.

_ Edward… Edward… -quise llamarlo, pero él miraba lo que estaba haciendo con sus manos, y allí fue que sentí su intromisión de golpe-. Haaaa…. -jadee fuerte ante su penetración fuerte, y aunque lo hizo duro y sin que yo lo esperara, me gustó, porque se sentía muy bien… no dolió porque en realidad yo estaba húmeda, cerré fuertemente los ojos y mi cabeza se fue hacia atrás, porque sentía que no iba a poder aguantar mucho, ya que los movimientos de cadera de Edward eran fuertes, sus gruñidos se escuchaban tan bajitos, y su rostro, eso no tenía precio, solo veía su pelo en la frente moverse con cada intromisión, ya que su cabeza estaba inclinada hacia abajo, mirando fijamente como nuestros cuerpos se unían-.

Sentí mi cuerpo tensarse. Avisándome del fuerte orgasmo que se avecinaba. Los ojos de Edward me miraron de golpe.
_ No te corras aún… -me ordenó demasiado serio-.

_ Edward… -dije entre jadeos involuntarios, es que no aguantaba, mi cuerpo estaba recibiendo los primeros espasmos-. No puedo soportar…

Todo fue tan rápido, cuando sentí la primera contracción, perdí la noción del tiempo, en realidad debió ser eso, porque en un abrir y cerrar de mis ojos, no solo mi trasero estaba sobre la superficie dura y fría, si no todo mi cuerpo, ahora estaba acostada de espaldas en el piso de mi baño, y Edward entre mis piernas, arremetiendo duro sus caderas con las mías, las subí solo un poco y sentí su miembro mas dentro de mi que nunca y allí no pude esperar mas, me fui por completo, los espasmos me hicieron soltar gemidos fuertes y ahogados, abrí los ojos, para ver a Edward con los ojos fuertemente cerrados, como si estuviera conteniéndose en dejarse ir, yo estaba echa gelatina bajo su cuerpo, mientras que él seguía arremetiendo fuertemente sobre el mío y me miró.

 _ Rayos, rayos, rayos… -dijo a punto de llorar, sus movimientos fueron bajando de velocidad y sabía que aún no se había corrido, me asusté, ¿Qué mierdas estaba pasando?-.
_ Maldita sea, condón… -jadeó-.

Yo saqué fuerzas y levante mis piernas para rodear sus caderas e impedir que se saliera de mí sin que se corriera, él me miró, aunque se movía menos rápido, seguía sin dejar de penetrarme.

_ Por favor…

Solo bastó mi súplica para que sus movimientos se aceleren más rápidamente, me tomó de las caderas fuertemente y manteniéndolas fijas arremetió duro y profundo. Mis ojos se abrieron de golpe al sentir que me estaba contrayendo nuevamente alrededor de su miembro, y él me miró con dolor.

_ Me… vas a… matar…

Nunca antes me había corrido tan rápido como en esta ocasión, mieerrdaaa, si que se sentía bien, los espasmos volvieron a atacar mi cuerpo y sin que ellos terminaran, ví a Edward soltar un jadeo y sacar su miembro rápidamente de mí y allí vi como con sus pantalones hasta los muslos, tomó su mano y envolvió su pene, como si se fuera a masturbar, con solo un solo movimiento de su mano alrededor de su pene, de acariciarlo de arriba a abajo, con los ojos cerrados y la cabeza hacia atrás, vi el semen salir por la punta de su glande, cayendo su esencia sobre mi pelvis, Edward contenía la respiración y los músculos de sus brazos estaban tan tensos, él seguía con el movimiento lento en su miembro, pero era como si solo estaba extrayendo todo el semen que cargaba allí, el cual caía sobre mi, en chorros abundantes. La imagen fue gratificante, cuando terminó me miró a los ojos. Esperando por mí. Yo solo le sonreí con timidez.

_ Gracias… -le susurré-. Te amo…
_ También te amo… -fue su respuesta-. Espera…

Él mismo con un papel me ayudó a limpiar.
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Dos semanas después.

