LA HIJA DEL PRESIDENTE

martes, 27 de diciembre de 2011

CAPITULO XIX.

Sus manos fueron a mi espalda.
_ ¿Egoísta dices?... –él también habló en un susurro, nos escuchábamos, solo por la cercanía-. No sabes lo que has provocado en mí… no te imaginas lo bien y satisfecho que me siento en este momento… anda… descansa, por favor… necesito que lo hagas… mañana será un día complicado.
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CAPITULO XIX.
ERES MI DEBILIDAD.

Mi conciencia estaba despertando lentamente. Me moví en la cama y me di cuenta que mi cuerpo estaba tan relajado. Mis brazos se extendieron para desemperezarme, aun no abría mis ojos, mientras trataba de estirarme. Al recordar que había tenido la mejor noche de mi existencia, provocó que una sonrisa involuntaria saliera de mis labios, estaba feliz… lentamente fui abriendo los ojos. Sin borrar la sonrisa de mis labios. Traté de buscar a Edward a mi lado. 
Pero al no verlo, me senté de golpe en la cama, agarrándome la sabana en el pecho, para cubrir mi desnudez y observé detenidamente la habitación, para darme cuenta que estaba completamente sola, dentro de esas cuatros paredes. Fruncí el seño.

_ ¿Edward?... ¿Edward?...

Al ver que nadie salió del baño, rápidamente me quité la sabana y busqué con la mirada la famosa bata blanca. La ví tirada en el sofá y sin perder tiempo me la puse, amarrándome el lazo en la cintura. Entré al baño y no había nadie. Rápidamente salí al balcón, y nadie. No podía creer que Edward me hubiese dejado sola allí. Salí al balcón y el sol estaba afuera, centelleante. El piso se veía húmedo. Salí a la habitación, y me dirigí directo a la puerta. Algo llamó mi atención, y me paré de golpe, al ver al pie de la cama una bolsa de viaje bastante fina. 

La reconocí inmediatamente como mía. Mi corazón comenzó a latir fuertemente. Y casi corriendo me acerqué a ella. Sin perder tiempo corrí con fuerza y nerviosismo el cierre y la abrí, sorprendida comencé a sacar su contenido. Ropa interior blanca, (eran mías) un vestido  que llegaba a la rodilla, color crema, desmangado y con una cinta negra alrededor de la cintura, zapatos negros y algunos de mis maquillajes. Todo aquello era muy fino y de marca muy reconocida. Deje las cosas esparcidas en la cama y corrí hacia la puerta. Sin saber que hacer, son saber que estaba pasando y porque cosas que había dejado en la casa blanca, se encontraban en la cama de este hotelucho, ¿Cómo mierda habían llegado hasta allí?. Abrí la puerta, y me quedé en shock al ver la puerta custodiada por dos oficiales, vestidos de negros y con los intercomunicadores en sus respectivas orejas. Ellos me miraron, y no dijeron nada. Los oficiales de la casa blanca eran marca “No hablamos con los superiores a no ser que estos nos pregunten algo y con puras respuestas cortas y precisas”

_ ¿Dónde esta edw… el oficial Cullen?... –dije en un susurro-.

Ambos me miraron indiferente. ¿Es que eran robots?-.
_ El Oficial Cullen… -me contestó uno de ellos, con voz monótona-. Se retiró con el Ing. Cowlyes…

Puse cara de no entender lo que me estaba diciendo.

_ ¿Y quien es ese?... –le dije molesta, ¿Cómo Edward me hacia algo así?. ¿Me abandonó?-.
_ Es el ingeniero electromecánico de la Casa Blanca…

Me quedé en shock. No entendía ni lo que decía. Y exasperada me retiré de nuevo a la habitación y le pegue tremendo portazo a la puerta, para dirigirme a buscar mi celular… ¿Y mi maldito celular?... uyyyyy, me agarré los cabellos con rabia. Ni si quiera sabia cuando fue la ultima vez que lo ví.
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Luego de estar mas de quince minutos, tratando de controlar mi ira. Decidí darme un baño. Gracias al cielo el agua no estaba tan malditamente fría como la noche anterior. Odiaba el día, odiaba a Edward. ¿Eso fue lo que significó la noche pasada para él?. ¿Tan poco le importó aquello?. Mientras me vestía desanimada, mi cabeza iba a mil. Noooo, seguro que estaba bastante arrepentido por lo que había pasado… no imaginaba lo furioso que debía estar conmigo. Me puse el vestido que me habían traído de la casa blanca y sentada en la cama, solo atiné a ponerme un poquito de maquillaje, mi pelo era un desastre, todo húmedo, por lo que lo deje suelto. 
¿Qué me quedaba ahora?... ¿regresar a la casa blanca con esos dos idiotas que estaban fuera?... gracias a dios que en vez de estar deprimida por el abandono de Edward, solo estaba enfadada. La ira me estaba consumiendo fuertemente. Tomé mi bolsa viajera, mientras me paraba de la cama y cuando me giré a la puerta, voté el aire de golpe al ver a Edward entrando en ese preciso momento a la habitación. Estaba tan lindo. Su pelo estaba sumamente fuera de lugar. 

Unos jeans algo gastados, una polera y encima una camisa de cuadros, abiertas y con las mangas remangadas hasta los codos. Lo que si me gustó es que llevaba unas gafas oscuras, algo jovial y un chocolate Express en su mano. El frenó de golpe su caminar, pero aunque llevaba gafas oscuras puestas, supuse que miró el bulto en mi mano. Yo estaba algo idiotizada, sin poder reaccionar. Pero algo me despertó y fue la ira que me carcomió.

_ Pensé que te habías marchado… -dije entre dientes, aguantándome la rabia-.
_ ¿Sin ti?... imposible… -lentamente comenzó a caminar hacia mí, yo no podía apartar mi mirada de la de él, o de las gafas, noté que una sonrisa se empezaba a dibujar en sus labios-.
_ Te traje un chocolate… está caliente… noté que al menos en este hotel contaban con una maquina de bebidas calientes… ¿Por qué me miras así?... –dijo dejando salir su sonrisa y dioooooss, tuve que afincar los pies sobre el piso para no caerme-.
_ Pensé que te habías ido… -susurré un “que me habías dejado sola”-.

Él caminó a la mesita y colocó el vaso y tomó la volsa de mis manos y lo puso sobre la cama. Se quitó la gafa y no pude evitar perderme en sus esmeraldas. Sus ojos tenían un brillo especial, sin mirar a ninguna parte mas de su rostro, solo mirando a sus ojos, me daba cuenta que estaba sonriendo.

_ Te juro que lo mas duro que he tenido que hacer en toda mi vida, fue el tener que apartarme de ti esta mañana… -se colocó justo frente a mí, dejando un espacio bastante diminuto entre ambos, sorprendiéndome con su soltura, rodeo mi cintura acercándome mas a su cuerpo, dejándome claro, que mi cuerpo se volvía nada, cuando estaba junto a él-. Verte allí, sabiéndote desnuda debajo de esas sabanas y tener que pararme a arreglar el maldito auto… -sentí como mi cara se calentaba, él me miró fijamente, y supongo que al verme roja como un tomate, le dio gracia, porque dejó salir una sonrisa hermosa, cosa que hizo que yo me sonrojara mas y también le sonriera, olvidando que en algún momento estaba molesta con él-.

_Eres tan hermosa, Isabella… me gustas tanto… que… te juro que me he diagnosticado como un enfermo… -susurró acercando sus labios a los míos, pero sin tocarlos, yo me sentí tan feliz en ese momento, que solo atiné a tomar mis manos y con una de ella, agarrarlo por la camisa. Nuestras respiraciones se chocaban y aquello se sentía tan embriagador-. Me gustas, te deseo tanto que duele… -mi respiración se estaba volviendo algo pesada y noté que la de él también-. No logro sacarte de mi mente, preciosa… -dijo y su voz se estaba poniendo algo ronca-.

Inclinó su cabeza para con su labio, suavemente rozar los míos con un besito de tocada, yo cerré los ojos y me estremecí con su toque, es que era tan difícil explicar con palabras lo que me provocaban sus labios, cuando iba a separar sus labios, yo llevé una de mis manos a su nuca. Y agarré sus cabellos y lo obligué a inclinar su cabeza y choque suavemente nuestros labios, profundizando el beso como se debe. Nuestras lenguas se mezclaron, nuestros labios se movían tan sincronizados 
que comenzamos a besarnos mas profundamente, nuestras respiraciones estaban aceleradas y cuando sentí que Edward con sus manos, que tenia entrelazadas en donde se terminaba mi espalda, forjó un poco de presión, provocando que mi cadera se adhiriera mas a la suya y haciéndome sentir la protuberancia que tenia entre sus piernas, jadee, sin poder evitarlo y Edward se tragó mi jadeo, y penetró mas profundamente su lengua en mi boca. Sentí que estaba desesperado, porque sus manos comenzaron a acariciar mi espalda, sobre el vestido y yo estaba feliz… hasta que un maldito celular comenzó a sonar.
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Luego de la llamada de nana, se me fue imposible convencer a Edward de que nos quedáramos un rato más en esa habitación. La verdad, el hecho de saber que afuera de la habitación, estaban dos de los oficiales de la casa blanca, ayudaba muy poco. En todo el trayecto camino a la casa blanca, no solté la mano de Edward, el cual iba concentrado manejando su volvo. Fuimos seguidos por los oficiales y el famoso ingeniero que gracias a dios reparó el auto de Edward. El viaje a Maryland, siempre estaría presente como uno de los mejores recuerdos de mi vida.
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Por primera vez, cuando vi el auto de Edward entrar a la casa blanca, no sentí como si entrara a mi infierno personal. Al contrario, una sonrisa se dibujó en mis labios. Entramos directo al garaje. Y Edward se estacionó en uno de los aparcamientos. No había aparcado bien aun, cuando le abordé lo que venia trabajando en mi mente desde que nos montamos en el auto.

_ ¿Qué pasará con nosotros Edward?...

Lo ví apagar el auto, sin mirarme. Se soltó el cinturón de seguridad. Mis ojos estaban clavados en él. Tomó aire suficiente por la nariz y la votó por la boca. Y Luego lentamente se giró para mirarme a los ojos.

_ Isabella… yo… en verdad siento miedo de que esto se nos vaya de la mano… la verdad… se que esto que estoy sintiendo por ti, es muy peligroso… se nos puede salir del control… y no temo por mí o por mi trabajo… temo por ti… no quisiera lastimarte…
_ Edward… -le dije mientras tomaba sus manos entre las mías-. Solo me lastimaría el hecho de que me apartaras de tu lado… ¿no has notado lo mucho que he cambiado a tu lado?... me siento bien, me siento diferente… es como si tu vinieras a llenar ese espacio vacío que siempre ha estado en mi vida…
_ Eres una niña Isabella… el adulto aquí soy yo… debería controlar todo esto… -y me miró con preocupación-. Pero no puedo, Princesa… no se que me has hecho… ni si quiera me importaría ir encarcelado… -yo me sonreí-.
_ Descuida… -le dije dejando salir una sonrisa picaría-. Si lo dices porque soy menor de edad, en 5 días seré una adulta… cumpliré mis dieciocho años…

Edward sacó una mirada de incredulidad, pero con una sonrisa en sus labios.
_ ¿Estarás de cumpleaños el domingo?...
_ Sip… -dije y ambos nos sonreímos-. Y espero poder pasarlo contigo… la verdad odio la fiesta que todos los años me preparan mis padres… al único que conozco es a Jake… -noté que Edward lentamente fue borrando la sonrisa, pero no lo tomé en cuenta y seguí-. Edward… lo que empiezo a sentir por ti, es tan fuerte y especial…  me siento tan feliz… -dije y ambos nos sonreímos mientras nos mirábamos a los ojos fijamente -.

