LA HIJA DEL PRESIDENTE

viernes, 28 de octubre de 2011

CAPITULO XI

CAPITULO XI.
¿CELOS?...

Edward Pov.

Me estacioné justo frente de la casa que Isabella me estaba indicando. Era una casa bastante grande, llegué a la conclusión de que Alice era una niña de clase media alta. Isabella esperó que yo me desmontara y le abriera la puerta, le extendí la mano para que ella saliera y recibió mi ayuda. Yo cerré la puerta y la miré, ella me sonrió.

_ Entra conmigo… no te quedes acá afuera…

Ni siquiera llegamos a tocar el timbre, cuando una señora con una sonrisa inmensa nos abrió la puerta.

_ ¡Bella!... –dijo abrazando a Isabella de una manera exagerada, noté que Bella se tensó, yo me quedé a espaldas de ella, cuando la señora soltó al fin a la señorita, vi que me miró de abajo a arriba-.
_ Él es Edward Cullen… -dijo Bella a secas, mientras sentía que estaba algo incomoda, la señora se acercó a mí y me abrazó dejándome estupefacto-. Es la señora Alma Brandon, la madre de Alice…

Yo mismo me despegué a la señora de encima, ya que a diferencia de cuando abrazaba a la señorita, conmigo no se le veían las intenciones de apartarse, fui lo mas caballeroso posible.

_ ¿Es uno de tu seguridad, muñeca?...

Yo miré a Bella y esta me sonreía con un tono de disculpa en el rostro.

_ Si… -dijo ella en un susurro-.
_ ¡Dios, es que acaso tu padre saca a los oficiales de una revista de modelos!... –dijo subiendo los brazos hacia el cielo, luego me miró como si quisiera comerme con los ojos-. Ese grandote y fuertote que antes te seguía a todos sitios, santa madre, anoche el rubio seriezote y de poca paciencia que trajo a Alice y ahora este guapote con este color de pelo tan sexys y esos ojos de ese color tan hermoso… puros modelos…
_ ¿Sra. Alma… está Ali en casa?... es que voy apurada con el tiempo…
_ Claro, no se ha levantado hoy… suban a su habitación…
_ Vamos, Edward… -me dijo Bella y yo le miré mientras con duda le negué con la cabeza-.   
_ Disculpe, señorita… pero imagino que querrá un poco de privacidad con su amiga…
_ ¿Seguro que quieres quedarte acá abajo?...

Sabía que temía el dejarme solo con esa mujer, pero la verdad me las podía apañar sin problemas.
_ No hay problema, tome su tiempo…
.
.
.

Bella Pov.
Subí las escaleras lentamente, no estaba segura de dejar a Edward con esa mujer, la madre de Alice era una buena persona, pero su fetiche con los hombres jóvenes y apuestos me preocupaban, iba a torturar a Edward mientras durara en esa casa, por lo que mejor preferí hacer mi visita algo rapidita. Al llegar a la puerta de la habitación de Alice, toqué dos veces y cuando la puerta se abrió vi a una Alice totalmente descompuesta. Puse cara de horror al verla, ella llevaba puesto una pijama de pantalones largos y franelilla de tela de seda, hasta eso estaba bien, pero su cara ero horrible, su pelo estaba totalmente destrozado, su maquillaje corrido y su cara con una maldita resaca reflejada. 
 
_ Mierda estas de muerte… -le dije sonriéndome entrando a la habitación, Alice cerró la puerta-.
_ No te imaginas, las veces que he vomitado en esta mañana…
_ ¿La reseca?... –dije mientras me tiraba en su cama y subía los pies, vi como ella evadió mi mirada y se sentaba  en la esquina de la cama, justo al lado de mis pies-.
_ Puedo decir que gracias a dios no tengo una maldita reseca… aunque pensándolo bien, creo que la hubiere preferido cien miel veces antes que sentir las nauseas que siento ahora.

Si a ustedes no le gustó eso que dijo, pues a mí mucho menos, ya que voté mi posición relajada y lentamente me senté en la cama. Mirándola con los ojos abiertos como platos.
_ ¿De que hablas, ali?... ¿Qué ha pasado?...
_ ¡Dioooooosssss!... -gritó ella mientras echándose para adelante se tapó la cara con ambas manos y rompió a llorar, yo me preocupé y torpemente me senté a su lado, mis nervios estaban de punta-.
_ ¿Alice?... –dije entre dientes-.
_ Es que no puedo decírtelo… -dijo ella sollozando sin dejar de llorar-.
_ ¿Cómo que no?... soy tu mejor amiga… sabes perfectamente que entre nosotras no existen secretos… anda, dime que pasa… -al ver que ella seguía sollozando pregunté en un susurro lo que me estaba pasando por la cabeza-. ¿Estas… embarazada?...

De manera abrupta Alice dejó los sollozos y me miró, su maquillaje estaba horrendo, su cara pálida y sus ojos abiertos como platos, comenzó a reír de manera desquiciante y yo ya me estaba preocupando. Ahora sus carcajadas eran inmensas. Yo me estaba exasperando.
_ ¡Alice!... –grité molesta y ella habló, dejó de reír para hablar bastante rápido-.
_ AnochemeacostéconJasper…

Mis ojos se abrieron de golpe y abrí lo boca sin saber que decir. Alice se volvió a tapar el rostro, aunque ya no lloraba.
_ ¿Hablas del Oficial “Whitlock”?...

Alice movió la cabeza positivamente y yo me llevé ambas manos a la cara, tomando inconcientemente la misma posición que ella.

***
Media hora después.
Alice y yo estábamos acostadas en la cama, ella tenía su cabeza en mi pecho y yo la semi abrazaba. Estábamos en un silencio cómodo, hasta que ella empezó a hablar en un susurro.
_ Cuando me montó en la parte trasera de su auto, no se que me pasó… es que sentía un calentón tremendo en mi entrepierna… estaba tan caliente, que me excitaba verlo manejar, ver la forma en que apretaba fuertemente el guía… -yo me mordí el labio para no sonreírme-. No te rías, Isabella, no estoy bromeando… -yo traté de obedecerla-. Me incliné sobre su asiento y desde atrás lo abracé, solo nos separaba el maldito asiento, el cual estaba en medio de nosotros dos… igual lo abrazaba, comencé a decirle… “mierdas eróticas”… y el maldito imbécil me dijo uno y mil improperios… se cree el gran mierda que es… mis manos trataban de acariciar su pecho y el idiota me las apartaba con manotazos, los cuales me dolieron mucho… por lo que preferí mandarlo a la mierda y volverme a tirar al asiento de atrás… dios te juro que estaba tan puramente caliente, que… -la ví llevar su mano a la cara y tapársela-. Dios… me metí la mano por debajo de la falda e hice lo que él se negaba a hacer y que yo necesitaba tanto…

Yo como reacción la aparté de mi lado y me paré de la cama, mirándola fijamente.
_ ¿Te masturbaste en el auto… con Jasper allí?...

