Al escuchar el apellido, inmediatamente vino a mi mente la imagen de aquel chico demente en la plaza, mierda, mierda, mierda, volé del mueble, mientras tiraba de mis cabellos de manera inconciente, dios, ¿Qué rayos estaba pasando?... recordaba perfectamente el temor del presidente, al Emmet mencionar aquel apellido, que tan en peligro estaba esta niña, debía hablar con Emmet lo mas antes posible. Por nada del mundo permitiría que Isabella volviera a verse expuesta a ningún tipo de peligro.
CAPITULO X.
NUEVOS SENTIMIENTOS.
Bella Pov.
Estaba en la cama cuando sentía unas suaves caricias por mi bajo vientre, dejé los ojos cerrados y disfruté de la corriente de electricidad que esas caricias provocaban en mi cuerpo, me moví quedando acostada boca arriba y sentí que unos labios calientes, suaves y mojados recorrían mi cuello, sentí unos fuertes brazos moverme de tal manera, que la suave cama que yacía bajo de mi espalda desapareció haciendo que yo abriera los ojos, los abrí de golpe cuando reconocí de inmediato aquél color de pelo cobrizo, era Edward quien se encontraba acostado en mi cama vestido solo con unos pantalones de pijama, recordé que la noche anterior me había echado a la cama, toda deprimida, mientras Edward se recostaba del espaldar de la cama y me acariciaba suavemente el pelo, tal vez se había quedado dormido, pues mis pensamientos fueron interrumpidos al ver que Edward se estaba acomodando en la cama mientras me acostaba encima de él, yo abrí mis piernas y me acomodé ahorcajadas sobre él, sus grandes y fuertes manos reposaban en la parte baja de mi espalda, de manera que quedé pegada completamente a él, pudiendo sentir cada centímetro de su piel pegada a la mía. Sus ojos verdes esmeraldas, me miraban fijamente, mientras yo sentí como con sus manos apretó más fuerte su agarre en mi espalda, de manera que me pegó más a él, aún más de lo que ya lo estaba. Y fue en ese preciso momento, cuando sentí su miembro, el cual estaba bastante rígido. Debido a la posición su miembro rozó directamente mi sexo, el cual solo estaba cubierto por unos panticitos, los cuales se empaparon en ese momento, ya que sentí que me mojé de una manera vergonzosa, mi cuerpo recibió una descarga eléctrica y todo se concentraba justo ahí, en mi centro. Un suspiro salió de mis labios, mientras que de manera involuntaria comencé a moverme sobre él, provocando una deliciosa fricción entre ambos sexos, Edward no se quedó quieto y embistió contra mí, provocando que jadeara y que me calentara de una manera inigualable, era mi primera experiencia sexual (con otra persona), y la verdad estaba tan a gusto de que fuera con él, porque Edward me gustaba y mucho, me sentía tan mojada y con tantas ganas de más, Edward siguió estimulándose contra mi sexo, provocándome con sus embistes, descargas de placer por todo mi cuerpo y un cosquilleo en mi centro, embestía como si en verdad ambos estuviéramos desnudos y me estuviera penetrando. Yo incliné mi cabeza para esconderla en su cuello y fue cuando escuché sus bajos gemidos en mi oído, en ese momento solo me importaba él y lo que me estaba provocando, Edward era inigualable. Yo también movía mis caderas, disfrutando de su miembro el cual estaba como una maldita piedra, era inmenso y agradable. Nuestros sexos se friccionaban a tal manera que los movimientos se iban acelerando, yo me moví de arriba a bajo, mi clítoris también necesitaba atención. Y cuando la recibió, un Jadeo demasiado fuerte salió de mis labios. Estaba tan excitada que solo quería que él con una de sus manos echara a un lado mis pantys y me penetrara de una vez por todas, con su duro miembro. Moví más fuerte mis caderas, y otro gemido se desbandó de mis labios. Sentía que justo en mi centro se estaba armando una burbuja que en cualquier momento podría aventarse de manera violenta. Edward bajó sus manos a mis nalgas, para moverme él mismo contra él. Los movimientos de ambos iban acelerándose a gran medida, yo me mordí el labio inferior con mucha fuerza, mientras disfrutaba de aquello. Sentí que mi clítoris palpitó. Sentía la humedad desvanecer de mi centro, estaba tan cerca de llegar a un orgasmo fulminante. Su apriete se hizo más profundo, mientras arremetía de manera más reclamante contra mí, y mis caderas se movían lo más rápido que me permitía mi cuerpo.
_ Edward… -gemí su nombre con devoción y él subió su rostro para mirarme, ambos nos miramos a los ojos, sus ojos estaban oscurecidos por el placer, nunca olvidaría esa mirada-.