Ambos dimos un brinco en el asiento, cuando unos nudillos golpearon fuertemente el cristal que quedaba a mi lado. Yo miré para ver la cara de “horror” de nana pegada en el cristal.
_ Dios santo… -dije entre dientes mientras me quitaba el cinturón, Edward quitó el seguro automático, y nana no me dejó abrir la puerta, ya que ella misma lo hizo, y tomó mi brazo para sacarme del auto, casi me voy de bruces, ya que uno de mis pies se enredó al desmontarme, nunca antes había visto esa cara en mi nana. Ella para mi, siempre tenia, “un abrazo, un beso, un cariño, una palabra dulce, amor”. Ahora solo me estaba fulminando con la mirada.
_ ¡Nana, por dios. Tranquilízate!... -le dije molesta, luego de estabilizar ambos pies en el suelo-.
_ ¡¿Qué me tranquilice?... pero si tenia pronosticado vivir veinte año, después de lo que me hicieron anoche, solo me queda, lo que queda de este año!... -yo me llevé la mano a la boca, traté de ocultar la sonrisa que amenazaba por salir de mis labios, pero la cara de nana era tan graciosa, Edward se paró al lado mío, y lo supe porque los ojos de odio de nana se movieron de mi, hacia él-. No te rías Isabella… no es para nada gracioso… no te imaginas lo preocupada que estaba anoche…
_ Si, lo imagino… -dijo Edward en un susurro-. Isabella olvidó su celular en el auto, esta mañana encontré las 102 llamadas perdidas que le hiciste…

Yo abrí los ojos como platos, mientras me giraba a mirar a Edward, una carcajada brotó de mis labios, y Edward también se contuvo para no reír, ambos nos mirábamos a los ojos de manera cómplices-.
_ ¿102 llamadas perdidas?... –dije sin creer lo que escuchaba-.
_ Siii. 102 ó 103… más o menos… -dijo Edward aguantándose la risa-.
_ Me alegra que disfruten el hecho de que casi me matan de un infarto… es increíble lo irresponsables que son los dos… pero no saben lo que les espera a continuación…
_ Dios, nana, no exageres… -dije entre dientes con diversión-.
_ Isabella, no te imaginas todo lo que tuve que inventarle a tu madre para justificarle el hecho de no poder ponerte al teléfono…

La sonrisa se fue de mis labios.
_ ¿Llamaron?... –dije sin creerle-.
_ Miles de veces…
_ ¿Y eso como para que?... -no crearía jamás, que llamarían para saber de mí-.
_ La señora Reneé dijo, el sentir un “mal presentimiento”… estaba muy preocupada por ti… quería cerciorarse de que estuvieras bien…

Me sonreí con incredulidad. Y hablé con sarcasmo.
_ Seguro presintió que casi moría de una hipotermia…
_ ¿Qué?... -dijo nana llevándose la mano al pecho-.
_ Tranquila, nana… Edward me cuidó perfectamente bien… -dije mientras miraba a Edward y este bastante serio me miraba-. Ha sido el mejor custodia que papá ha designado para cuidarme… -dije sin aparatar la mirada de Edward-.
_ Isabella… tenemos que hablar… -dijo nana, y su tono serio y osco me llamó la atención, la miré con duda, ella seguía molesta-.
_ Vayamos al despacho de papá… -dije de repente-.
_ Vayamos entonces…
Nana inició el camino hacia el ascensor y Edward y yo, luego de mirarnos con duda le seguimos los pasos. Estaba tan feliz, que hasta ese momento no me había percatado de la forma graciosa en la que caminaba nana, parecía un pingüinito. Cuando entramos al ascensor, nana se pegó de la pared, y se cruzó de brazos, se veía tan cómica, por lo que yo la miraba de reojo, mientras pensaba que jamás la había visto tan molesta y por más que quería no molestarla mas no podía, el hecho de que Edward me viera y casi soltara la carcajada no me ayudaba mucho. Salimos de ascensor y ella Empezó a conducirnos al despacho que tenia mi padre en el primer piso, la cara de nana no presagiaba nada bueno, ya me estaba imaginando el regañón que me esperaba en ese despacho, pero por Edward enfrentaría a quien fuera, así fuera al mismísimo demonio y nana en estos momento no estaba muy lejos de serlo, con la mirada que me había estado dando en el ascensor, ya estuviera mas que frita...  Llegamos a la puerta de uno de los despachos de mi padre, cuando nana abría la puerta, Edward se acercó a mi oído para susúrrame.

_ En un momento te busco y hablamos…

Edward iba a empezar a caminar al sentido contrario cuando nana volteo a verlo con cara de horror.
_ ¿Y a dónde cree usted que va jovencito?...
 
Edward frenó de golpe, y solo movió su vista hacia mi, mientras tragaba en seco, definitivamente nana estaba muy molesta y esa actitud ya no me estaba gustando ni un poco...
_ No nana, esta charla es entre tu y yo, Edward no tiene nada que ver acá, déjalo que se retire…
_ Por supuesto que si tiene que ver Isabella, es con él con quien te fuiste, con quien estuviste toooda la noche y yo soy la responsable de que tu estés bien, responsable de no haberte dejado salir de esta casa, así que no me digas, que él no tiene nada que ver, porque estas muy equivocada…

La actitud de nana se parecía mas a la de mi madre y no a la de la persona que yo tanto quería. Mis ojos se aguaron, no podía perderla a ella también. No toleraría que ella se volviera en mi contra.

_ Por favor nana, ya no soy una niña, se cuidarme sola, no hagas la cosas mas grandes de lo que son…

Al parecer, ella se dio cuenta de lo que estaba haciendo en mi y dulcificó su voz.
_ Vamos a dentro Bella, no quiero que vayan a escuchar lo que tenemos que hablar, por favor…

Abrió la puesta para que pasáramos.
_ Bella, es una locura lo que están haciendo, solo imagina que tu padre se llegue a enterarse que te fuiste de viaje hasta Maryland y que encima de todo no llegaste a dormir a la casa... A Edward y a mi nos desaparecerá y a ti, a ti te castigará de por vida, sin hablar de Reneé.... Esto no es un juego hija, no quie.....
_ Nana… tal vez te estas tomando atribuciones que no te corresponden… -dije bastante seria-. Las cosas no son como la piensas, no quiero que te metas en esto…

Las cosas que ocurrieron a continuación, me frisaron en el mismo lugar en el que estaba. Los ojos de nana se cristalizaron y cuando pestañó, dos lágrimas inmensas corrieron por sus mejillas, aquello me dolió en el corazón.

_ Señora Cope… -dijo Edward y aunque no lo miré por su tono de voz, lo sentí preocupado-. No se ponga así… lo que Bella trata de decirle, es que no regresamos a la casa, no porque no quisimos hacerlo, fueron por los imprevisto, el auto se nos averío en medio de la carretera y bajo una grañidísima tormenta, para completar los celulares se quedaron en el auto, cuando nos vimos obligados a abandonarlo, para hospedarnos en un hotel de paso…

Nana miró fijamente a Edward, su mirada ahora fue extraña, era una mirada de suspicacia, y a la vez interrogante, en cambio noté que Edward evadió su mirada, para mirar al lado, mirando nada en realidad.

_ Nana… -dije yo-. ¿No consideras que estas exagerando?... –dije con una sonrisa, mientras me acercaba a ella y la abrazaba-. Perdóname, no quería hablarte de esa manera…
_ Me tienen muerta de la mortificación… -dijo mientras correspondía mi abrazo-. Odio todo esto… por la juventud que llevan ambos no se dan cuenta que se están metiendo en la boca del lobo… -yo me tensé, ya sabia por donde venia la cosa, y temía que Edward la escuchara, ya bastaba con sus dudas, para que ahora escuchara las de nana-. Y ¿Cómo no alegrarme de verte a sí, ni niña?... –me tomó de los hombros para separarme de ella y mirarme a los ojos, yo la miraba con duda-. Si estas tan diferente… tus ojitos han vuelto a brillar de la misma manera que lo hacían cuando eras una bebe, cuando eras feliz… se que la llegada de este chico a tu vida te ha hecho tanto bien, que me satisface increíblemente… pero temo lo que pueda pasar cuando tus padres se den cuenta…
_ No tienen por que saber nada, nana… -dije entre dientes, olvidando que Edward estaba justo detrás de nosotras-.
_ Es tan fácil de verlo en tus ojos, pequeña… -yo me sonreí-.
_ Nana… solo te pido contar con tu apoyo… lo demás no me importa…
_ Bella… -dijo Edward entre dientes y yo lo ignoré, mi mirada estaba fija en los ojos de nana, solo quería saber si podía contra con su apoyo-.
_ No diré nada… -dijo él-. Ni nadie de la servidumbre, si no se las verán conmigo, solo quiero que entiendan que no puedo apoyarles en esto… como he dicho, esto no esta bien…

Yo me sonríe. Sabia que terminaría contando con ella para lo que sea.
_ Además, deben de saber que no pueden desaparecer y dejarme con el Jesús en la boca y suponer que no voy a darles al menos un par de azotes cuando regresen...

Con Edward solo volteamos a vernos, no se atrevería a azotarnos ¿o si?
_ Gracias nana, sabes que te adoro verdad?.
_ Por supuesto que me adoras, no quiero ni pensar lo que me dirá tu padre cuando se entere de lo que se traen entre manos ustedes dos y encima que yo lo se todo, va a terminar por echarme de esta casa, si no es que antes me da un infarto por todos los enojos que me ocasionas, Isabella.
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Luego que salimos del despacho, fuimos a la cocina, y nana hizo que nos cocinaran algo rápido a Edward y a mí. Mientras le contamos todo lo que habíamos pasado la noche anterior, claro, que obviamos la parte del calentamiento corporal. Noté que la única que hablaba era yo. Edward estaba callado y algo pensativo. Y comió muy poco. Luego con una excusa algo estúpida abandonó la cocina. Yo lo dejé pasar y me fui a mi habitación, me bañé, me puse ropa cómoda y me acosté un rato. Todavía era hora de la mañana. Pero quería descansar, me sentía agotada.
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Edward Pov.

Luego de terminar de dar una vuelta en las instalaciones de seguridad de la casa blanca, lo cual me llevó mucho tiempo, me retiré a mi habitación. Me di un buen baño y bajé a cenar. Estuve bastante tiempo en la cocina, aguantando las sonrisas y miradas de las chicas allí. La mirada que más me inquietaba era la de la señora Cope, la cual en ocasiones me miraba de reojo y cuando se percataba que la descubría, me regalaba una mirada de incredulidad y escrutinio, era como si quisiera ver en mis ojos, la verdad de lo que había pasado entre Bella y yo la noche anterior, tal vez eran paranoias mías y la vieja solo quería matarme. Miré mi plato, mientras me pasó por la cabeza de que luego de que Bella me prometiera que no saldría de la casa blanca sin antes buscarme estaba mas tranquilo, ya no era necesario custodiarla en su habitación. Era un alivio, para mí y un gran avance, me llevé un cubierto con alimento a la boca, mientras me sonreía solo, me hacia tan bien saber lo mucho que había cambiado, Bella. Mi dedo movía el cubierto sobre el plato, revoleando la comida, mientras recordaba a la Bella triste, desesperada y arrogante y la comparaba con la bella que me regalaba esa sonrisa, esa mirada… su cuerpo… cerré los ojos y volví a ver y a apreciar lo hermosa que se veía toda desnuda, lo afortunado que fui al tenerla entre mis brazos, y el poder tocarla con mis manos. Isabella era la chica más hermosa que había visto en mi vida. Tomé aire suficiente por la boca, mientras debajo de la mesa apretaba un poco fuerte mis piernas, diosss, estaba jodido… esto era frustrante, es que aun no me creía el hecho de haber sido capaz de dejar anoche las cosas como quedaron, cuando no aguantaba las ganas de entrarme fuertemente en ella. Con frustración dejé caer el cubierto sobre el plato y llevé mi mano debajo de la mesa, para acomodarme mi ya abultado miembro. Mi estomago se había cerrado, el hambre se había esfumado y ahora solo tenia grabada en mi mente el cuerpo, hermoso y desnudo de Isabella Swan, diablos la deseaba tanto, la necesitaba tanto, que seguro que no podía seguir soportar este estado en el que estaba por ella.