Ella me miro con preocupación mientras afirmaba con la cabeza, yo tapé mi boca con mi mano derecha, debía evitar que se me desencajara la mandíbula.
_ ¡Mierda Ali!...
_ ¡Bien… bien… no me molesta haberlo hecho… te juro que lo disfruté como nunca… pero el imbécil de Jasper… uyyyy!...
_ ¿Qué hizo él?... –dije ya con una media sonrisa en la cara, hubiese dado lo que fuera por ver la cara de Jasper en ese momento-.
_ Nada!!!... –gritó ella frustrada-. ¡Me ignoró, ese Patan me ignoró!...
_ ¿Pero no me dijiste que se acostaron?...
_ Mierda, Bella, cuando llegamos acá y ví que seguía igual de caliente, entendí que ni UN DEDO, ni el AGUA FRIA, me iba a calmar, por lo que… me quité los pantys, y me cruce al asiento de adelante, me subí a horcajadas sobre él y… lo violé… -jajajjaja, la cara en que Alice dijo eso ultimo me hizo carcajearme sin control, era cierto, ella se sentía villana-.
_ Dios… -dije entre risas-. Me imagino que ya debió denunciarte…

Alice molesta se paró de la cama.
_ ¡¿No que éramos amigas?!... no te burles de mi desgracia, ¡mira como reaccionas cuando te digo que me tiré al tipo mas estúpido, engreído, patán e hijo de puta que conozco-.
_ ¿Tan malo fue?... –dije entre risas-.
_ ¡¡¡¡EL MALDITO ES BUENISIMOOOOOO!!!!... –gritó mientras se tiraba en la cama sin fuerzas-.

***
Estuvimos hablando mucho tiempo, Alice estaba depresiva, es que se odiaba y decía que tenía nauseas por lo que había hecho ella misma, según ella, Jasper era increíble, pero ella nunca se iba a perdonar el haberse rebajado ante él. Luego de una hora, Alice no me soportó más y terminó echándome de su casa, yo bajé y ví a la señora Alma sentada en la sala, pregunté por Edward y en cuanto me dijo que él no quiso permanecer dentro de la casa, salí y allí estaba él recostado del auto, esperándome. Yo me sonreí al verle y él me respondió con una sonrisa de un segundo y enseguida me abrió la puerta, yo me monté en el auto y luego él frente al guía. Puso en movimiento el auto. Pasaron unos segundos hasta él me que habló.
_ ¿Su amiga como está?...

Yo miré por la ventanilla mientras me sonreía. No podía evitarlo, Alice era increíble.
_ Bien… -dije y me percaté que él me estaba mirando por el retrovisor-.

Edward Pov.

A través del retrovisor la ví mirar concentrada por la ventanilla, por lo que quise romper el incómodo silencio.
_ ¿Su amiga como está?...
Ella me miró por el retrovisor y me sonrió.
_ Bien…
_ ¿A dónde quiere que la lleve?...
_ Edward… -dijo y a mí me volvió a gustar escuchar mi nombre en sus labios-.
_ Diga…
_ ¿Conoces Washington?...

Fruncí el seño al no entender a donde iba su pregunta.
_ Por supuesto… mi familia vive acá…
_ Humm… -dijo mientras volvía a mirar por la ventanilla, yo conducía y cada 2 segundos la miraba por el retrovisor, volvió a mirar mis ojos através del retrovisor, estaba seria-. ¿Podrías llevarme a un sitio?...

Sonreí al escuchar su pregunta… ¿me estaba preguntando a mí?...  ella seguía mirándome a través del retrovisor.

_ Ordene…

Me indicó las calles por donde iba a conducir, y no sabía en donde estaba hasta que me pidió que bajara la velocidad. Cuando me fijé bien, fue cuando ví en frente a donde se levantaba un gran edificio, era evidente
que era un instituto, fruncí el seño y miré por el retrovisor a Isabella, y noté como ella miraba maravillada el edificio.

_ Entra por favor… -dijo sin aparatar su mirada del edificio, yo me estacioné en el área del aparcamiento, y noté como una sonrisa bailaba en sus labios, mientras miraba detenidamente el edificio, era sábado y por eso supongo que no habían estudiantes cerca, escuché que abría la puerta del auto y de manera inmediata también me bajé del auto, cuando quise dar la vuelta ella estaba parada mirando el edificio-.  
Yo me quedé detrás de ella y fue cuando la escuché susurrar aquellas palabras, que entendí todo.

_ Nunca debiste aparatarme de esto… -lo dijo para ella misma-. No podré perdonarte, papá…
_ Isabella… -dije en un susurro sin evitar que sus palabras me afectaran. Me le acerqué un poco más mientras le ponía la mano en el hombro, la sentí tensarse-.
_ No es justo, Edward… todos se quejan de lo mal que me porto, pero a nadie le importa lo que yo siento, lo que yo pienso… tengo 17 años, y quisiera ser una chica normal…

Yo le solté el hombro, y caminé hasta colocarme frente a ella y vi que por sus mejillas corrían lágrimas, ella de manera inmediata las quitó con sus manos, ambos nos miramos a los ojos.

_ Supongo que… acá era que estudiaba…
Ella sonrió.
_ Sip… -sonrió aunque la verdad pareció una mueca-. Estudié mas de 5 años en este instituto, mis amigos se quedaron aquí… no solo me sacaron de este ambiente, si no que también mi madre prohibió que me acercara a ellos… a Alice prácticamente se la impuse…
_ ¿Estudió Alice en este instituto?...
_ Noooo, a Alice la conocí en una de esas inauguraciones de mi padre… ¿quieres dar una vuelta en los alrededores?... había un sitio que siempre frecuentaba cuando necesitaba estudiar…
_ Muéstramelo… -le dije mientras me sonreía, la verdad me encantaba verla entusiasmada con algo-.
_ Vamos… -dijo ella y de manera impulsiva me tomó de la mano y me arrastró con ella rumbo a unos árboles, no entendía como caminaba con esos tacones que llevaba puestos, nos adentramos un poco en donde estaban los árboles y ví aquel lugar sumamente hermoso. Era un patio bien cuidado, rodeado por árboles sumamente altos, ella me guió a uno de ellos, el que estaba mas apartado y me indicó con la mano que me sentara, le ví la intenciones de sentarse en aquella grama, y de solo imaginar lo incomodo que seria para ella, ya que llevaba esa faldita tan corta, le hablé de impulso.
_ Espere… -dije mientras me desprendía de mi chaqueta, la vi mirarme fijamente, una vez que me la había sacado, la extendí en le cesto y ella se sonrió mientras se sentaba sobre ella, yo me senté frente a ella, claro, que guardando siempre una distancia prudente entre ambos-.