Seguía acostada a boca arriba en mi cama, como decía mi nana, en vuelta en sabanas y con el cuerpo mas pesado que una roca. No se que tiempo en realidad llevaba allí despierta, observando fijamente el techo de mi habitación. Waaow, era increíble, nunca me había fijado que el tono de pintura de mi habitación tiraba a un rosa pálido. Bufé al darme cuenta, que eso solo indicaba que era la “niña” de casa. La verdad, Reneé no me había levantado el castigo, al parecer iba a cumplir su amenaza de no dejarme salir de allí mientras vida tenga, igual ya ni siquiera me hacia falta salir. Las dos semanas habían pasado volando, sin darme cuenta. El hecho de mi mano lastimada y el que Edward me hubiera sugerido que era mejor así, ya que necesitaba reposo, me hizo mantenerme incrustada allí sin protestar. Alice, Jacob y demás iban a verme con frecuencia a mi habitación. Nunca pensé que me iba a sentir relajada y tranquila al pasar tanto tiempo en mi habitación, aprovecha para ver la televisión, usar mi ordenador y hasta escuchando mi Ipol. Pero estaba tranquila, no era que no salía de allí del todo. La señora Carmen iba a darme las clases a mi habitación. Yo en realidad había aprovechado el castigo de mi madre para ponerme al día con mis clases. En cambio a pesar de mi castigo, Reneé me tenía nerviosa con la maldita inauguración que se iba a celebrar esta misma tarde y a la que se empeñaba en que debía asistir, toda estirada y muy descansada. Nunca la había visto tan feliz como en estos días, imagino que se debía al hecho de que había ido al spa del día anterior sin poner peros y que me había dejado que me crearan el vestido según ella, “perfecto” para la ocasión, sin refutar. Todo aquello me hacia sentir tranquila, porque en realidad el hecho de saber que Edward estaba allí y que entraba a verme con frecuencia me hacia sentir tranquila. Si es cierto que lo ocurrido en mi baño aquella tarde no se había repetido, pero igual su presencia me reconfortaba y no permitía que me sintiera a punto de ahogarme.

_ ¿Qué piensas mi reina?...

Yo miré de golpe al pie de la cama, para ver a Charlie bastante serio mirándome. Tenía que no lo veía como tres días.

_ Papá… hola… no te escuché entrar…
_ Eso imaginé… ¿Qué pasa contigo Isabella?...

Yo le miré con duda, mientras lo veía sentarse junto a mí a la cama.

_ Llevas días encerrada aquí y… la verdad eso me preocupa…
_ ¿Olvidas que solo acojo el castigo de Reneé sin quejarme?...

Yo me levanté un poco, sentándome y recostando mi espalda del gran espaldar de la cama, le miré seria. Charlie estaba tan serio.

_ Hablaré con tu madre… dos semanas es demasiado tiempo… te levantará el castigo…

Me alcé de hombros. En realidad no tenía deseos de salir.

_ Isabella… si pasa algo, solo házmelo saber, por dios… -yo me sonreí al ver a Charlie algo preocupado-.
_ Por dios, no vengas a decirme que prefieres verme fuera, haciéndote la vida insoportable y dándote problemas… se que debes estar dándole las gracias a mamá por su grandiosa idea de mantenerme encerrada… debes lamentarte el hecho de que no se te hubiese ocurrido antes…

Charlie frunció el ceño molesto.

_ Sabes que de haberlo hecho antes, no lo hubieras aceptado tan conforme… sabes que te hubieras escapado de estas 4 paredes en menos de 24 horas… -yo me sonreí al ver que mi padre me conocía bastante bien, la verdad en otros tiempos eso hubiera sido así, pero la verdad es que no me sentía con fuerzas de tirar al pulso con mamá y mucho menos ahora que sabía que eso involucraría en serios problemas a Edward, quien se supone que era mi custodio y debía informar a mis padres de todos mis pasos-.
_ No se, papá… tal ves se trata de que he madurado…

Noté que Charlie subió su mano al pelo que caía en mi cara y con cuidado apartó los mechones que cubrían mi frente y los colocó detrás de mi oreja, su mirada era tan profunda. Tanto que me inquietaba. ¿Qué le pasaba a Charlie, algún mosquito raro le picó?. Me removí incómoda ante su escrutinio en mi cara.

_ Estás tan pálida… -soltó mirándome a los ojos-. Necesitas salir a tomar un poco de sol…
_ ¿A que se debe esto, papá?... -las palabras abandonaron mi boca antes de procesarlas-. Ahora practicas los consejos de los más sabios… “No es tiempo si no calidad”… -bufé-.
_ Y ahí está de nuevo la niña malcriada… -dijo sonriéndose y poniéndose de pies, yo me crucé de brazos, era cierto lo que pensaba, en tres días ni siquiera se había animado en verme y ahora venia a presentarse como un padre preocupado por mi apariencia “pálida”, patrañas-.
_ Bueno… considérate en “libertad” a partir de este momento… voy a hablar con tu madre…


Se dirigió a la puerta y yo lo ví salir sin dar vuelta atrás, cuando vi que cerró la puerta tras él me acomodé y me dejé caer en la cama. Cerré los ojos y una paz invadió mi cuerpo por unos segundos, haciéndome caer en una nube de sueño gratificante. Sentir la cama suave debajo mi cuerpo, las sabanas de seda acariciar mi piel… y como nada es tan gratificante, una nueva interrupción.