_ ¿Te sientes bien, Edward?... -dijo Jessica y yo la miré de golpe, ella me miraba con duda-.
_ Estoy bien gracias…

Dije sin más y me puse de pies abandonando de golpe la cocina y mi cena a medio empezar. Caminé por las escaleras. Más bien las subí corriendo. Necesitaba verla, tocarla… llegué hasta su habitación y noté que su pasillo estaba solito. En ese momento fue que me percaté lo sola que estaba esta niña, hasta su habitación se encontraba en un piso solo. Llegué a su puerta y me encontré que me sentía algo ansioso. Dios, qué rayos me pasaba con esta niña. Sin llamar a la puerta giré levemente el pomo y entré a su habitación. Me quedé parado allí mismo, al verla durmiendo profundamente en vuelta en sus sabanas de cedas, lentamente caminé hacia ella y la observé fijamente. Ella era tan hermosa… El pelo cubría un poco su rostro. Y me quedé allí por un largo rato disfrutando por el solo hecho de verla dormir. Isabella Swan, ha llegado a donde ninguna chica a llegado antes. Era súper increíble.
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El solo hecho de verla dormir, me tranquilizó un poco. Sabia que estaba enfermo y que la cura era esa princesa que estaba envuelta durmiendo profundamente entre aquellas sabanas. Me había hasta sentado a un lado de su cama para verla dormir, cuando supe que era momento de marcharme lo hice. Salí de su habitación, eran las ocho de la noche por lo que me retiré a mi habitación. De camino sentí que mi celular sonó, vi la pantalla y tomé la llamada.

_ Ey, Em… ¿Cómo te va en Londres?...
_ Hola, Ed… todo aquí ha salido muy bien… y por allá, como están las cosas…
_ Tranquilas… -dije sonriendo-.
_ Permíteme dudarlo… ¿Bella no te ha dado dolor de cabezas?...
_ Pues no… ahora mismo duerme tranquilamente en su habitación…

Emmet hizo silencio por unos largos segundos.
_ Bueno… es gratificante saber que la tienes controlada… pero ¿Qué hacían ayer en Maryland?…

Yo abrí los ojos como platos, ¿Ya lo sabía?...
_ Espero tu respuesta Edward…
_ Bella llevó a Alice a casa de su abuela que estaba muy enferma… allí perdimos mucho tiempo y cuando regresábamos, nos agarró de camino una tormenta…
_ Mierda, Edward… ¿Sabias que Bella esta castigada?... cuando la primera dama se de cuenta de que salió de la casa blanca la va a castigar de por vida…

Yo entré a mi habitación.
_ Son demasiado fuertes con ella…
_ No es tu problema…
_ Puede llegar a hacerlo… -solté antes de fijarme en las palabras-.
_ ¿Edward?... ¿Qué mierda estas diciendo?... ¿acaso te volviste loco?...
_ Emmet la verdad estoy algo cansado…
_ Mierda!!, mas te vale que no me cuelgues la llamada… ¡te conozco maldita sea!... -gritó Emmet desde el otro lado, yo me apreté fuertemente el puente de la nariz, mientras lo escuchaba enojado-. ¡Se que no sabes lo que es tener un limite!... ¡pensé que habías entendido lo que hablamos, Edward!... -yo seguía callado, de momento escuché que Emmet dejó de hablar, ahora se escuchó su voz un poco mas calmada-. Edward deja la estupidez, y deja de actuar como un maldito estúpido, no sabes en lo que te estas metiendo…
_ Emmet, cálmate ¿quieres?, si me meto es porque Isabella me importa mas de lo que puedes imaginarte…
_ ¿Qué te importa?…
_ Siento que estoy empezando a quererla… -dije porque sabia que podía confiar en mi hermano, la voz de Emmet se escuchó distorsionada del terror-.
_ ¿Me estas hablando de amor?, Edward… es una niñaaaa… ¿sabias que podrías ir a prisión por quererla mas de la cuenta?... puedes ir a prisión por lo que estas diciendo…
_ Emmet, cuando te calmes hablamos, ok?... así no puedo hablar contigo…
_ Por un demonio, Edward, no te atrevas a colgarme el teléfono… -dijo de manera amenazadora-.

Y mi rabia explotó.
_ ¡¿Sabes que, Emmet?!... ¡se me importa muy poco, lo que pienses tú, lo que piense nadie!... ¡estoy demasiado crecidito, para saber que me conviene y que no!... así que déjame en paz, ya llevo suficiente con el problema que me cargo… -dije al recordar mi constante erección, es que estaba tan mal ¡que salió a relucir en medio de la cocina!-.

Sin pensarlo dos veces, cerré mi celular y me dirigí al baño para darme una ducha.      
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Bella Pov.

Me senté en la cama de golpe. Sintiendo un maldito calentón en mi entrepierna… ¿era esto posible?... dios me llevé ambas manos a los cabellos y cerré los ojos para apartar aquellas imágenes que rondaban en mi maldita cabeza. Dios, estaba soñando con ellas y ahora, estaba despierta y lo seguía sintiendo, sus labios sobre los míos, sus manos recorriendo mi cuerpo, su boca desplazándose a mi entrepierna, apreté fuertemente mis piernas y al hacerlo un jadeo salió de mis labios. Me dejé caer de espaldas en la cama y con mi frazada me cubrí el cuerpo entero. ¿Estos sueños húmedos… me iban a estar sucediendo tan a menudo?... de ser así, iba a estar súper muerta… me dije y gruñí al sentirme condenadamente frustrada, era increíble el cosquilleo que estaba sintiendo en este momento en mi sexo. Era como si necesitara su toque, como si mi cuerpo ansiara tener un orgasmo de manera urgente. ¿Es que acaso esto le ocurría a las personas?... ¿o era una simple enfermedad que me pasaba a mí?... dios lo quería conmigo, pero de manera urgente. Rápidamente me quité la sabana del cuerpo y salí de la cama. Miré a la mesita de noche y tomé mi celular, buscando su número y este sonó varias veces y él no me contestó. Pueden decir que estoy loca, pero sin pensarlo, tomé la parte de encima de mi batita,
y me la tiré encima, amarrándome el lazo en la cintura y sin pensármelo dos veces, salí de mi habitación. Ni siquiera me subí al ascensor, ya que de manera escurridiza, bajé las escaleras, conocía perfectamente el área en donde se encontraban las habitaciones, de los oficiales de la casa blanca. Es que ¡por dios! Parecía una ladrona en mi propia casa, escondiéndome detrás de la pared, caminando en puntillas de los pies. Llegué a la primera habitación que ví y sin pensarlo dos veces, corriendo entré, que dios me ilumine y que sea la de Edward… ¿mierda tan desesperada estaba? La respuesta mentalmente fue un “siiiii”. Entré y cerré y cuando me voltee para la cama y vi a Edward quien aparentemente había estado acostado en su cama, viendo la tv, y que ahora se encontraba sentado en la cama, sin camisa, con solo unos boxers de pantaloncitos cortos, mirándome con una cara de sorpresa inigualable, yo dejé salir una sonrisa, algo estupida, pero de alivio, al verlo a él.

_ Hola… -dije en un susurro mirándolo directamente a los ojos, ahora me sentía algo mensa, por la grandiosa, véase el sarcasmo, idea de meterme en su habitación, prácticamente desnuda-.

La verdad es que noté que la mirada de Edward dejó de ser de sorpresa, luego pasó a ser de duda, pero solo por unos segundos, para terminar en enfado.
_ ¿Qué rayos estas haciendo, Isabella?...

Me alcé de hombros, mientras pensaba que no debía ser sincera con él, porque sonaría como un “lo siento, Edward, es que acabo de tener un sueño húmedo contigo, y la verdad al despertarme tenia la necesidad irreparable de que se hiciera realidad, y por eso estoy acá… ¿podrías hacerme el favor?” trágame tierra y no me dejes salir ¡jamás!...

Edward se paró de la cama, dejando a un lado de ella, el control del plasma y al verlo, sin camisa, descalzo, el pelo húmedo y en solo esos pantaloncitos, sentía que me estaba calentando mas de la cuenta, ¿Por qué era tan malditamente irresistible?.

_ Isabella… -dijo Edward entre dientes y yo lo miré a los ojos-. ¿Por qué te estas poniendo colorada?…

Respiré hondo y traté de sonreírle relajada, “imposible” vi que al Edward estar mirándome fijamente a los ojos, frunció el seño con preocupación, mientras se acercaba a mí.
_ ¿Pasa algo?... -mi cara debía ser un poema, él apresuró los pasos y se acercó a mí-. ¿Te pasa algo?...

Dios siiiiii!!!... quería gritarle. Es que… tenia que estar enferma, porque en ese momento, sentía la humedad salir de mí, apreté fuertemente los ojos.

_ Bella… -dijo Edward y escuché su tono preocupado, yo tenia los ojos cerrados fuertemente por lo que sentí sus manos tocar mis mejillas, su voz la sentía tan cerca de mi rostro, su tono dulce, delicado y la forma en que me susurró, me estaban matando-. ¿Acaso te esta pasando lo mismo que a mí?...

Yo al escuchar eso, lentamente fui abriendo los ojos, para toparme con sus esmeraldas, bastante oscuras tan cercas de mí. Su respiración chocaba en mi cara, su cuerpo estaba tan cerca de mí, pero sin tocarme. Nuestras miradas se engancharon y yo quería confesarle lo que estaba sintiendo en este momento.

_ Nunca me había pasado… -le susurré, sin aparatar mis ojos de los de él-. Ni siquiera se que es lo que me pasa, si es normal, o no… pero necesito sentirte… -dicho esas palabras, vi que Edward se tensó y cerró sus ojos fuertemente, yo continué-. Quiero que me enseñes, Edward. Quiero que me hagas sentir eso que me hiciste sentir anoche… no logro sacarlo de mi cabeza…
_ Shhhhh…. -dijo Edward abriendo los ojos y mirándome fijamente-. Calla, por favor… no continúes, o vas a lograr que cometa de una vez por toda, una maldita estupidez…

Yo me mordí el labio fuertemente y vi como sus ojos se perdieron en aquello. Edward llevó su dedo pulgar y haciendo presión en el labio inferior, liberó de mis dientes el labio superior-.

_ No logro sacarte de mi mente, nena… pero esto no puede ser, eres una niña…
_ Sabes que no lo soy, Edward… -le rogué-. En menos de cinco días, dejaré de serlo ante la ley… no me niegues esto que deseo tanto…
_ No, no, no… ¡No!... -dijo apartándose de mi furioso, yo me quedé el shock ante su repentino cambio de humor, él estaba de espalda a mí, y lo vi halarse el pelo frustrado-. ¡Isabella, no entiendo que me has hecho, no tengo idea de porque no puedo negarme ante lo que sea que me pidas, mucho menos cuando me miras de esa manera!... -se giró y me fulminó con la mirada-. ¡No es que no lo desee tampoco, pero se que esto no es correcto!... -me miró con dolor-.
_ ¿No es correcto que te desee tanto como lo estoy haciendo en este momento?... -dije dejándolo sin palabras, mirándolo con preocupación, él lentamente volvió a acercarse a mí-.
_ ¿Qué es lo que sientes Isabella?... –dijo colocándose frente a frente a mí-.

Yo le miré a los ojos, mientras le hablaba en un susurro.
_ Pues… acabo de soñar contigo… -tragué en seco, ante la mirada tan penetrante con la que me miraba-. 
Soñaba que me besabas, que me acariciabas… que tus labios recorrían mi cuerpo… desperté con la humedad brotando de mi entrepierna… -noté que su respiración se estaba acelerando-. Siento un cosquilleo increíble, justo ahí y no se porque siento que solo tú puedes calmar dicha sensación… ¿Qué es Edward?... ¿Qué es lo que estoy sintiendo?... ¿Por qué tanta necesidad en esa parte de mi cuerpo?... ¿es normal?... -saqué todas las preguntas sin respirar y noté como él se mojó los labios y tomó una de mis manos, yo lo miré con duda-.
_ Es normal que te pase, cuando deseas a alguien… mira, toca aquí…

Y solté un jadeo, cuando llevó mi mano a su entrepierna. Estaba tan duro que lo miré a los ojos algo sorprendida. Él me miraba tan serio.
_ Me tienes en constante problema, pequeña… -su voz se escuchaba ronca y para mi sorpresa aunque nos mirábamos a los ojos, seguía con mi mano allí, al tener solo los boxers, su miembro se sentía tan duro, tan grande. Yo di un paso acercándome más a él, mientras que con la mano moví un poco mis dedos sobre su miembro. Sus labios se separaron un poco, y noté que cerró los ojos por unos segundos.
_ Edward… -le susurré con súplica-. Se que anoche debiste quedar mal… déjame ayudarte… ¿si?... quiero hacerlo, necesito hacerlo… por favor… -era humillante mi necesidad de él-.
_ Bella…  -jadeo, se escuchaba tan bien, que yo me sentía mas húmeda-.