La ví como un puro idiota, ella se sentó con sus piernas de lado y suavemente desató las agujetas de sus zapatos y se los quitó, me fijé muy bien en sus hermosos pies y los cuidaditos y delicados que eran. Ella me miró.

_ Debes sentir lastima por mi… -dijo entre dientes bastante seria-.
_ NO. –Dije de manera rotunda-. Solo entiendo que no sabes manejar la situación, por tu corta edad…
_ ¿Me estas diciendo Inmadura?... –dijo tratando de ocultar su enfado, y yo rogué porque no saliera la sonrisa que estaba amenazado por salírseme de mis labios-.
_ Isabella…
_ Bella… -me interrumpió para corregirme-.
_ Bien… “Bella”… -dije mirándola a los ojos, ella me miró fijamente-. Lo que trato de decirle, que ya es tiempo de que se vaya acostumbrando a esta vida, no gana nada con martirizarse, al fin de cuenta con sus berrinches no va a lograr cambiar nada…

La vi atragantarse con su propia saliva, y luego fulminarme con la mirada. A mi en realidad no me importaba mucho el hecho que estuviera acostumbrada a que todos lamieran el piso por donde ella caminaba, en verdad mi forma de ser distaba mucho de hablarle de una manera bonita, como siempre decía Emmet, yo moriría por mi gran bocota. Me sorprendió su contesta.

_ Solo a se me puede ocurrir que nosotros dos podemos entablar una conversación como dos personas normales… ¿Por qué se siente tan apoderado?... ¿Por qué es hermano del Jefe de seguridad?... ¿Tan seguro está que mi papá no lo va a despedir?...

Eso fue un golpe bajo para mí. No había nada que me molestara, como que la gente no fuera a reconocer lo duro que había trabajado para llegar lo lejos que había llegado a mi temprana edad.

_ “No”. Esa es su respuesta… -dije entre dientes-. Ni me siento “Apoderado”… ni me importa un pepino el que su padre me saque del trabajo…
_ Es un arrogante… -dijo ella relajando su postura, yo le miraba fijamente-. 

Al ella ver que yo no le respondí, cambió de tema.
_ Igual tendré que soportarte… ¿Qué tiempo llevas siendo seguridad?... –me preguntó dejando ver un poco su curiosidad-.
_ Salí de la milicia con 20 años, por mi buena conducta y buenas recomendaciones viajé a Londres, allí escalé también de manera rápida, era uno de los mejores oficiales de la  realeza británica en Buckiingham, de no haber venido a los Estados Unidos, seguro que hubiese llegado a ser jefe de seguridad…

La ví hacer una mueca con los labios, y me pareció una niña hermosa. La mueca fue como si hubiera pensado “Se cree la gran cosa”.
_ ¿Y por que viniste entonces?... –soltó de golpe-.
_ Por mi familia… la extrañaba mucho… -me quedé pensativo al recordar a mis padres, Esme lloraba casi todos los días rogando porque yo regresara, papá me decía que mamá iba a enfermar de tanta tristeza, y Emmet decía que aquí junto a él podía conseguir un puesto igual de bueno que el que tenía en Londres, embustero-.
_ ¿Te arrepientes de haber tomado esa decisión?...
_ No… -dije rápidamente-. Jamás… -le miré mientras salía de mi ensismamiento-. Yo también iba a enfermar si me quedaba allá… los extrañaba mucho… no te voy a decir que me siento muy conforme con el puesto que me ha indicado Emmet, pero… espero escalar rápidamente…

Ella pequeñeció los ojos mirándome de muuuuuuy pero muy mala manera, y aquello no lo pude soportar y exploté a reír, ella en cambio se me quedó mirando muy seriamente.


_ A mi tampoco me agrada el hecho de que te hayan asignado precisamente a ti como mi seguridad, nunca antes he soportado que un subalterno me hable de la manera que tu lo haces… si lo sigo soportando es porque precisamente en estos últimos días me he sentido en peligro y al menos has hecho bien tu trabajo… -yo mordí mi labio obligándome a borrar la sonrisa de mi cara, y noté como ella dejó de hablar y me observó detenidamente, luego la ví colorarse en demasía y fruncí el seño, poniéndome un poco serio, ella bajó su mirada a sus propias manos, como si hubiere encontrado allí la respuesta de una pregunta-.

Duramos en silencio unos 10 minutos. Hasta que ella lo rompió.
_ ¿Le dijiste a Emmet lo de Alce?...

Nos miramos, le respondí con un asentimiento de cabeza.
_ ¿Qué dijo?... –le pregunté-.
_ Están investigando…
_ ¿Qué sabes de él?...
_ Nada… pero si estas muy interesada, puedes preguntarle a Emmet, me apuesto que ese chico debe de estar detenido y bajo una tremenda investigación…

Ella solo movió la cabeza positivamente. Hablamos muy poco. La verdad no teníamos mucho en común. Y siempre terminábamos diciéndonos cosas que nos molestaban a uno o al otro. Miré mi reloj de mano y abrí los ojos sorprendido al darme cuenta que eran las 2 de la tarde e Isabella no había comido nada.

_ ¿Algún problema con el tiempo?... –dijo ella y yo aparté la mirada de mi reloj para mirarla a ella, ella me miraba con curiosidad-.
_ Es solo que no ha comido nada… ¿acaso no tiene hambre?...

Dios!, la respiración se me atoró en el pecho, cuando la ví regalarme aquella sonrisa coqueta, mientras me miraba muy pícaramente y alzaba las cejas, hacia arriba y abajo divertida.

_ ¿Me está invitando a almorzar?...








Yo luego de unos segundos le sonreí y me puse de pies, quitando con mis manos unas arrugas en el pantalón, que en realidad no existían, luego me incliné extendiéndole ambas manos para ayudarla a parar. Ella aceptó mi ayuda y se paró, yo tomé mi chaqueta mientras le hablaba.