La burbuja de mi bajo vientre estaba a punto de explotar, sentía que solo me faltaban segundos para correrme. Mi respiración era superficial y mi clítoris cada vez estaba más sensible. Por los movimientos supe que a él también le faltaba poco, ya que sentía que su miembro latía, haciéndose cada vez más grande. Estaba tan caliente y desesperada por liberarme que con un par de embistes más y podía tocar el cielo con mis propias manos. Dios, dios, dios, ambos nos miramos a los ojos, mientras seguíamos frotándonos con movimientos de arriba abajo, mierda me estaba corriendo y fuertemente.
_ Oh, mierda… Edward… -dije en un jadeo mientras él seguía con la boca entreabierta, aquello era increíble, su mirada no se aparataba de mí-. Edward, por favor... –le supliqué, mientras seguía rozando mi sexo por toda su longitud, él puso los ojos en blanco ante eso y gimió mirándome-. Estoy tan cerca, no vayas a parar…
_ Vamos señorita, córrase... –el muy maldito susurró en mi oído, con su voz ronca, provocando que con la siguiente embestida yo jadeara mientras mi centro comenzó a convulsionar de marea violenta. Igual seguí moviéndome encima de él, pero ya sin poder controlar mis movimientos. Luego de unos segundos, sentí que volvía en mí, y que tras moverse un poco más, él se apretó un poco más y se corrió gimiendo mi nombre. Escucharlo gemir mi nombre era lo más gratificante que había oído.
Escuché unos golpes en la puerta y de manera violenta me senté en la cama, buscando a Edward con los ojos, NO ESTABA, me quedé descolocada aquel sueño había sido tan real que miré mi entrepierna alarmada, y si había tenido un orgasmo.
No lo podía creer, ¿sueños húmedos?... me quedé sentada en la cama, mientras me pasaba la mano por la cabeza algo descolocada, ¿había tenido un sueño húmedo con mi custodio?... me mordí el labio inferior reprimiendo la sonrisa que quería salir de mis labios, había sido tan real, si eso fue solo un sueño, como sería si fuera real, dios Maldita Alice, ella era la culpable de mis malos pensamientos… cerré los ojos por un momento y aquella mirada oscurecida de Edward volvió a mi memoria… ¿en serio había sido solo un sueño?...
Los golpes de manera insistente tocaron la puerta de mi habitación, mierda, no podía abrir en el estado que estaba, me sentía acalorada, húmeda y muy poco presentada.
_ ¿Quién?... –dije mientras fijaba mi mirada en la puerta cerrada-.
_ ¡¿Desde cuando cierras la puerta con llaves?!... –gritó mi madre del otro lado de la puerta, estaba molesta, yo fruncí el seño, no recordaba haberla cerrado con seguro, aunque siendo verdad, no recordaba nada de la noche anterior, solo que estaba hablando con Edward, cuando él se retiró me había puesto la pijama y luego me había acostado en mi cama, conciliando el sueño de manera rápida-.
_ ¿Qué quieres mamá?... –dije mientras de manera pesada me ponía de pies-. Acabo de despertar…
_ Pues… cámbiate que te estamos esperando en el despacho… no tardes…
Escuché sus pasos, debido a los largos tacones que debía estar calzando, yo maldije porque gracias a la inoportuna de mi madre, no había seguido disfrutando de Edward y sonriéndome me dirigí al baño.
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Edward Pov.
Estábamos en el despacho presidencial: Emmet, Jasper, el Presidente (los tres estábamos vestidos de oficiales), La primera dama y yo, en los muebles se encontraban sentado Charlie Swan y su esposa, ellos hablaban entre ellos, mientras que en una esquina, estábamos Emmet, Jasper y Yo. Yo estaba pendiente a que la señorita Isabella entrara por la puerta, ya llevábamos más de 45 minutos esperándola. Mientras esperaba por verla, recordé la noche anterior. Ella había estado muy preocupada. Escuché cuando el ascensor que daba directo al despacho sonó, nos estaba dando el aviso de que alguien llegaba, inmediatamente mié para verla salir por él.
Llevaba puesta un conjunto de camisa y mini falda, por cierto bastante corta, sus piernas a la vista, largas y hermosas y unas zapatillas de tacón con agujas,
dios, esa niña me iba a matar. La ví que en cuanto salió del ascensor sus ojos buscaron a alguien, deteniéndose al verme a mí, la miré directamente a los ojos, y vi como ella hacia lo mismo con una sonrisa amenazando por salir de sus labios, no se si me equivoco o qué, pero un sonrojo hermoso subió a su rostro haciendo que ella me apartara la mirada algo avergonzada, yo fruncí el seño al no comprender su actitud.