Yo moví un poco la mano y le apreté su miembro y el volvió a jadear. Esperaba estar haciéndolo bien. Me puse de puntillas, mientras lleve mis labios a la comisura de los de él, su olor era tan exquisito. Los rocé mientras le susurraba dulcemente.

_ Siento como en este preciso momento, me estoy humedeciendo más, ¿quieres ver como me tienes tu a mi?...

Fui yo quien mientras besaba su mejilla, su barbilla, tomé de manera desesperada una de sus manos y me la metí debajo de la bata, directamente a mi entrepierna, y lo puse a que me tocara sobre los pantys, Edward al sentir mi humedad jadeo de una manera tan varonil, tan fuerte que casi provoca que me corra en ese instante, su respiración se aceleró tan repentinamente y sus labios de manera desesperada buscaron los míos, y lo abarcaron de una manera tan necesitada que me costaba llevarle el ritmo. De momento sentí que mi espalda chocaba con la pared fría y como Edward aprisionaba su cuerpo sobre el mío, mis manos fueron a sus cabellos, y la de él no se conformó con quedarse sobre mis pantys, ya que sin esperarlo, sentí como por una de las orillas del pantys lo corrió y tocó con sus dedos súper largos y calientes mi clítoris de manera directa, menos mal que me estaba besando, porque su boca tragó el jadeo que expulsé, cuando sus dedos me tocaron de esa manera, mi cuerpo se convulsionó a los segundos, estaba tan mojada que sus dedos resbalaban con facilidad. Dios estaba tan caliente que dudaba en aguantar mucho tiempo. Edward aunque me seguía tocando, seguía presionando su cuerpo con el mío. La sensación era indescifrable. Mi cadera comenzó a moverse sobre sus manos, Edward abandonó mis labios, para llevar los de él a mi oído, mis jadeos eran involuntarios, al igual que el movimiento de mi cadera.

_ Estas tan mojada que muero, preciosa… ¿te gusta lo que estas sintiendo?... ¿te gusta lo que te provoco?...
_ Siii… Ed… Ward… dios… me voy a correr…
_ Hazlo… me encanta verte… te ves tan hermosa… hazlo… suéltalo, Isabella… suéltalo para mí…

Y mi cuerpo convulsionó fuertemente, mis labios se abrieron, y mis ojos buscaron los de él, mientras que con mis manos me sostenían en sus hombros, porque mis piernas en ese momento eran gelatinas… los espasmos fueron desapareciendo lentamente y Edward no apartaba su mirada de mis ojos, sacó sus manos de mis pantys, y con sus labios buscó los míos, para darme el mejor beso que me hubiera dado. Su lengua suavemente pidió permiso para entrar en mi boca, yo se lo concedí y de manera sincronizadas nos besamos, aproveché para irme recuperando del orgasmo que me había provocado Edward. Porque la verdad que no iba a comportarme como la noche anterior. Fuerzas tenia que sacar para devolverle aunque sea un poquito de lo que él me daba a mí.

Edward Pov.
Dios, sentía que el beso la estaba calentando nuevamente. Ya que de ser suave, explorador y tranquilo. Al transcurrir los minutos se estaba convirtiendo en un poco mas acelerado, exótico y sexual. Ya que sentí como su lengua de manera necesitada buscaba la mía, Isabella se estaba convirtiendo en mi debilidad, y eso no me agradaba del todo, porque la verdad, estaba conciente de que estaba pisando terreno peligroso. Nuestras  lenguas danzaban juntas, separé mis labios de los de ella, para permitirnos tomar aire, mientras, llevé mis manos a su cadera, y la acerque un poco más a la mía.
Volví a buscar sus suaves y adictivos labios, para juntarlos con los míos. Aquella batita de seda que llevaba puesta, que me había sacado el aliento al verla, me permitía sentir el calor que desprendía su piel debajo de ella, era tan suave y delicada, sabia que estaba tentando al demonio, pero por más que traté de que mis manos quedaran fijas en sus caderas, las malditas tomaron vida propia. Recorría sus caderas, su cintura y su espalda, por encima de la suave tela de seda. Podía tocar sus piernas directamente y eso me estaba volviendo loco. Sus labios seguían besando los míos demandantemente. Su saliva era tan exquisita, al igual que su aroma y su sabor. De momento sentí, que sus manos, las cuales estaban sobre mi pecho, lentamente fueron haciendo una presión, lo cual me obligaba a caminar de espalda, cuando sentí que mis pantorrillas chocaron con la cama, entendí cual era su propósito. A este punto, no estaba pensando con la cabeza de arriba. Ella separó sus labios de los míos, solo para propinarme un leve empujoncito, que provocó que cayera sentado en la cama, nuestros ojos se engancharon, y madre santa. Estaba muerto. Bella estaba tan condenadamente sexy, que seguro que mi miembro creció un poco mas por solo verla. Su pelo despeinado, sus mejillas levemente coloradas, sus labios, rojos y demasiados apetitosos, ella sin dejar de mirarme se quitó el lazo de la cintura quitándose la batita que cubría una lencería que le quedaba malditamente bien, mi respiración era un caos, mis ojos miraban fijamente su cuerpo, ella subió una rodilla sobre la cama, y poniendo las puños cerrados sobre mi pecho, lentamente me fue empujando hasta recostar mi espalda sobre la cama, ella buscó nuevamente mis labios, al mismo tiempo que se fue inclinando sobre mí, colocándose a horcajadas sobre mi miembro, jadeé en su boca cuando sentí que ella comenzó a frotar su sexo con mi miembro, estaba tan duro que me dolía, ella suavemente se movía de arriba abajo, mi respiración era para nada regular, mi corazón dejó de latir cuando sentí sus manos irse a la goma de mi boxers, y a este punto, yo solo veía la necesidad imperiosa de descargarme, por eso no la detuve. Yo también necesitaba de ella. Ella dejó de besarme y separó su cuerpo para mirarme a los ojos, estaba nerviosa, lo noté, cuando la ví bajar la mirada a mi miembro, mientras veía como sus manitos temblorosas, lentamente fueron bajando mis calzoncillos. Al liberar mi miembro, la noté votar el aire que estaba contenido en su pecho. Pagaría por saber que estaba pensando, mientras miraba mi miembro tan erecto tan cerca de su mano. Nuestras respiraciones estaban agitadas. Ella luego de unos segundos, continuó bajándolos hasta mis rodillas, yo continuaba debajo de ella, por lo que ella terminó de deshacerse de mis boxers, me miró a los ojos, mientras volvía a acomodarse a ahorcajadas sobre mí, haciendo que mi miembro sintiera la humedad que cargaba su ropa interior, a este punto, ya no tenia cordura alguna. Yo cerré los ojos suavemente para dejarme disfrutar de todo lo que me provocaba aquel contacto inigualable, una corriente eléctrica recorría todo mi cuerpo, provocando la necesidad de solo mover su panty de lado y entrarme en ella de una maldita estocada. Un jadeo salió de mis labios, ella volvió a besarme, pero sus labios no de detuvieron mucho tiempo en los míos, porque ahora estaban recorriendo, mi barbilla, mi cuello, y siguió bajando a mi pecho, dios!, cuando sentí su lengua en mi tetilla, aferré mi puño a lo primero que encontré, para no ser capaz de correrme allí mismo. Mierda, no podía creer que esta niña inexperta, era capaz de despertar dichas sensaciones en mi cuerpo. Sus labios siguieron bajando, mojando mi estomago, mi ombligo, y cuando besó el triangulo de mis caderas, mi cuerpo se tensó fuertemente, cerré los ojos fuertemente, y fue cuando sentí como unas manos aparentemente inexpertas sostuvieron mi miembro, abarcándolo lo mas que podía, justo en su eje, ambos nos miramos a los ojos mientras ella lentamente bajó la piel de mi miembro y lo volvió a subir con el mismo ritmo. Nos mirábamos a los ojos, aunque los míos se cerraban por ocasiones, por el placer que me estaban provocando sus manos, el jadeo que salio de mis labios fue fuerte, pero no tan fuerte que el gruñido que solté, cuando sentí la humedad de sus labios abarcar completamente mi miembro.

_ Mieerda, Bella… sigue…

Sabia que no iba aguantar mucho, ella movía sus labios de arriba abajo, lo estaba haciendo tan lento, que me iba a matar, por lo que yo sin dejar de mirarla, llevé una de mis manos a su cabello,  y apresuré el movimiento, estaba desesperado por correrme, mis ojos se mantenían abiertos con mucho esfuerzo, el calor, el deseo y el ver a bella abarcando con su boca mi miembro, mientras su mano, la cual estaba en el eje, y se movía también, me estaba enloqueciendo, era increíble, mis caderas comenzaron a moverse en su boca, jadeaba mientras embestía en su boca, gruñía fuertemente, mientras sentía que el semen se estaba acumulando en la punta, mis movimientos se aceleraron, y mi mano se volvió un puño en el pelo de su nuca, y cuando la vi sacarse mi miembro solo para pasar su rosada, mojada y delicada lengua en mi glande, fue suficiente, para apretar los ojos, tensarme y parar los movimientos de mi cadera, para dejarme golpear con el orgasmo mas satisfactorio de mi vida.

_ Bella… be…lla… be…lla… -dije entrecortadamente, mientras sabía que mi mano se aferraba fuertemente a los cabellos de su nuca, pero con ello evité mantener la boca de bella apartada de mi miembro, mientras expulsaba en grandes retorcidas la cantidad del semen que contenía en mi sistema. Ella miraba como el semen salía de mi glande y caía en mis piernas, yo con mi otra mano sostuve mi miembro, terminándome de sacar el semen que quedaba.
_ Isabella… -dije y mi voz aun estaba ronca, cuando vi que llevó su mano lentamente a mi pierna, precisamente en donde estaba una mancha de mi semen, me desubique al imaginar su intención, con mi mano, paré la de ella de manera busca, eso no lo soportaría.
_ No lo hagas, por favor… de hacerlo, juro que no sería capaz de detenerme…

Dios! no se imaginan lo dificil que fue para mí hacer este capitulo. Espero de corazón que les guste...
estaré actualizando la proxima semana, perdon por la tardanza.
AGRADECIMIENTO ESPECIAL PARA: LUCY amiga del alma, Gracias. ANTAREZ, VALE y SABI CHAN y los anonimos que se animan a dejar sus comentarios. BESOTES Y ABRAZOS...

ESPERO SUS COMENTARIOS...

jueves, 15 de diciembre de 2011

CAPITULO XVIII.

DESEO INCONTROLABLE...

PERDONEN LAS FALTAS, SUBI LA HISTORIA DE UN PRONTITO...

Se quitó los pantalones y yo no podía dejar de verlo como la gran estúpida que era. Edward quedándose solo, con ese maldito bóxer, que le quedaba de muerte, me quitó la sabana, mi cuerpo se tensó por completo cuando sentí que el cuerpo de Edward tuvo contacto con mi piel por debajo de las sabanas. Sin duda alguna iba a morir.        