_ Podría llevarla a almorzar a un sitio, que en lo particular a mi me gusta… ¿Qué dice?...
_ Claro… -dijo ella algo emocionada-.
.
.
.
Bella Pov.

Al aceptar su invitación de almuerzo, no pensé que Edward llegara a tanto. Estaba sentada en un Magdonals, con una súper hamburguesa frente a mí, Edward sentado frente a mí, comía su hamburguesa y papas de lo más hambriento y relajado. Yo no había iniciado el mío, solo lo miraba a él, con una ceja enarcada. Esto era increíble, al parecer el que tenía hambre era él. Yo aparté mi mirada de él, el cual se veía hermoso aunque comiera de esa forma y miré disimuladamente alrededor nuestro, el lugar estaba arrematado de personas, es que hasta tuvimos que hacer turnos “parados” para poder sentarnos, allí nosotros ni siquiera llamamos la atención, las personas solo estaban pendiente a comer, o a esperar por su pedido. Esto era inaudito. Miré nuevamente mi hamburguesa como si esta quisiera matarme, es que la verdad aunque moría de hambre, ¿Cómo se agarra un pan de esa magnitud y se lo come una, sin perder el glamour?. Lo escuché hablarme, el terminó de masticar mientras se llevaba el sorbete a la boca y se daba un trago de su coca cola.
_ ¿Algún problema con la hamburguesa?... –dijo terminando de tragar-.
_ No. Es solo que… -miré nuevamente el inmenso pan-.
_ Descuide, échele mano, la verdad aquí nadie está pendiente de nadie… puede estar tranquila, dudo que a algún paparazzi se le ocurra encontrarla en un sitio de estos…
_ Eso seguro… -dije entre dientes mientras que con mi mano intentaba agarrar la hamburguesa, dios esto era increíble, mamá moriría de una convulsión espontánea si me viera en esto y ese pensamiento me hizo sonreír, y agarrar con mas ánimos la hamburguesa y llevármela a la boca, le eché la primera mordida, y al mirar a Edward ví que él había parado de masticar y me miraba fijamente con una semi sonrisa en sus labios, 
Yo me alcé de hombros, mientras comenzaba a devorar la hamburguesa, las papas y el refresco, que por cierto estaban de muerte-.

Comí tan concentrada en disfrutar esa hamburguesa que al terminar el ultimo bocado, vi que el dedo meñique de mi mano derecha estaba sucio de pasta de tomate y mostaza, y como si fuera poco, lo llevé a mi boca y lo chupé, mierda mamá me hubiera golpeado en la cabeza de verme, ¿Cuántos cursos de etiquetas?. A la mierda todo eso. Miré a Edward y este estaba recostado de su asiento, mirándome con una gran sonrisa.

_ ¿Satisfecha?... –me dijo y yo le sonreí mientras me llevaba el sorbete a la boca y me daba varios chupitos de soda-.
_ Umju… todo estaba muy bueno…
_ Me alegra que le haya gustado…
_ ¿Te gusta venir acá?... –le dije tratando de averiguar, si vino porque en realidad quería comer hamburguesa o si solo trataba de fastidiarme-.
_ Las hamburguesas eran de las cosas que mas extrañaba comer cuando estaba en Londres… me fascinan…

Y ambos nos sonreímos.
_ Debemos regresar… -dijo Edward y aquello me golpeo, creo que desde que papá era presidente no la había pasado tan bien, como lo estaba pasando ahora. Ya que cada vez que salía con Alice me divertía, pero siempre existía esa espinita de la inseguridad y la opresión de los paparazzi, y la reacción de mi padre, siempre me mantenía tensa. Pero hoy, estuve en sitios tranquilos, en donde no llamaba la atención y al estar con Edward me sentía segura. El comentario de Edward me sacó de mis pensamientos-. Si quiere puedo llevarla a otro sitio…

Lo miré asombrada. Él me miraba fijamente y me sonrió.

A las 6:00 P.M. Edward estaba estacionando el mercedes en un local nocturno, yo lo miré sorprendida desde el retrovisor, él me sonrió divertido, mi cara debió ser un poema.
_ ¿Me trajiste a un Pub?...
_ Si. Pero no a uno de lo que está acostumbrada a frecuentar.

Dijo mientras salía del auto. Dio la vuelta y me abrió la puerta, ayudándome a salir del auto, desde que habíamos salido del instituto, Edward se había quitado la chaqueta y se había remangado las mangas de la camisa blanca hasta los codos, se había quitado el aparatito de los oídos. Estaba menos formal y mucho maaassss sexys. Se pasaba tanto la mano por la cabeza que ya su pelo estaba levemente despeinado. Yo al cansarme de las llamadas insistentes de mi madre, cerré el aparato y lo dejé tirado en el asiento del auto. Edward me tomó de la mano, y juntos nos dirigimos a la puerta del local, en donde Edward habló con el seguridad y entramos. El lugar era hermoso y muy refinado.

Espacioso, de dos plantas, era hermoso, habían muchas personas, pero igual el sitio no se sentía abarrotado, todo era muy refinado, ví que Edward evaluaba el lugar con una sonrisa de satisfacción. Un chico nos recibió en la puerta y se presentó como Taylor, la persona que nos iba a atender durante la noche, Edward no soltó mi mano en ningún momento y eso me gustó, el chico nos llevó a una mesa algo privada, Edward me ayudó a sentar, los asientos eran alfombrados y súper cómodos. Como la mesa era en semi círculos, Edward quedó sentado a mi lado.

_ El lugar es hermoso, Edward… -dije maravillada, él me sonrió-.
_ Umju… -miró al chico quien esperaba por nuestra orden-. Tráiganos a la dueña del local, por favor… -yo fruncí el seño-. Dígale que Edward Cullen la busca…
_ Si, con su permiso, señor…

Y se retiró. Yo miré a Edward con el seño fruncido… ¿A dónde mierda me había traído?...
_ ¿Conoces a la dueña?...
_ Si… -me miró la estúpida sonrisa no se borraba de sus labios-. Es amiga de la familia, Emmet me habló de este local, pero nunca imaginé que fuere tan impresionante…
_ ¡Edward!... –escuché el grito de emoción de una chica y Edward y yo miramos de golpe, yo me quedé sin habla, al ver a tal monumento acercarse a nosotros casi corriendo-
Edward rápidamente se paró del asiento y ambos se acercaron y se abrazaron de una forma, que sin entender razones no me gustó para nada. Luego de casi un minuto Edward y ella se separaron y él tomándola de la mano la apartó de él para mirarla de abajo hasta arriba, ella sonreía inmensamente.