_ Dios… te traigo el desayuno, mi niña… -dijo mi nana, haciendo que abriera los ojos de manera perezosa, nana se acercaba con una gran bandeja en las manos, llena de frutas y jugo natural, yo lentamente me senté en la cama, no entendía pero mi cuerpo estaba adormecido, seguro por las horas que llevaba tirada en la cama, nana llevó la bandeja y la colocó sobre la mesita de mi escritorio, en donde tenia mi laptop, y yo al sentir un poco de hambre me puse de pies, llevaba puesto una pijama de pantaloncitos y franelita de seda, color negra y descalza me arrastré hasta mi escritorio, me senté frente a la bandeja y empecé a echarme las frutas en la boca, no me fijé que comía, solo sabia que la fruta en mi paladar se sentía muy dulce-.
_ De no ser porque no estuvieras comiendo bien, diría que estas enferma, mi niña… -yo masticando lo que tenía en la boca, miré por encima de mi hombro, al ver a nana mirándome de brazos cruzados y muy seria, le sonreí aun con la boca llena-.
_ ¿Por qué?...-dije mientras me giraba hacia el plato y me fijaba lo que estaba comiendo-.

“Mango, sandía, fresas, y otras cosas mas” se veían tan jugosas y frescas, igual solté el cubierto y tomé el vaso de jugo y me lo empecé a tomar, también estaba delicioso-.
Me giré para ver a nana, terminando de arreglar mi cama, ponía sabanas limpias.

_ Nana… ¿Qué haces?... pienso volver a recostarme…
_ Isabella, por dios… -dijo nana molesta-. Debes levantarte de la cama… -me regañó molesta-. ¿No has escuchado que las sabanas enferman?...
_ ¿Qué prefieres?... igual no puedo salir de la habitación… al menos duermo… y me olvido de la maldita inauguración de esta tarde…
_ Ni lo creas, preciosa… ya tu madre ha llamado a las maquillistas… no tardan en llegar para ayudarte a cambiar…

Fue un alivio, cuando Carlisle había ido a visitarme hacia unos tres días, mis ruegos lo alentaron a quitarme la maldita muñequera. Y lo mejor de todo, era que Esme había ido con él a visitarme… me sentí tan bien con ellos en mi habitación. Lo único que me inquietó era la preocupación de Carlisle de que me veía algo desmejorada… había dicho lo mismo que mi padre, que lucía algo pálida y mas flaca. No entendía porque, si la verdad estaba comiendo mejor que en toda mi vida, el estar encerrada allí me hacia acceder a todos los aperitivos que me llevaba nana en todo el día. Recordé el alivio cuando luego de regresar a mi casa, y del episodio con Edward en el baño, sentí un alivio fantástico, cuando al otro día, al levantarme y dirigirme al baño, noté que en mis protectores había una mancha oscura, avecinándome que llegaría mi periodo. Dios!... nunca antes, había estado tan feliz, de ver mi menstruación como ese día. Y eso que se me había adelantado por muchos días.

Me miré al espejo, como lo hacía cada vez que quería ver como me veía ante lo que habían hecho de mi, las grandiosas (con mucho sarcasmo) estilistas de mi madre. Estaba como mamá quería que siempre me viera frente a las cámaras.

Las estilistas insistían en que mi rostro lucia sin vida, pero igual no les presté atención y les dejé hacer lo que querían. Mamá sentada en mi cama, hojeando una revista, se tiró casi todo el proceso de mi transformación. Cuando me vio terminada sonrió. Ella también estaba lista.

_ Simplemente me encantas, mi reina… -se acercó a mí y besó mi coronilla, yo hice una mueca de disgusto, que gracias a dios ella no notó, nana apartada me sonreía con tristeza-. Estas preciosa… y te has portado tan bien, que desde este momento te levanto el castigo…

Yo fruncí el ceño. Al imaginar que Charlie debía haber hablado con ella.

_ ¿Qué no te alegras?...
_ Claro, mama…
_ Sabes que tenía que castigarte… no puedes faltarme el respeto y pensar que lo voy a dejar pasar así no más, ¿verdad?...
_ Bien, mamá… lo entendí…
_ Además te has portado tan bien… que te premiaré… cuando termine la inauguración… podrás salir a dar una vueltecita, con esa amiguita tuya… -puso cara de duda-. ¿Cómo es que se llama?...
_ ¿Alice?... -dije con una enorme sonrisa en mis labios-.
_ Si, esa… -dijo mamá restándole importancia con las manos-.
_ ¿En serio?... -Dije porque sin duda, estaba en todo el derecho de dudar lo que me estaba diciendo-.
_ Claro… si quieres puedes quedarte la noche con ella…

Y allí fue todo un evento, el vestido no me lo permitió, porque pensaba dar saltitos al estilo Alice… solo pensé en una noche con Edward Cullen.

UN AGRADECIMIENTO ESPECIAL A TODOS LOS QUE LEEN MI HISTORIA,
BESOS Y ABRAZOS.
GRACIAS: ANTAREZ, MUCHII Y JOSEFINA. GRACIAS POR COMENTAR. BESOTES.