***
Edward Pov.

Mi suerte era tan mala, que no dudaría que en este preciso momento, Emmet Cullen, llamara a mi teléfono, para preguntarme, qué tal con mi tarea de cuidar a la hija del presidente. El frío que sentía mi cuerpo, no era absolutamente nada, comparado con lo que estaba sintiendo en este momento, al ver a Bella caminar tomada de mi mano, bajo tremendo agucero que se nos venia encima. Era increíble, ella iba empapada, y tratando de cubrirse con la mano desocupada la frente, la verdad es que con la gravedad que caía el agua, nos estaba golpeando. Ella no se quejaba, y trataba de seguirme el paso, sabia que le costaba, y aunque me hubiese gustado, reducir mi paso al de ella, para no fosarla a caminar tan rápido, no podía permitirlo, teníamos que seguir apurando el paso. Bella era sumamente terca. No quiso quedarse en el auto sola, cuando yo solo lo que trataba era evitarle esto. Pero igual, no insistí, porque tampoco era de mi agrado dejarla allí sola, en medio de la nada. Me di cuenta que el hecho de que le preguntara a cada momento ¿Cómo estaba?, la estaba irritando, por lo que a los 10 minutos, decidí cerrar la boca. Estaba muerto de la preocupación por ella, pero igual, no iba a cambiar la situación, al contrario, podíamos terminar gritándonos, si seguía fastidiándola con lo mismo. La sentí parar de golpe mientras gritaba mi nombre y mi corazón bajo a los pies de golpe.

_ ¡Edward!... –cuando divisé através del agua, que lo que me estaba señalando con su dedo era un hotel de paso, un “techo” en el que nos podíamos guarecer y pedir ayuda, mi corazón y mi alma respiraron. La obligué a caminar más de prisa. Cuando pisamos el piso y el agua dejó de caer sobre nuestros cuerpos, miré a Bella, y juro que quise morirme. Estaba tan mojada que daba pena, yo debía verme igual. Me fijé detenidamente en ella y se veía tan hermosa. Su pelo cubría casi toda su cara, el agua seguía corriendo por su piel, por su ropa, y se veía tan condenadamente “sexy” que… mi maldita entrepierna comenzó a reaccionar. Respiré hondo, tratando de obligar a mi maldito miembro controlarse, no era ni el lugar y ni el momento, para que éste quisiera llamar la atención. Aproveché que Bella se estaba examinando a si misma, para fijarme en su vestimenta. Sus tan caros y finos botines estaban completamente arruinados, sus pantalones se adherían mas aun a su cuerpo, su blusa ni se diga, encima de ella, llevaba mi cazadora abierta, la cual al estar abierta, me pudo dejar visualizar perfectamente los pezones de bella, demasiados erectos debajo de su ropa, imagino que del frío que llevaba la pobre. Dios lo que me faltaba, ya estaba completamente duro. Sin pensarlo dos veces, la tomé de la mano y entré al lobbys del hotelito. Mientras pensaba “tranquilo, Edward… buscamos a alguien que nos ayude con el auto y arrancamos hacia la casa blanca… una buena ducha fría, acabaría con mi problema”. Bufé al recordar esa mañana y que la ducha fría no hizo mucho por mí… cuando pisamos el lobbys del hotel, de manera inmediata estudié el ambiente. Habían unos cuantos hombres mayores (de 40 a 50 años sentados en unos sofás hablando entre ellos) y unas señoras en otro lado. Uno de los tipos fijó su vista en Bella y en mí y de manera sincronizada, los demás hicieron lo mismo. En mi, solo perdieron un segundo, noté la mirada fijas de esos tipos en Bella, y eso me molestó de una manera increíble, y lo que hice fue tomarla del brazo y colocarla detrás de mi cuerpo, al mismo tiempo que fulminaba a esos tipejos con mi mirada, la mano de Bella estaba helada. Sabía que tenía que hacer algo rápido, porque sin duda alguna iba a enfermar y solo yo iba a ser el culpable. La jalé hacia el mostrador, en donde estaba la recepcionista, y la miré. Bella seguía detrás de mí.

_ Hola, Joven… estamos en problema, y necesito que me ayuden… mi auto se le averió el sistema eléctrico, y se nos quedó en medio de la carretera… ¿crees que alguien pueda ayudarnos?... pagaré lo que sea necesario…

Ella me miró detenidamente por unos segundos y luego me sonrió coquetamente.
_ Me encantaría poder ayudarlos, pero es que estoy completamente segura que con el torrencial de agua que esta cayendo, aparezca alguien que quiera aventarse a la carretera…

Dios. Si Rosalie tenía razón y podía cautivar a las chicas, lo iba a poner en práctica en este momento. Por lo que me incliné un poco sobre el mostrador y le susurre delicadamente.

_ Por favor… pagaríamos lo necesario, necesitamos que alguien nos ayude…

La ví colorarse como un tomate, y hasta desviar mi mirada incómoda y luego me miró con algo de pena.
_ Lo siento… pero de la única manera que podría ayudarlos… es ofreciéndole una habitación hasta que pase la tormenta…

Esas palabras me dejaron en shock por unos largos segundos.
¿Me estaba insinuando que me quedaría en una habitación solo con Bella?... ¿así tan hermosa como lucia?... ¿muriéndonos ambos del frío?...  ¿deseándola tanto como la estaba deseando en este momento?... eso era imposible. No podía permitirme cometer tal error. Me conocía y sabía hasta donde llegaba mi maldito autocontrol. Aunque pensándolo bien. Seria bueno que Bella se secara un poco y hasta descansara un momento. El frío era de madre.

_ Bueno… -dije entre dientes, mirando fijamente a la amable chica-. Al menos réntanos dos habitaciones… una para la señorita y otra para mí…
_ Lo siento señor… -dijo la chica preocupada-. Estamos full, con la tormenta hemos recibido bastantes turistas de paso… solo podemos rentarle una…

Y allí mi paciencia se fue al mismísimo diablo. ¿Es que acaso el demonio tenia un propósito?... mi furia la pagó la chica.
_ ¿Acaso no sabe a quien le está negando una maldita habitación?...

Dije, necesitaba buscar la forma para que esa chica me ofreciera otra habitación, aunque tuviera que custodiar desde afuera la habitación de Bella, lo haría, pero no me iba a encerrar con ella, en cuatro paredes. ¡No! Era capaz de en este momento, hasta gritar que le consiguieran la mejor habitación del madito hotelucho, Isabella, no era mas que la Hija del Presidente de los Estados Unidos. Pero no, Bella al parecer se dio cuenta de mis intenciones, ya que antes de que yo volviera a abrir la boca, ella me interrumpió.

_ Edward… -me susurró y su voz fue apenas un murmullo, se escuchó tan débil, esa no era su voz, yo de inmediato me giré y la miré, no escuché lo que me dijo, solo se que lo que vi no me gustó para nada. Ella trataba de abrazarse así misma, sus labios estaban tan morados, y noté como levemente temblaba, sus dientes estaban apunto de castañear, parecía que ella estaba trabajando para que eso no pasara. Su voz fue tan débil, cuando le habló a la chica, que no quise llevarle la contraria.

_ Señorita, por favor, facilítenos la habitación… me estoy congelando… -dijo ella mientras su cuerpo se estremecía un poco-.

Volví a darle un vistazo al lugar y si me mantenía despierto y atento, nada le iba a pasar a ella.
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Caminamos por el pasillo, subimos las escaleras y entramos a la habitación, la cual era pequeña, pero se veía cómoda y limpia. Dios… -le rogué internamente-. Debes ayudarme a Salir bien de esta. Cuando Bella entró al baño, yo revisé la habitación, minuciosamente, el balcón, las cortinas, debajo de la cama, dentro del closet, todo. Cuando vi que todo estaba bien, salí de la habitación y aseguré bien la puerta de Bella. Bajé nuevamente a recepción, y me sentí incómodo por las miradas fijas de aquellas personas. Caminé de manera que ellos vieran que no estaba desarmado. Llegue a donde la chica detrás del mostrador. El frío cada vez era insoportable, y el chorro de agua que caía afuera, me estaba estresando.

_ ¿En donde puedo conseguir algo de ropa seca?... –le dije y ella me miró con duda-.
_ Pues… puedo ofrecerles esta bata de baño, es la única que nos queda…

Ella me la pasaba bastante dobladita. La tomé con la poca paciencia que me quedaba y me fui de allí. Esto era increíble…

Al llegar a la habitación. Note que Bella aun no había salido del baño. Me senté en la orilla de la cama. Mierda, hacia un frío de muerte, hasta yo me estremecí, cuando me di cuenta que el grifo no sonaba y que llevaba bastante tiempo sentado allí, sin escuchar absolutamente nada en el baño, me paré y le coloque la bata en el pomo, mientras le hablé a Bella.

_ Bella… -le dije-. No hay tiendas ni nada… esto es un maldito fiasco… -mientras pensaba que estas mierdas solo me podían pasar a mí-. Solo he conseguido que me facilitaran una bata de toalla, Te dejo una en la puerta para que te la pongas… Puedes abrir y acostarte en la cama, estaré en el balconcillo-.
.
.
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Dios me estaba congelando, me pase la mano repetidamente por la cabeza, el frío golpeaba mi cuerpo, por lo que sin pensármelo dos veces, me saqué la camisa y luego la polera, mi cuerpo se sacudió de manera fuerte, por lo que rápidamente le quité la frazada a la cama y me la tiré sobre los hombros, cubriéndome con ella. Y allí fue que vino ese maldito pensamiento a mi memoria. ¿Qué rayos pretendía hacer ahora?... tirarme a la cama con Isabella… ¿a sabiendas que con lo mojada que estaba su ropa, de seguro se iba a quedar completamente desnuda debajo de esa bata?... nooooo, dios no me hagas eso… me dije, mientras me dirigía al balcón, habría la puerta y me dejaba consumir en el maldito frío. El agua caía del cielo sin compasión alguna. Me senté en una silla semi inclinada, que gracias a dios estaba allí, mientras pensaba que un whiskys seco, era lo mejor que me podía caer en estos momentos. Bueno, aunque me encontraran frisado en esta silla mañana, me iba a quedar aquí. No iba a entrar a esa habitación, en donde se encontraba prácticamente desnuda la chica que me provocaba tales sueños húmedos.

_ Edward… -su voz tembló detrás de mí y gire la cabeza de golpe, ¿Cómo se le había ocurrido salir para acá?-.
_ Isabella, entra…
_ ¿Qué haces acá afuera?.. te va a dar una hipotermia… -dijo y la vi abrazarse así misma-
_ Olvídate de mí… y anda a acostarte… -era lo mejor, para ella y para mi-.
_ ¿Te quedaras acá afuera?... –dijo con asombro, y yo solo atiné en darle un vistazo desde los pies a la cabeza, recordándome que seguro estaba completamente desnuda-.
_ Lo prefiero… -dije para mi mismo, pensando en mi salud mental, cuando vi que la muy terca, terminó de sacar su cuerpo completo al balcón, me enfurecí con ella, mierda, esa chiquilla era súper terca y eso me enfermaba-.
_ Bella vas a enfermar, por dios… ¡no seas necia y entra a la maldita habitación!...
_ No si tú no lo haces…

Dijo con una actitud tan infantil que me enfermó. ¿Es que no se daba cuenta que estaba temblando, que mierda era lo que estaba provocando?... ¿agotar mi maldita paciencia?... porque si hablábamos de autocontrol, ya me estaba quedando poco, reaccioné por impulso y me paré del silloncito, tomándola del brazo y entrándola a la habitación de manera brusca. Ella sacó su actitud, “niña de papi que todos están por debajo de mi” y me fulminó con la mirada, mientras se zafaba de mi agarre y me miraba.

_ ¡Eres un maldito bruto!...

La ignoré por completo y procedí a cerrar la puerta de cristal. Él frío continuaba casi con igual magnitud, era increíble.
_ Échate a la cama… -le indiqué mientras me quitaba la frazada y se la pasaba a ella, seguro que iba a necesitar cobijarse mas, me quedé algo descolocado, cuando noté que Bella no se estaba percatando de que le extendía la corcha, por el simple hecho de que me estaba inspeccionando detalladamente, fue cuando recordé que no llevaba camisa y que estaba desnudo desde la cintura para arriba.
_ ¡Isabella!... –le hablé duro para que me mirara a la cara y ella reaccionó tomando la corcha y dirigiéndose a la cama, la vi acostarse y luego cubrirse con cuantas sabanas habían en la cama. Ella se aovillo de tal manera, que me impresioné. En realidad yo también me estaba congelado hasta el tuétano. La temperatura había bajado de golpe y de que manera. Cuando escuché su leve murmullo, uno hasta sin fuerza, mis sentidos se pusieron en alerta.
_ Edward…

Rápidamente me acerqué a ella, acuclillándome a la orilla de la cama, mi mano fue impulsivamente a su frente, y sentí que su cuerpo se estremeció con mi toque. Ya que estaba tan cerca, me fije en su rostro y al ver que sus labios estaban “sumamente” morados me preocupe.