_ Caramba Rose, déjame… primero decirte que estas mas hermosa que nunca y segundo permíteme felicitarte, esto está increíble…

Ella sonrió satisfecha ante sus halagos. Y si, yo como una maldita estúpida sentada y aguantando sombreros ajenos.
_ Gracias, Ed… sabes que tomo en cuenta tus comentarios, a Emmet también le gustó como quedó todo… Esme me había dicho que habías regresado y moría por verte, ella está tan contenta de que te hayas animado a venir y más aun que estés trabajando junto a Emmet.
_ Lo se… -dijo él-.

Ella frunció el seño confundida.
_ ¿Y no se supone que debes estar en horas de trabajo?....

Siiiiiiii. Y en ese momento, el maldito idiota, recordó que andaba conmigo. Él se giró, sin soltar la mano de la chica y la terminó de acercar a mí.
_ Disculpe… -me dijo y yo seguí mirándolo de mala manera-. Señorita Swan, ella es Rosalie, una amiga de mi familia, es la dueña del Pub… -dijo orgulloso, la chica le miró a él sonriendo-.

Yo me quedé callada y él frunció el seño ante mi mala educación, la chica me miró y se acercó para extenderme la mano, y yo no sentí deseo de corresponder el saludo, solo miré para la pista de baile.
_ Rosalie… -le escuché susurrar con apuro y de reojo ví que él la tomó de la mano y la apartó de mí, ellos hablaban en susurros, yo miré para el otro lado, estaba sumamente enfadada, había sido una estúpida-.

Luego de unos minutos, vi una sombra pararse al lado mío, y ni si quiera me giré a ver quien era, suponía que debía ser Edward y no me equivoqué, escuché su tono de voz seca, molesta y arrogante.
_ Si no se siente agusto en el lugar, podemos retirarnos…

Lo miré de manera asesina y noté que detrás de él estaba la chica, algo apartada, pero igualmente pendiente a nosotros.

_ Por supuesto que nos retiramos… si necesitaba sacar tiempo para ver a su “amiga”, debió esperar a mañana que es su día libre, y no utilizarme a mi, para venir en horarios laborables, así que nos vamos en este mismo momento…

Dije y me paré de manera brusca, al pasar por al lado de la chica. Noté que ella me miraba de mala manera. También me odiaba. Caminé rumbo a la puerta por la que habíamos entrado al local. Lo único que deseaba era llegar a casa y no tener que verle la cara a Edward hasta mañana.

El trayecto a la casa blanca, fue en puro silencio, cero miradas por el retrovisor, y Edward volvió a tomar su actitud distante, puf, para lo que me importaba, solo era un Oficial mas de la casa blanca.
.
.
.

 GRACIAS A TODAS AQUELLAS PERSONAS QUE SE ANIMAN A LEER MI HISTORIA...

jueves, 20 de octubre de 2011

CAPITULO X.

Al escuchar el apellido, inmediatamente vino a mi mente la imagen de aquel chico demente en la plaza, mierda, mierda, mierda, volé del mueble, mientras tiraba de mis cabellos de manera inconciente, dios, ¿Qué rayos estaba pasando?... recordaba perfectamente el temor del presidente, al Emmet mencionar aquel apellido, que tan en peligro estaba esta niña, debía hablar con Emmet lo mas antes posible. Por nada del mundo permitiría que Isabella volviera a verse expuesta a ningún tipo de peligro.

CAPITULO X.
NUEVOS SENTIMIENTOS.
Bella Pov.
Estaba en la cama cuando sentía unas suaves caricias por mi bajo vientre, dejé los ojos cerrados y disfruté de la corriente de electricidad que esas caricias provocaban en mi cuerpo, me moví quedando acostada boca arriba y sentí que unos labios calientes, suaves y mojados recorrían mi cuello, sentí unos fuertes brazos moverme de tal manera, que la suave cama que yacía bajo de mi espalda desapareció haciendo que yo abriera los ojos, los abrí de golpe cuando reconocí de inmediato aquél color de pelo cobrizo, era Edward quien se encontraba acostado en mi cama vestido solo con unos pantalones de pijama, recordé que la noche anterior me había echado a la cama, toda deprimida, mientras Edward se recostaba del espaldar de la cama y me acariciaba suavemente el pelo, tal vez se había quedado dormido, pues mis pensamientos fueron interrumpidos al ver que Edward se estaba acomodando en la cama mientras me acostaba encima de él, yo abrí mis piernas y me acomodé ahorcajadas sobre él, sus grandes y fuertes manos reposaban en la parte baja de mi espalda, de manera que quedé pegada completamente a él, pudiendo sentir cada centímetro de su piel pegada a la mía. Sus ojos verdes esmeraldas, me miraban fijamente, mientras yo sentí como con sus manos apretó más fuerte su agarre en mi espalda, de manera que me pegó más a él, aún más de lo que ya lo estaba. Y fue en ese preciso momento, cuando sentí su miembro, el cual estaba bastante rígido. Debido a la posición su miembro rozó directamente mi sexo, el cual solo estaba cubierto por unos panticitos, los cuales se empaparon en ese momento, ya que sentí que me mojé de una manera vergonzosa, mi cuerpo recibió una descarga eléctrica y todo se concentraba justo ahí, en mi centro. Un suspiro salió de mis labios, mientras que de manera involuntaria comencé a moverme sobre él, provocando una deliciosa fricción entre ambos sexos, Edward no se quedó quieto y embistió contra mí, provocando que jadeara y que me calentara de una manera inigualable, era mi primera experiencia sexual (con otra persona), y la verdad estaba tan a gusto de que fuera con él, porque Edward me gustaba y mucho, me sentía tan mojada y con tantas ganas de más, Edward siguió estimulándose contra mi sexo, provocándome con sus embistes, descargas de placer por todo mi cuerpo y un cosquilleo en mi centro, embestía como si en verdad ambos estuviéramos desnudos y me estuviera penetrando. Yo incliné mi cabeza para esconderla en su cuello y fue cuando escuché sus bajos gemidos en mi oído, en ese momento solo me importaba él y lo que me estaba provocando, Edward era inigualable. Yo también movía mis caderas, disfrutando de su miembro el cual estaba como una maldita piedra, era inmenso y agradable. Nuestros sexos se friccionaban a tal manera que los movimientos se iban acelerando, yo me moví de arriba a bajo, mi clítoris también necesitaba atención. Y cuando la recibió, un Jadeo demasiado fuerte salió de mis labios. Estaba tan excitada que solo quería que él con una de sus manos echara a un lado mis pantys y me penetrara de una vez por todas, con su duro miembro. Moví más fuerte mis caderas, y otro gemido se desbandó de mis labios. Sentía que justo en mi centro se estaba armando una burbuja que en cualquier momento podría aventarse de manera violenta. Edward bajó sus manos a mis nalgas, para moverme él mismo contra él. Los movimientos de ambos iban acelerándose a gran medida, yo me mordí el labio inferior con mucha fuerza, mientras disfrutaba de aquello. Sentí que mi clítoris palpitó. Sentía la humedad desvanecer de mi centro, estaba tan cerca de llegar a un orgasmo fulminante. Su apriete se hizo más profundo, mientras arremetía de manera más reclamante contra mí, y mis caderas se movían lo más rápido que me permitía mi cuerpo.
_ Edward… -gemí su nombre con devoción y él subió su rostro para mirarme, ambos nos miramos a los ojos, sus ojos estaban oscurecidos por el placer, nunca olvidaría esa mirada-.