_ Mierda… te estas congelando… Isabella estas morada…

Trató de decir algo, pero su cuerpo comenzó a temblar suavemente, rayos, lo que me faltaba… cuando vi que los movimientos de su cuerpo eran involuntarios, me preocupe. ¡¿Cómo no hacerlo?! Estábamos en una maldito hotel de quinta, que ni siquiera sabia como se llamaba, bajo una terrible tormenta y con el auto averiado, tenia que hacer algo y ya…
_ ¡Maldita sea!... –me separé de ella, para ver si era que se me había quedado una jodida ventana o puerta abierta, pero no, todo estaba sellado y el frío era increíble-. ¿En este maldito lugar no tienen un jodido calefactor?... iré a averiguar…

Sin esperar más tiempo, salí de la habitación como un loco. Menos mal que no había rastros de las personas que estaban en el lobbys, yo había olvidado hasta ponerme ropa, la única que estaba era la chica del mostrador, quien al verme acercarme en esa facha, me tiro una mirada peor que la que me había dado Isabella.  ¿Lujuria?... no estaba para eso. Me acerqué.

_ Chica… -le dije con preocupación, ella seguía mirándome con los ojos como platos-. Necesito que enciendan la calefacción, pero ¡ya!...
_ Cale… ¿Qué?... –y mi rostro debió ser un poema cuando ella dijo eso, mieeeerda. ¿Qué opción me das, dios?-.

Dije dejando a la chica que no sabia darme una sola buena noticia y volví a correr hacia la habitación, en el momento que habría la puerta, un descarga eléctrica calló tan cerca que hasta me espanté, abrí la puerta, para encontrarme a una Bella, tratando de desenredar las sabanas de sus piernas, estaba temblando fuertemente, yo corrí hacia ella y la detuve tomándola por los brazos. Ella estaba tan nerviosa, sus dientes castañeaban fuertemente, su cuerpo temblaba increíblemente y yo estaba sumamente preocupado.

_ Tranquila… -y ni yo lo estaba-.
_ ¡Edward!... –me grito desesperada, asustada, mientras yo la obligaba a recostar la espalda nuevamente en la cama-. ¡Quiero regresar a la Casa Blanca, no quiero estar en este lugar!...

Y eso me golpeó fuertemente. Ella odiaba la casa blanca, la odiaba y sin embargo en este momento me estaba rogando que la regresara allí.
_ Shhhh, Tranquila… -la abrasé con dolor, porque sabia que por mas que quisiera complacerla, no lo iba a poder hacer-. Tranquila… -y esta vez dejó de resistirse y recostó su espalda en la cama-.

Sus labios temblaban.
_ ¿Y el calefactor?... –dijo mirándome directamente a los ojos-.
_ No saben lo que es eso… - y la vi poner una cara de resignación, que no me gustó para nada, debía dejarme de distancia, mantener mi autocontrol a límite, pero debía hacer algo por ella-. Dame un segundo…

Dije apartándome de ella, aseguré muy bien la puerta. Y procedí a quitarme el arma de fuego que todavía llevaba en el pantalón, la coloqué en la mesita de noche. No estaba pensando bien, lo se… sabia a que me abstenía en echarme con ella a la cama.

_ ¿Edward vamos a morir?... –la miré y note en su carita, que estaba muy preocupada, yo le sonreí para infundirle un poco de confianza, aquí el que tenia que estar sumamente preocupado era yo-.
_ Haremos lo posible para que no sea así…

Comencé a quitarme el cinturón del pantalón.
_ ¡¿Edward que mierda estas haciendo?!...

La ignoré por completo. La verdad es que yo también necesitaba calentarme urgentemente. Yo mismo quite las sabanas y me eche debajo de ellas, junto a Bella, quien se estaba estremeciendo fuertemente. Rápidamente con mis manos la tomé de la cintura, ella aun llevaba puesto esa bata gruesa del baño, y la jalé junto a mi cuerpo, ella me miraba algo achocada y la pegue a mi cuerpo. Estábamos acostados ambos de lados, de frente, la acerqué tanto a mí, que ella introdujo una de sus piernas entre las dos mías, y yo la que quedó arriba de la de ella, la subí entrelazando nuestras piernas, las cuales se sentían piel contra piel. Ella colocó su cabeza en mi pecho y yo rodeé su cintura, aprovechando para enterrar mi nariz en su pelo, el cual estaba húmedo. Ella se estremecía suavemente, y sentí que suavemente se friccionaba con mi piel, buscando algo de calor. Yo a pesar de estar tan cerca de ella, a pesar de tenerla allí entre mis brazos, debajo de esas sabanas, no estaba para nada tranquilo, ni relajado. Estaba tan tenso y tan duro como una piedra.

Bella Pov.

La sensación era agradable. Era como si aquella experiencia de andarme de la mano con Edward debajo de un torrencial de agua helada hubiera desaparecido. Era, como si estar en aquel hotelucho de quinta, en donde no era capaz de que hubiera agua caliente en el grifo, en donde existían personas, incapaces de conocer que era un “Calentador”. En  donde hubiera un frío tan desmedido, sin siquiera yo fuera capaz de llevar puesta ropa seca o un abrigo. A diferencia de todo aquello, en este momento, sentía mi cuerpo sumamente relajado, sentía un poquito de frío, pero aguantable, y hasta agradable, mis foses nasales eran embargadas por un olor exquisito, dejándome una sensación de placidez sensorial. Suspiré aliviada de manera audible. Y al moverme, sentí algo duro y suave a la vez, debajo de mi cuerpo. Fui despertando, abriendo los ojos y fue que comprendí que estaba demasiado desorientada. Todo estaba oscuro a mí alrededor. Gracias a una luz de un farol que entraba por una parte de la cortina, la cual alumbraba solo un poco la habitación en que me encontraba. Yo me tensé de repente y fue cuando los recuerdos me golpearon de golpe. El frío desmedido en mis huesos, debajo de un pila de sabanas, y a Edward atormentado quitarse los pantalones, quedándose en solo unos bóxers, demasiado sexy, echarse a la cama, y abrazarme, recordé el calentón que sentí cuando nuestras piernas, se entrelazaban, ya que la bata que llevaba puesta, era hasta las rodillas, recuerdo sus dedos calientes frotar mi espalda por encima de mi bata, recordé mi mejilla pegada en su pecho, recordé su respiración agitada, su nariz enterrarse en mi pelo, en mi cabello, recordé que buscando el calor de su cuerpo, friccionaba suavemente el mío con el de él, y recordé sentir algo demasiado duro rozar mi muslo. Abrí los ojos como platos, en medio de la penumbra de aquella habitación, al darme cuenta que me había quedado dormida. Dios, por eso no estaba sintiendo la cama suave debajo de mi cuerpo. Estaba con medio cuerpo sobre el de Edward, quien yacía acostado a boca arriba, con la espalda en la cama, y yo con medio cuerpo encima del de él, mi cabeza seguía en su pecho desnudo, y una de mis piernas sobre las de él. Su mano rodeaba mi cintura. Por eso la sensación agradable, por eso el olor sensorial. Dios, pero si era Edward. El estaba tan tranquilo que parecía un muerto. Y yo no quise mover ni en dedo para que no se fuera a despertar, porque la verdad, quería disfrutar más de este momento, si no podía moverme, al menos podía seguir oliéndolo. Y dejándome disfrutar, del calor que provocaba en mi, el sentir su cuerpo debajo del mío. Yo tenia aquella bata, que seguro de tanto moverme se había vuelto un ocho. No quería mirarme, pero si me ponía a sentir, la piel de mis piernas desde los pies, hasta los muslos, tenía contacto con la piel de Edward. Fue cuando recordé que no llevaba puesta mi ropa interior y mi pierna al estar levantada sobre las de Edward, había provocado que la bata reabriera y que mi entrepierna, sin naaaada de ropa estuviera tan cerca del muslo de Edward. Dios cerré los ojos, al sentir una ola de calor justo allí y sin darme cuenta me removí un poco. Necesitaba calmar el cosquilleo que provoco en mi entrepierna, el hecho de sentirme tan expuesta y tan cerca de Edward. Me mordí fuertemente el labio inferior, al sentir no solo una ola de calor allí, si no, una sensación como de si estuvieran abriendo una llavecita diminuta dentro de mí. Mieeeerda me estaba mojando y mi maldita cadera se movió nuevamente, esta vez pegándome más a Edward, haciendo que mi entrepierna se acercara más al muslo de Edward. Volví a cerrar los ojos, dejándome embargar de aquella sensación que estaba sintiendo mi cuerpo en ese momento. Dios ¡pero si yo no era así!... ¿Qué pensaría Edward de mi, si estuviera despierto?... y se diera cuenta que estaba prácticamente violando su pierna. Mi mano que estaba sobre su pecho, se movió suavemente, provocando que mis dedos acariciaran justo encima de su corazón. Yo estaba sumamente mojada, deseando por un demonio, que Edward se despertara justo en este momento y me tomara allí mismo. Cerré más fuerte los ojos, mientras sentía como mi centro estaba palpitando. Sabía que estaba mojada y que con un solo movimiento podía mojar con mis fluidos, la pierna de Edward y así facilitar el movimiento sin que él se percatara. Estaba sumamente caliente. Y cuando abrí un poquito más mi pierna y adherí mi centro a la pierna de Edward, humedeciendo el área, tomé el suficiente aire por mi nariz y al primer intento de movimiento. Pasaron dos cosas al mismo tiempo: la 1ra. Escuché un fuerte jadeo, el cual estaba 100% segura que no había salido de mi boca; y lo 2do. Sentí un golpe seco en mi pierna, justo la que estaba sobre la pierna de Edward. Me picó. Fue cuando comprendí que acababa de recibir un buen manotazo en esa parte de mi pierna.

De mi boca salió un jadeo. Y separé de golpe mi cara, la cual se levantó del pecho de Edward y lo miré. Edward me miraba con los ojos bien abiertos. Agradecí al cielo que la habitación estaba oscura, porque fui tan estúpida, que por no querer moverme y despertar a Edward, ni siquiera me había percatado, que él estaba despierto. Debía estar del color de Barney, (morada). Mi corazón se disparó a tal manera, que estaba segura que me iba a provocar un infarto fulminante.

_ ¿Qué mierdas crees que haces?... -y ese tono tan ronco de su voz, me golpeó de tal manera que si antes estaba mojada, ahora estaba sumamente empapada-.
_ Edward… -dije demasiado bajito-. Pensé que estabas durmiendo… -mierda, ¿yo dije eso?... quise morirme cuando las palabras salieron de mi boca, iba a pensar que era una pervertida-.
_ No he podido pegar un ojo… -dijo susurrando, por la forma en que lo sentía, estaba demasiado tenso, él seguía con la mano que me había golpeado, en mi pierna, pero la estaba apretando de una manera, que era evidente, que lo que no quería, era que volviera a moverme y frotarme contra él-.

Yo traté de mover mi pierna, para soltarme de su agarre y lo que conseguí fue rozar un poco mas arriba, justo en donde estaba un bulto bastante duro. Y Edward volvió a soltar un jadeo lastimero, solo que esta vez, al yo estar mirándolo, vi que por unos segundos volteo los ojos hacia arriba. Yo me mordí fuertemente los labios, mientras sentía mi humedad salir de mi, de una manera increíble, mientras sentí mi centro contraerse varias veces. ¿Qué era esto?... de momento la habitación se sentía cargada.

_ Isabella… -dijo Edward y su tono era mas ronco que hacia un momento, tomó mis hombros y delicadamente, yo me moví un poco mas hacia arriba. Mientras que tomé mi mano y la coloqué en su barbilla, obligando a que él girara la cara hacia el lado en donde se encontraba la mía. Era increíble, lo que estaba haciendo, pero me obligué a no pensar en nada y a dejarme llevar por lo que estaba sintiendo y lo que quería sentir a continuación. Sus esmeraldas verdes, se engancharon de mis ojos, sus ojos estaban oscurecidos, su pelo mas despeinado que nunca, me dejaban reflejar, que había estado pasándose la mano frecuentemente por los cabellos, yo sin apartar mi mirada de su rostro, al cual le estaba haciendo una minuciosa inspección, llevé suavemente mis dedos de la mano derecha a su cabello, y los acaricié suavemente, sentía como si estuviéramos en una burbuja única, una que nunca podría romperse, yo miraba  el pelo de él, mientras lo acariciaba, entraba los dedos y en suaves caricias, recorría su cuero cabelludo, él me miraba fijamente a los ojos. Y sabía que tenía que estar pasándola difícil. Al igual que yo. Como no lo vi tomar ninguna iniciativa, lentamente me incliné un poco y fui acercando mis labios hacia los de él. Mi mirada estaba fija en sus labios y al llegar a los de él, me acerqué y los toque, era una caricia suave, lenta y delicada, solo necesitaba probar su saliva, su esencia… por lo que suavemente empecé a mover mis labios sobre los de él.

Edward aunque estaba tenso, no impidió que lo besara, todo lo contrario, su agarre fue mas preciso sobre la pierna que tenia sobre las de él, 
Nuestras respiraciones comenzaron a acelerarse, y nuestros labios a acariciarse suavemente. Dios!, sentía mi piel caliente, aunque Edward no me estaba acariciando, ya que su mano, reposaba en mi pierna, su respiración en mi cara, sus labios sobre los míos, acariciándolos tan delicadamente, que era una sensación de muerte. Me acerqué mas a él, y en ese momento odie esa bata, y odie sus boxers, y solo porque necesitaba de manera urgente, calmar el calentón que estaba sintiendo en todo mi cuerpo. Sentí a Edward ir soltando sus labios y yo aproveché su vacilación, para que hiciera algo más. De manera delicada fui adentrando mi lengua en su boca, y esta vez, quien llevaba el control de la situación era yo, y eso me gustaba, porque a diferencia de Edward, a mi no me detenía absolutamente nada. Edward recibió mi lengua de manera gustosa y me dejó profundizar el beso, yo mientras lo besaba, seguía acariciando su pelo, ahora aquel que estaba en su nuca. Mi pierna (la que estaba sobre las de él) ya que Edward se había girado un poco y ambos estábamos semi de lado, la subí de arriba abajo, acariciando su miembro por encima de los boxers el cual estaba demasiado duro. Edward siseó, pero yo ahogué se quejido en mi boca, y seguí besándolo, ahora besándolo mas urgentemente, mas animadamente. ¡Maldita sea, necesitaba que soltara mi pierna, que al menos recorriera mi cuerpo con sus manos!. Pero no. Debía hacer algo. Y metiendo mas mi lengua en su boca, explorando toda su cavidad, mezclando nuestras salivas en un acto de necesidad, me moví deshaciéndome de las sabanas que nos cubrían, y sin apartar nuestros labios, me moví rápidamente colocando cada pierna a cada lado de su cadera, a horcajadas, lentamente fui bajando mi cadera hasta posicionar mi centro encima del miembro y maldito error para mi, no solo Edward jadeó ante el contacto, porque no recordaba que si habría las piernas, estaba completamente en contacto con él, evidentemente la bata se abrió en la parte de abajo, y ahora solo nos separaban su bóxers. Edward me sorprendió, ya que de manera algo brusca, llevó su  mano a mi nuca, por encima de los cabellos y me presionó mas hacia su boca, ahora él había perdido el control, porque de manera necesitada introdujo su lengua en mi boca, y comenzó a devorar mis labios, de una manera que yo no podía casi llevarle el ritmo. Para  tomar aire lo que hacia era que chupaba mis labios, los succionaba, entraba y sacaba su lengua de mi boca, de una manera que iba a lograr que me corriera. Al menos yo ya estaba en un punto irreversible. Lo quería dentro de mí en ese momento y se lo iba a hacer saber. Yo solo quise friccionarme con su miembro, estaba tan mojada, que estaba segura de que Edward lo iba a sentir, por encima de sus boxers. Me friccioné, en un movimiento de adelante y atrás (sube y baja) y escuché que Edward soltó mis labios para jadear.

_ Maldición, Bella… -dijo con la voz sumamente ronca y con el seño fruncido, yo ignorándolo por completo, lleve mis labios a su cuello y allí lo succioné, fuerte, su piel estaba tan dulce, por primera vez sus manos fueron a acariciar mi espalda por encima de la maldita bata-. Deja de moverte así… -suplicó de una manera que hizo que yo buscara sus ojos, porque en mi vida, nunca imaginé escuchar ese tono de voz, en Edward, él siempre era tan mandatario, tan arrogante y tan con creencia de “melasetodayhayquehacerloqueyodiga”… que nunca imaginé escucharlo suplicar en ese tono. Se escuchaba tan desesperado, tan vulnerable, tan adorable, que dejé de besarle el cuello, para buscar sus ojos, y nuestros ojos se engancharon. No se los míos, pero los de él estaban tan oscuro, que me quedé sin aire, porque mientras nos miramos a los ojos, ví que puso cara de dolor, que luego sus ojos se fueron hacia arriba, al mismo tiempo que sentí que su miembro se movió solo, debajo de mí. Diablos estaba creciendo. Mis labios fueron a los suyos de manera apresurada, cuando sentí, que yo me estaba mojando más. Edward colocó ambas manos encima de mis caderas, y yo pensando que solo quería ayudarme con el movimiento, volví a repetir la acción de hacia adelante y hacia atrás, rozándolo, sintiendo lo duro y grande que estaba. Lo que ocurrió fue tan rápido, que mi aire se fue de golpe. Edward de manera rápida, me colocó de espaldas en la cama, y se subió encima de mí. Tomando ambas manos mías, y agorándolas con las de él y poniéndolas encima de mi cabeza. Coartándome de mis movimientos. Entendí en ese momento que todo quedaba allí. Edward me miró con los ojos abiertos, su respiración estaba tan agitada que hasta en donde estaban mis oídos, creía poder escuchar su corazón palpitar rápidamente.

_ Edward… -dije desesperada, mientras me removí debajo de él-. ¿Qué haces, por dios?... -dije dejándole ver mi pesar-.
_ Mierda Bella… -su voz estaba más ronca que antes-. Debes tranquilizarte… debemos parar esto, antes de que sea demasiado tarde…
_ ¡¿Qué?!... –dije mirándolo asombrada… acaso eso significaba lo que temía que significaba-.
_ Tranquilizarme, ¿Yo?... ¿estas loco?... dios Edward… -dije mirándolo con suplica-. Ambos estamos prendidos… me tienes maaallll, estoy súper excitada…

Lo vi apretar los ojos fuertemente.
_ Calla, calla, calla… dios Isabella… -dijo y noté que estaba bastante aturdido-. ¿No ves lo mal que esta esto?...
_ No pienses en nada, Edward… solo piensa en mi, en ti, en lo que ambos estamos sintiendo en este momento…
_ ¿Te refieres a calentura?... –dijo molesto, fulminándome con la mirada. Mieeerda ¿en serio empezaríamos a discutir precisamente ahora?-.

Yo fingí no darle mente a nada y a decir en verdad, lo que estaba sintiendo por él en ese momento.

_ Edward… no es calentura, lo que vengo sintiendo por ti es mas que eso… no te imaginas lo mucho que has cambiado mi vida… -ambos nos mirábamos a los ojos fijamente, su mirada me quemaba-. 

_ No sabes lo bien que me siento contigo, lo feliz que soy cuando estoy contigo… cuando no lo estoy es como si el tiempo se detuviera, ya ni recuerdo lo asquerosa que es mi vida… porque simplemente ya no lo es… -lo dije todo rápidamente-. Desde que tú apareciste en ella, no lo es… siento que toda mi vida gira alrededor de ti…
_ Isabella yo…
_ ¡Llámame “Bella”, Edward!... dios por favor, no me hagas esto… no dañes el momento, en este preciso momento te deseo demasiado… -subí mi cabeza para con mis labios alcanzar los de él, y los acaricie, haciéndole sentir mi lengua húmeda, él vaciló un poco, pero terminó por corresponder mi beso, pero no igual que antes, ahora solo acariciaba mis labios y yo necesitaba más, subí mi cadera, porque la verdad, solo me tenia atada las manos, subí mi cadera y me froté nuevamente con su miembro y lo vi dejar de besarme-.
_ Diablo, Bella… no entiendes nada… -buscó mi mirada, estaba tan mal, su seño fruncido, sus ojos adoloridos-.
_ ¿Qué es lo que no entiendo?... todo está tan claro…
_ ¿Qué putadas estas diciendo?... –dijo furioso-. Maldición eres una niñaaaaa… -dijo contrariado, como si yo necesitaba entender eso-.
_ Una “niña” que mira como te tiene… -dije, solo necesitaba convencerlo, yo estaba dispuesta a rogarle si era necesario, no podía dejarme así, eso estaba mal muy mal-. Lo quieres Edward, lo necesitas tanto como yooo… -dije en un susurro mientras que mi cadera volvió a subirse y a frotarse contra él-.

Vi a Edward ponerse de todos los colores y de manera rabiosa soltarme las manos, como si mi tacto le quemara y parase de un salto de la cama, poniéndose de pies. Me dio la espalda y con frustración, se llevó ambas manos a la cabeza, y se jaló de los cabellos, estaba de espalda a mí. Y yo quise morirme en ese momento, porque sabia que ya no había vuelta atrás. Había perdido su contacto, se había alejado de mí de manera brusca y ahora de espalda como si ni siquiera quisiera verme. Y en ese momento escuché en mi mente su voz “eres una niñaaaaaa” “eres una niñaaaaa”. Y él, era mucho hombre para mí… me mordí el labio inferior fuertemente, para aguantarme las estúpidas ganas de llorar que tenia en ese momento. Era simplemente estúpida. Su rechazo dolió en el alma. No solo era rechazada por mis padres y por todas las personas que me rodeaban, si no ahora también estaba siendo rechazada, por el hombre que en realidad significaba todo para mí. Maldita sea, mi vida seguía siendo un asco. Mis lágrimas corrieron por mis mejillas, mientras apartaba la vista de la espalda de Edward y miraba al techo. Sentía una opresión en el pecho increíble. Al saberme enamorada del hombre equivocado, si, porque estaba enamorada de él. Y sabía que me faltaba mucho por sufrir.

_ Bella… -escuché el jadeo de Edward, pero no giré mi mirada hacia él. Seguí mirando fijamente el techo, mientras las lágrimas corrían por mis mejillas y se perdían en mi pelo, el cual estaba esparcido por la almohada debajo de mí-.