La burbuja de mi bajo vientre estaba a punto de explotar, sentía que solo me faltaban segundos para correrme. Mi respiración era superficial y mi clítoris cada vez estaba más sensible. Por los movimientos supe que a él también le faltaba poco, ya que sentía que su miembro latía, haciéndose cada vez más grande. Estaba tan caliente y desesperada por liberarme que con un par de embistes más y podía tocar el cielo con mis propias manos.  Dios, dios, dios, ambos nos miramos a los ojos, mientras seguíamos frotándonos con movimientos de arriba abajo, mierda me estaba corriendo y fuertemente.

_ Oh, mierda… Edward… -dije en un jadeo mientras él seguía con la boca entreabierta, aquello era increíble, su mirada no se aparataba de mí-. Edward, por favor... –le supliqué, mientras seguía rozando mi sexo por toda su longitud, él puso los ojos en blanco ante eso y gimió mirándome-. Estoy tan cerca, no vayas a parar…

_ Vamos señorita, córrase... –el muy maldito susurró en mi oído, con su voz ronca, provocando que con la siguiente embestida yo jadeara mientras mi centro comenzó a convulsionar de marea violenta. Igual seguí moviéndome encima de él, pero ya sin poder controlar mis movimientos. Luego de unos segundos, sentí que volvía en mí, y que tras moverse un poco más, él se apretó un poco más y se corrió gimiendo mi nombre. Escucharlo gemir mi nombre era lo más gratificante que había oído.

Escuché unos golpes en la puerta y de manera violenta me senté en la cama, buscando a Edward con los ojos, NO ESTABA, me quedé descolocada aquel sueño había sido tan real que miré mi entrepierna alarmada, y si había tenido un orgasmo. 
No lo podía creer, ¿sueños húmedos?... me quedé sentada en la cama, mientras me pasaba la mano por la cabeza algo descolocada, ¿había tenido un sueño húmedo con mi custodio?... me mordí el labio inferior reprimiendo la sonrisa que quería salir de mis labios, había sido tan real, si eso fue solo un sueño, como sería si fuera real, dios Maldita Alice, ella era la culpable de mis malos pensamientos… cerré los ojos por un momento y aquella mirada oscurecida de Edward volvió a mi memoria… ¿en serio había sido solo un sueño?...

Los golpes de manera insistente tocaron la puerta de mi habitación, mierda, no podía abrir en el estado que estaba, me sentía acalorada, húmeda y muy poco presentada.
_ ¿Quién?... –dije mientras fijaba mi mirada en la puerta cerrada-.
_ ¡¿Desde cuando cierras la puerta con llaves?!... –gritó mi madre del otro lado de la puerta, estaba molesta, yo fruncí el seño, no recordaba haberla cerrado con seguro, aunque siendo verdad, no recordaba nada de la noche anterior, solo que estaba hablando con Edward, cuando él se retiró me había puesto la pijama y luego me había acostado en mi cama, conciliando el sueño de manera rápida-.
_ ¿Qué quieres mamá?... –dije mientras de manera pesada me ponía de pies-. Acabo de despertar…
_ Pues… cámbiate que te estamos esperando en el despacho… no tardes…

Escuché sus pasos, debido a los largos tacones que debía estar calzando, yo maldije porque gracias a la inoportuna de mi madre, no había seguido disfrutando de Edward y sonriéndome me dirigí al baño.
.
.
.

Edward Pov.

Estábamos en el despacho presidencial: Emmet, Jasper, el Presidente (los tres estábamos vestidos de oficiales), La primera dama y yo, en los muebles se encontraban sentado Charlie Swan y su esposa, ellos hablaban entre ellos, mientras que en una esquina, estábamos Emmet, Jasper y Yo. Yo estaba pendiente a que la señorita Isabella entrara por la puerta, ya llevábamos más de 45 minutos esperándola. Mientras esperaba por verla, recordé la noche anterior. Ella había estado muy preocupada. Escuché cuando el ascensor que daba directo al despacho sonó, nos estaba dando el aviso de que alguien llegaba, inmediatamente mié para verla salir por él.
Como siempre, se veía hermosa. 

Llevaba puesta un conjunto de camisa y mini falda, por cierto bastante corta, sus piernas a la vista, largas y hermosas y unas zapatillas de tacón con agujas, 

dios, esa niña me iba a matar. La ví que en cuanto salió del ascensor sus ojos buscaron a alguien, deteniéndose al verme a mí, la miré directamente a los ojos, y vi como ella hacia lo mismo con una sonrisa amenazando por salir de sus labios, no se si me equivoco o qué, pero un sonrojo hermoso subió a su rostro haciendo que ella me apartara la mirada algo avergonzada, yo fruncí el seño al no comprender su actitud.

_ Isabella… termina de acercarte… -le dijo su madre al verla, Isabella caminó hacia el sofá en donde ellos se encontraban, y para llegar a ellos, necesitaba pasar por nosotros, sus pasos fueron cortos, ella levantó la mirada cuando iba junto a nosotros, saludó con una sonrisa hermosa a mi hermano Emmet y luego de reojo me miró a mí-.