La cama cedió a un lado de mí, por lo que presumí que se había sentado a mi lado.
_ Bella, preciosa… no te imaginas como odio verte así… -dijo en un susurro, mientras trataba de quitar mis lágrimas-. Dios!, no me voy a perdonar esto… -yo seguía en la misma posición sin mirarlo-. Pequeña, mírame, por favor… mírame… -me rogó, y eso logró que muchas mas lagrimas salieran de mis ojos-. Bella… solo quiero el bien para ti… ¿no crees que es difícil ya para mi, el detener esto?... -silencio de mi parte-. ¿Acaso crees que lo estoy pasando bien?... en este momento, no deseo otra cosa mas, que no sea probarte, tomarte, hacerte mía de todas las maneras posibles… -yo cerré los ojos ante aquellas palabras, porque estaban volviendo afectar a mi centro, sentí sus dedos acariciar mis mejillas, retirando delicadamente las lagrimas que estaban allí, él continuó-. Mierda te deseo tanto, que estoy seguro que no me voy a recuperar de esta jamás…

Yo abrí los ojos y lo miré, mi ira se acrecentó.
_ Mierda, pues no lo detengas… -dije en un sollozo-. Yo te quiero conmigo… -dije llorando y suplicándolo con la mirada-. Te deseo, te necesito, nunca antes había sentido esto y no quiero detenerlo… siento que no puedo detenerlo… no lo soporto…

Ambos nos quedamos mirando por unos segundos que me parecieron eternos. No moví ni un pelo, al ver que Edward de estaba acomodando en la cama, pero no a mi lado, ni lejos de mí… si no justo encima de mí. Él no apartaba su mirada de la mía, mientras me abrió un poco las piernas y se colocó de rodillas dentro de ellas. Mi corazón comenzó a latir furiosamente, cuando vi las manos de Edward dirigirse al nudo de mi bata. Lo vi tragar en seco, mientras lo desasía. Yo cerré los ojos, envuelta en la sensación que me provocaba tan solo con su mirada. Él bajó su mirada a sus manos y cuando soltó el cinturón, lentamente fue abriendo la bata hasta dejarme completamente desnuda frente a él, la bata quedó a cada lado de mi cuerpo y yo estaba totalmente desnuda frente a Edward. Primera vez que le agradecí a Reneé el que me obligara visitar quincenalmente esos centros de spa en los cuales le depilaban el cuerpo completo. Nunca le dije a mamá que también me depilaba mi parte más íntima, porque la verdad era demasiada información, pero a mí siempre me gustó así, tonterías mías, pero me sentía más limpia e higienizada. Me fijé en Edward y este me estaba examinando de una manera que me estaba hasta ruborizando. ¿Una mirada podía quemar tanto?... la respuesta era “si”. Porque no creo que el calor que estaba sintiendo en ese momento, era porque la habitación se estuviera incendiando…

_ Edward… -le llamé y no reconocí mi voz-.

Él no se molestó en mirarme a los ojos, estaba frisado, dejando que sus ojos vagaran por mi cuerpo completo… y sentí que iba a morir cuando su mirada fue bajando y deteniéndose allí. No se contuvo con mirar, ya que al casi el minuto, lo vi llevar sus manos a mi centro, pero no me tocó, simplemente con sus pulgares, abrió mis pliegues de una manera que me hizo jadear fuertemente.

_ Edward… -dije en un susurro lastimero, ¿me estaba haciendo el amor con la mirada?... porque siiiii, era lo que estaba sintiendo, estaba sumamente mojada, sumamente excitada, tragando fuertemente mi saliva, mojando mis labios, los cuales estaban demasiados resecos, y sin esperármelo, mi bajo vientre me dio un latigazo que me hizo jadear nuevamente-.
_ Eres hermosa… -dijo soltando mis pliegues y subiéndose encima de mí, mierda algo demasiado duro rozó mi muslo, mientras él se arrastraba sobre mí, para llegar a mi cara-. Eres mas que hermosa… me encantas, Isabella Swan… después de esto… nada en mi vida será igual… eso te lo puedo jurar… -llegó a mi cara y yo solo cerré los ojos, él no dejaba caer su peso sobre mí, pero igual su piel tocaba la mía. Yo estaba totalmente desnuda debajo de él, y volvía a odiar sus malditos bóxers-.    

Cerré mis ojos y disfruté del calor de su cuerpo, sentía su mirada clavada en mi cara y no me importaba. Dios esto era inigualable. Edward Cullen, se había convertido en mi todo. Sus manos comenzaron a acariciar el pelo de mi frente, él los colocaba detrás de mis orejas, y yo lentamente fui abriendo mis ojos, él tenía los de él fijamente en mí. Y su mirada me llegó mas allá de mi alma, me miraba de esa manera que solía gustarme tanto. Con amor, con delicadeza, con deseo… yo suavemente, subí mi mano para acariciar su barbilla.

_ Me encantas, Bella… -dijo con su voz ronca-. Tú también has cambiado mucho mi vida… mi vida también gira alrededor de la tuya…
Sus palabras hicieron que mis ojos se aguaran, pero le sonreí, haciéndole saber que si una maldita lágrima salía, solo era de felicidad. Él también sonrió.

_ Esos ojitos… me encantan cuando brillan de esa manera… eres mi luz Bella… eres mi todo, princesa…
Y de mis ojos salieron las lágrimas, él suavemente inclinó sus labios, para besar mis lágrimas, lo hizo en ambas mejillas, mientras que al terminar fue dando besos, hasta llegar a la comisura de mis labios y luego besarlos suavemente.

_ Me estas matando, Bella…  -susurró sobre mis labios, acariciando mi labio inferior-. Mira como me tienes, princesa… -decía mientras me besaba y chupaba mis labios delicadamente, sus ojos de vez en cuando, chocaban con los míos, y los de él estaban tan oscuro, tan hipnotizantes, tan profundos, de los que eran normalmente. Mierdaaaa, me dije interiormente, cuando sentí que Edward, quien estaba sobre mí, se frotó haciendo que su miembro rozara, el cual estaba bastante duro detrás de esa pequeña tela, la piel de mi centro, estaba tan sensible y él tan duro, que ambos dejamos salir un jadeo, quería que se quitara de una vez por todas ese maldito bóxers. Mi corazón se volvió loco cuando empecé a sentir los besos húmedos de Edward ir bajando, de mis labios a mi barbilla, eran prácticamente chupones dulces, los que me daba, de mi barbilla, fue a mi cuello, allí se detuvo por unos segundos, para besarme, probarme, olerme…. Sentía todo lo que estaba haciendo, y lo hacia tan malditamente bien, que nunca jamás olvidaría este momento. Mi cuerpo comenzó a restregarse con el de él, y esta vez no me detuvo, ya que él también, de manera esporádica, subía y bajaba haciendo que su miembro rozara la parte de arriba de mi centro, subía hasta el nivel del ombligo. Y bajaba, mis labios a esta altura ya no podían para cerrados, mis jadeos se escuchaban en la habitación, y los besos de Edward siguieron bajando, hasta llegar a uno de mis pezones, el cual introdujo en su boca, y los acaricio, eso se sentía sumamente bien.

_ Bella… -dijo él de manera entrecortada-. Están tan duros…. -besó el otro y yo seguía retorciéndome suavemente debajo de él. Cerré fuertemente los ojos al sentir como su lengua acariciaba mis pezones. Mi cuerpo titilaba entero por su culpa, por sus roces, sus caricias, sus labios... me estaba humedeciendo cada vez mas-.

Mi espalda se arqueó, cuando sentí que Edward iba bajando sus labios mojados debajo de mis senos… iba a seguir bajando, lo sabia, y eso me estaba matando. Yo llevé mis manos sobre sus cabellos, y los acariciaba, mi cuerpo recibió el primer latigazo de placer cuando su lenga penetró mi ombligo, mientras que sus manos empezaron a acariciar mi vientre. Mi piel estaba erizada completamente, mi corazón estaba tumbando mi pecho, y yo puse mis codos sobre la cama, para apoyarme y levantar la cabeza y verlo llevar sus manos a mis pliegues, y como lo había hecho anteriormente los abrió, pero esta ves solo para adentrar su calida y húmeda lengua en ellos, me dio una lamida que hizo que las fuerzas de mis brazos se esfumara y que mi espalda chocara con la cama, haciendo que mirara el techo sin aliento. Sentí su lengua volver a lamer mi clítoris y comprendí que no iba a soportar aquello mucho tiempo. Edward con su lengua empezó a rozar mis labios superiores, mis  ojos se me cerraban solos y mi respiración era demasiado embarazosa.

_ Bella… -dijo y yo no pude levantar la mirada, es que mi cuerpo estaba tan débil-. Mierda Isabella, sabes mejor de lo que imaginaba…

Yo jadeé nuevamente, mientras volvía a sentir su lengua en mi clítoris, la cual se movía haciendo círculos, en él. No aguantaba, mis caderas comenzaron a moverse contra su boca, de manera involuntaria, y sentí que Edward colocó una mano de manera estratégica para evitar mi movimiento, mientras que con la otra sentí que algo estaba entrando de manera tan lenta en mi cavidad, que rápidamente levanté mi cara para ver, ¡un maldito dedo! Lo estaba introduciendo en mí, mientras que su lengua rosada se movía en círculos sobre mi clítoris…

_ Mierda, Edward… o dios, mío… -no contenía las palabras que salían por mi boca, mi boca se abrió, y pude ver como Edward mientras hacia aquello, levantó la mirada para verme, enganchando sus hermosos ojos con los míos, su dedo comenzó a entrar mas profundo en mí, sentí un poco de dolor y parece que lo reflejé en mi cara, porque Edward no siguió entrándolo más, si no que comenzó a entrarlo y sacarlo hasta en donde lo había llevado en ese momento-. ¡Edward!... ohhh… ed…ward…

_ Dime mi amor… -dijo apartando su lengua solo para decirme, y luego volvió a besarme-
_ Mierda… es…to…yyy… sinti….end…ooo –no podía hablar, mi cabeza nuevamente se fue hacia atrás-.

Mientras sentía que me estaba tensando, sabia que se estaba aproximando un orgasmo… no uno cualquiera… si no el primer orgasmo que me provocaría Edward…

_ ¿Qué sientes, preciosa?... –dijo acelerando el movimiento de su dedo-. ¿Qué es lo que sientes, Isabella?...
_ No see… solo… siento… que no aguantooooo… -primera contracción-.
_ Mierda, Bella, siento como te estas corriendo… -dijo él dejando de besarme, pero sin parar los movimientos frenéticos de su dedo-. Mierda, pequeña, me tienes loco… eres… toda una mujer… me tienes cabreado… me tienes duro… me tienes a punto de correr como un maldito adolescente…

Otro latigazo, este fue mas fuerte, a tal punto, que mis piernas se tensaron, mis manos buscaron frenéticamente la cabeza de Edward y yo misma la guíe a mi entrepiernas, y solo bastó sentir la lengua de Edward dar un par de círculos sobre mi clítoris, para que mi cuerpo se contrajera fuertemente. Produciéndome un orgasmo arrebatador.

_ Ahhhhh…

Edward sacó su lengua de mi entrepierna, y sentí como lamia los bordes, como si estuviera recogiendo la humedad que se desprendió de mi centro, yo seguía con pequeños espasmos. Ahora todo mi cuerpo se quedó sin fuerzas, y sentí tan desgarradoramente cuando Edward, fue retirando su dedo de mi cavidad y aquello me hizo jadear de una manera vergonzosa. Me sentía tan debilitada, que mi cuerpo se quedó en la misma posición que tenía. Edward me miró a los ojos, de una manera que nunca jamás olvidaría. Tan profundamente, tan penetrante que hizo, que me estremeciera. Ambos nos mirábamos fijamente mientras lo ví, subir a mi cuerpo y llevar sus labios a mi frente. Juro que mi cuerpo no tenia fuerzas ni para menear un solo dedo. Besó mi coronilla, tan dulcemente que cerré los ojos por el contacto. Él llevó sus labios a mi oído, para susurrarme.

_ ¿Estas bien?...

Solo atiné a mover la cabeza positivamente, lo hice lentamente, ya que mi cabeza me pesaba. Sus ojos estaban fijamente en los míos.

_ Edward tú… -él me interrumpió, poniendo un dedo sobre mis labios y haciendo que callara-.
_ Shhhh… descansa, princesa… -dijo mientras delicadamente se apartaba de mí, y cubría nuestros cuerpos con una frazada caliente-. Solo descansa… estaré aquí cuando despiertes…

Y sentí que sus manos me acomodaron, hasta que mi cabeza estuvo sobre su pecho desnudo, yo me acomodé buscando su calor, enredando mis piernas en las suyas y pegando mi cuerpo desnudo al de él. Ambos cubiertos por la misma sabana, acurrucados de manera tan intima, me dolía no tener la fuerza suficiente por satisfacer a Edward como él lo había hecho conmigo. Me sentía egoísta. Por lo que llevé la palma de mi mano a su pecho, y lo acaricié. Lo escuché suspirar…

_ Isabella…. –dijo con tono de advertencia-.

Yo le hablé demasiado bajito, me sentía tan débil.
_ Edward… no quiero… dejarte así… me siento egoísta…

Sus manos fueron a mi espalda.
_ ¿Egoísta dices?... –él también habló en un susurro, nos escuchábamos, solo por la cercanía-. No sabes lo que has provocado en mí… no te imaginas lo bien y satisfecho que me siento en este momento… anda… descansa, por favor… necesito que lo hagas… mañana será un día complicado.


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