Ella caminó rumbo a sus padres y se sentó con ellos en el sofá, vi que cuando se iba a sentar se arregló la parte de atrás de la falda como todo una sama, y hasta cruzó las piernas, mis ojos estaban fijas en ella y cada paso que daba, no se porque, pero notaba en ella un dote de sensualidad que no le había visto, y eso me encantaba, toda una niña de clase, muy distinta a aquella muchachita rebelde, repleta de maquillajes, con ropa jipi y fuera de control… en realidad no sabía cual de las dos me gustaba mas. Las palabras de la primera dama me sacaron de mis pensamientos.
_ Mañana domingo, iremos a la inauguración de unos parques en el centro de Washington…
_ Y… -dijo Isabella frunciendo el seño-. Me parece bien, felicidades por eso, padre, la verdad es que me alegro que cumplas las promesas que hiciste en las elecciones… casi siempre nunca se llevan a cabo…
_ Isabella… -dijo el presidente poniéndose de pies y mirándola fijamente-. Te lo informamos no para que me felicites, si no para que sepas que debes de ir con nosotros…
_ ¡¿Qué?!... –dijo ella enterrándose en el sofá como si le hubieren dicho que alguien a quien apreciaba se hubiere muerto-. No, no, no… no es necesario que asista a todas esas mierdas, Charlie… es que…
_ ¡Dios!... –gritó el presidente molesto, mientras la fulminaba con la mirada-. ¡Corrige tu vocabulario, niña… y bien… no me importa si te gusta o no, irás con nosotros!…

Yo ví que ella miraba fijamente el suelo, demasiado pensativa, su cara de tristeza era increíble. El presidente todavía molesto miró a mi hermano.
_ Ya sabes como coordinar la seguridad para mañana…
_ Si, señor… -dijo mi hermano-.
_ Oficial Edward Cullen… se que mañana iba a ser su primer domingo libre… pero la inauguración solo será de ocho a once de la mañana, luego podrá salir libre… ¿algún problema?...
Emmet y yo nos miramos solo por un segundo. Ambos sabíamos que mañana era el cumpleaños de Esme, y que ambos habíamos prometido ir con ella, cuando giré mi rostro miré de manera involuntaria a Isabella, quien con sus grandes y hermosos ojos me miraba también con expectativa… ¿sería posible que ella quisiere que yo le acompañara?...
_ Sabe que no hay ningún problema, señor… -le dije mirando al presidente-. Yo estaré aquí siempre que se me necesite…
_ Bien… -dijo la primera dama mientras se paraba del sofá y tomando a Isabella de la mano, la obligó a ponerse de pies con ella-. tú y yo nos vamos a una de esas tiendas exclusivas a buscar algo para mañana… -mientras hablaba se colocaba frente a su hija y le pasaba la mano repetidamente por el cabello, como si la estuviera peinando-. Recuerda que debes estar hermosa, Jacob estará allí… -mientras ella hablaba, al escuchar ese nombre y como su madre veía al chico una rabia intensa se instaló en mi pecho-. Y ustedes dos seguros también llamaran la atención de todos, se ven tan lindos juntos…
_ Mamá por favor… -dijo Isabella evidentemente incomoda por lo que decía su madre-.
_ Vamos… -la señora miró a Emmet-. ¿a quien enviaran con nosotras?...
_ El oficial Edward Cullen es el custodio de Isabella… -dijo el presidente algo fastidiado-. Emmet que designe a dos tres mas… quiero que vayan con la seguridad que necesiten…
_ ¡Por dios papá!... –dijo Isabella exasperada-. ¿En serio es necesario ir con tantos oficiales?... creo que con Edward me basta y sobra…

Ambos nos miramos. Y aquello provocó un silencio demasiado largo entre las personas que se encontraban allí.
_ Isabella… -dijo Emmet y yo giré a mirarlo, la verdad por su postura lo noté algo tenso, en realidad no imagino que lo puso así, ella le miró-. No entiendes la magnitud de la seguridad que deberías estar necesitando… se que Edward solo puede hacer su trabajo y protegerte… pero… es necesario que mientras no arreglemos algunos cabos sueltos que hay por allí, es necesario que nos permitas hacer nuestro trabajo…

Ella me miró de golpe y supe que en ese momento, ella supo, que le había comentado a Emmet algo de lo sucedido anoche, la verdad solo dije lo necesario, tampoco iba ella a pensarse que yo pasaría el tema de los vulturis por alto, estábamos hablando de su seguridad.
_ ¿Eso quiere decir que ahora en donde quiera que vaya tendré que hacerlo con un sin números de Oficiales?...
_ Depende… -dijo Emmet y ella apartó su mirada de mí, para mirar a su padre-.
_ Grandioso Charlie… increíble vida que me has dado… -dijo molesta, vi al presidente llevarse las manos a la cara, mas de lo mismo-.
_ No me digas Charlie, soy tu padre
_ Pero no te comportas como tal… -dijo ella exaltada-. ¿es que no entiendes que daría lo que fuere porque mi vida fuera como antes?... ¡quiero seguir yendo al instituto, estoy harta de la institutriz, de estas cuatro paredes, estoy harta de que no pueda ir a un lugar sin que tema por mi vida!...
_ ¡Isabella basta!... –gritó el presidente haciendo que ella callara-. ¡Basta de tus quejas, bastante tengo con la presión por ser el presidente de los Estados Unidos, y cuidar de tu maldita seguridad!...
Ella se le quedó mirando fijamente, el presidente tenía una cara de torturado que hasta a mí me dejó achocado.
_ NO te cansas de quejarte, -dijo la primera dama-. Cualquier niña daría lo que fuere por ser tú… y vamos…
.
.
.
Bella Pov.

Mamá y yo bajamos por el ascensor, directo al garaje, Edward y Jasper iban con nosotros. Cuando bajé y vi a dos seguridades mas bufé, parecían del escuadrón Men In Black, creo que hasta una sonrisa burlona se dibujó en mis labios. Nos dirigimos al mercedes en el que siempre iba mi madre, Edward nos abrió la puerta y mamá y yo nos subimos, Jasper tomó el guía del vehiculo y Edward se sentó a su lado en el copiloto, yo me senté detrás de Jasper y me entretuve todo el camino mirando el perfil de Edward desde atrás, tomé mi apple y conecté las bocinitas y me las puse en los oídos, con mi música rockera tan alta, que creo que mamá que estaba a mi lado la podía escuchar, ya que a pesar de que veía una maldita revista de moda, ella de vez en cuando me miraba con preocupación. 

Llegamos a una de las tiendas preferidas de mamá, claro por su exclusividad, ella la adoraba cuando se enteraba de esos eventos a toda prisa, que no le permitían mandar a ser lo que quería. Jasper me abrió la puerta y Edward a mamá, cuando bajé del auto, pude ver al otro auto negro aparcado detrás de nosotros, con el escuadrón de los hombres de negro, chistoso, me sonreí mientras entraba a la tienda detrás de mamá. Jasper y Edward nos pisaban los talones. Al entrar al lugar lo odié de inmediato, mamá parecía encantada al ver a todos los empleados querer besar los pies por donde nosotras cruzábamos. Aquello lo odiaba, no me gustaba ser el centro de atracción, por lo que ignoré a las pequeña cantidad de personas que se encontraban allí y seguí escuchando música, mamá le explicaba a la elegante señora que la atendía que era lo que buscaba para ella y para mí, y ella de inmediato, con una sonrisa estúpida comenzó a mostrarnos sus trapos, yo no le presté atención alguna, ya que al fin de cuentas mamá no me escucharía, ella me vestiría a su antojo como siempre, sonreí al imaginar que el estilo de ropa que me gustaban no lo vendían en este lugar. Sin darme cuenta, ya que la música en mis oídos, me tenia entretenida me dirigí por los pasillos, mirando la ropa de tela súper cara, que se me cruzaba por mi camino, miré hacia arriba y ví que el lugar tenia una segunda planta, me dirigí a los escalones y subí, la verdad es que tal vez y dios me premiaba y encontraba algo que no me desagradara tanto. Al llegar a la segunda planta, comencé a ver los vestidos, hasta llegué a descolgar algunos colgaderos para ver los vestidos completos, moví la cabeza positivamente mientras uno no me pareció tan horrendo, y allí fue que lo sentí. Me sentí observada. Dios es una sensación que no se la deseo ni a mi peor enemigo, el escalofrío que sentí en todo mi cuerpo hizo que el colgadero con todo y el vestido cayera al suelo, yo me giré y mientras me quitaba el aparatito de los oídos miré a todos lados, en ese momento me encontraba en un pasillo, entre dos filas de ropas tendidas a la exhibición, rápidamente miré a la esquina, el miedo que sentí en ese momento no fue normal, mi corazón comenzó a latir como loco, cuando sentí una sombra que se movió en la esquina, me llevé la mano a la boca para que no saliera el grito que seguro se escucharía en todo el local, di dos pasos hacia atrás, preparándome para correr hacia las escaleras, a sabiendas que me iba a matar en ellas. Cuando di otro paso girándome al mismo tiempo choqué con el pecho de alguien y el corazón me bajó a los pies, reaccioné intentando golpear ese pecho con mis puños, cuando escuché su voz.
_ Ey… señorita… soy yo…
Dios, la sensación de seguridad que sentí al escuchar su voz, me hizo reaccionar aforrándome a sus brazos.
_ Edward!!... –lo abracé y mieeeeerda, Edward se quedó achocado en un principio, tanto que abrió sus brazos, para no corresponderme el abrazo, pero cuando sintió que mis manos envolvieron su cintura, a tal punta que entrelacé mis dedos en su espalda, y recosté mi cabeza en su pecho, fue que comprendí lo alto que era, acerqué disimuladamente mi nariz a su pecho y aspiré su aroma lo mas que pude, fue cuando empecé a sentir que sus brazos muy, pero muy lentamente envolvían mi cintura, correspondiendo el abrazo y la sensación fue de muerte, sentí una de sus manos apoyarse justo en donde terminaba mi columna y aquello fue suficiente para que todas esas sensaciones sentidas esta mañana, cuando soñaba con él, me golpearan fuertemente, Edward me abrazó y fue lo que necesité para calmarme, ¿Cuánto tiempo duramos allí?, eso ni yo lo se. Su mano casi en mi coxis me estaba quemando y cuando sentí la imperiosa necesidad de que bajara solo un poquito mas su mano, cerré los ojos, y me obligué a separarme, cuando el sintió que me moví un poquito, mientras aparataba mi mano de su cintura, aflojó su agarre, aunque noté que no hizo nada por romper nuestra cercanía, yo tampoco lo hice solo me separé lo suficiente para levantar el rostro y mirarle a la cara, ambos nos miramos sin decir nada. Al menos por la boca, porque si por la mirada eran, ambos deseábamos quedarnos así para siempre.
Noté que el bajó unos segundos su mirada a mis labios y que luego se obligó a dar un paso hacia atrás, poniendo distancia entre nosotros, lo ví tragar en seco. Yo miré hacia el lugar en donde momentos antes, había visto la sombra moverse.
_ ¿Qué sucede?... –dijo Edward entre dientes y yo lo miré-.
_ Estoy paranoica… Edward… ¿me llevarías a casa de Ali?... no he sabido nada de ella desde anoche…
_ Yo la llevo a donde usted mande, señorita…
_ Oh, rayos!... –dije sin paciencia-. Deja las malditas formalidades… si quieres que tolere el tenerte pegado a mi puto trasero desde que me levante… -y hasta en mis sueños, dije por mis adentro-. Deja de llamarme señorita… llámame BEEEELLAAAAAA… -le dije como si fuera un retrasado, noté que una sonrisa se le escapó de sus labios y eso me agradó, debería andar sonriendo en todo momento, eso era una bendición, yo también le sonreí-. Es cierto… tal y que lleguemos a ser amigos… como lo es Emmet…
_ Bueno… -dijo él divertido-. Tal vez, vaya a tener que recordarme de vez en cuando cual es mi puesto… como lo hizo con el Oficial Emmet cuando, me asignó como su custodio… estaba tan enojada que puso distancia de la manera mas arrogante y presumida que he visto en mi vida… ¿dice que son amigos?...

Con este hombre iba a ser imposible. Es que si no hubiese sido porque seguía sonriendo de esa maldita forma, juro, que en ese momento si le hubiera recordado cual era su puesto. Yo solo bufé y caminé rumbo a las escaleras, dejándolo detrás de mí, mientras le daba las instrucciones.
_ Bajamos y le diré a mi madre que estoy descompuesta… nos vamos en el auto, y Jasper que se vaya con mamá…
_ ¿Le va a creer que está descompuesta?... –dijo a mis espaldas cuando íbamos bajando las esclareas-.
_ Me importa muy poco lo que mi Reneé crea, o me deja ir o le hago uno de esos berrinches, los cuales ella odia sobre manera…
.
.
.

Gracias a todas las personas que leen mi historia, besos y abrazos…