_ Isabella… termina de acercarte… -le dijo su madre al verla, Isabella caminó hacia el sofá en donde ellos se encontraban, y para llegar a ellos, necesitaba pasar por nosotros, sus pasos fueron cortos, ella levantó la mirada cuando iba junto a nosotros, saludó con una sonrisa hermosa a mi hermano Emmet y luego de reojo me miró a mí-.
Ella caminó rumbo a sus padres y se sentó con ellos en el sofá, vi que cuando se iba a sentar se arregló la parte de atrás de la falda como todo una sama, y hasta cruzó las piernas, mis ojos estaban fijas en ella y cada paso que daba, no se porque, pero notaba en ella un dote de sensualidad que no le había visto, y eso me encantaba, toda una niña de clase, muy distinta a aquella muchachita rebelde, repleta de maquillajes, con ropa jipi y fuera de control… en realidad no sabía cual de las dos me gustaba mas. Las palabras de la primera dama me sacaron de mis pensamientos.
_ Mañana domingo, iremos a la inauguración de unos parques en el centro de Washington…
_ Y… -dijo Isabella frunciendo el seño-. Me parece bien, felicidades por eso, padre, la verdad es que me alegro que cumplas las promesas que hiciste en las elecciones… casi siempre nunca se llevan a cabo…
_ Isabella… -dijo el presidente poniéndose de pies y mirándola fijamente-. Te lo informamos no para que me felicites, si no para que sepas que debes de ir con nosotros…
_ ¡¿Qué?!... –dijo ella enterrándose en el sofá como si le hubieren dicho que alguien a quien apreciaba se hubiere muerto-. No, no, no… no es necesario que asista a todas esas mierdas, Charlie… es que…
_ ¡Dios!... –gritó el presidente molesto, mientras la fulminaba con la mirada-. ¡Corrige tu vocabulario, niña… y bien… no me importa si te gusta o no, irás con nosotros!…
Yo ví que ella miraba fijamente el suelo, demasiado pensativa, su cara de tristeza era increíble. El presidente todavía molesto miró a mi hermano.
_ Ya sabes como coordinar la seguridad para mañana…
_ Si, señor… -dijo mi hermano-.
_ Oficial Edward Cullen… se que mañana iba a ser su primer domingo libre… pero la inauguración solo será de ocho a once de la mañana, luego podrá salir libre… ¿algún problema?...
Emmet y yo nos miramos solo por un segundo. Ambos sabíamos que mañana era el cumpleaños de Esme, y que ambos habíamos prometido ir con ella, cuando giré mi rostro miré de manera involuntaria a Isabella, quien con sus grandes y hermosos ojos me miraba también con expectativa… ¿sería posible que ella quisiere que yo le acompañara?...
_ Sabe que no hay ningún problema, señor… -le dije mirando al presidente-. Yo estaré aquí siempre que se me necesite…
_ Bien… -dijo la primera dama mientras se paraba del sofá y tomando a Isabella de la mano, la obligó a ponerse de pies con ella-. tú y yo nos vamos a una de esas tiendas exclusivas a buscar algo para mañana… -mientras hablaba se colocaba frente a su hija y le pasaba la mano repetidamente por el cabello, como si la estuviera peinando-. Recuerda que debes estar hermosa, Jacob estará allí… -mientras ella hablaba, al escuchar ese nombre y como su madre veía al chico una rabia intensa se instaló en mi pecho-. Y ustedes dos seguros también llamaran la atención de todos, se ven tan lindos juntos…
_ Mamá por favor… -dijo Isabella evidentemente incomoda por lo que decía su madre-.
_ Vamos… -la señora miró a Emmet-. ¿a quien enviaran con nosotras?...
_ El oficial Edward Cullen es el custodio de Isabella… -dijo el presidente algo fastidiado-. Emmet que designe a dos tres mas… quiero que vayan con la seguridad que necesiten…
_ ¡Por dios papá!... –dijo Isabella exasperada-. ¿En serio es necesario ir con tantos oficiales?... creo que con Edward me basta y sobra…
Ambos nos miramos. Y aquello provocó un silencio demasiado largo entre las personas que se encontraban allí.
_ Isabella… -dijo Emmet y yo giré a mirarlo, la verdad por su postura lo noté algo tenso, en realidad no imagino que lo puso así, ella le miró-. No entiendes la magnitud de la seguridad que deberías estar necesitando… se que Edward solo puede hacer su trabajo y protegerte… pero… es necesario que mientras no arreglemos algunos cabos sueltos que hay por allí, es necesario que nos permitas hacer nuestro trabajo…
Ella me miró de golpe y supe que en ese momento, ella supo, que le había comentado a Emmet algo de lo sucedido anoche, la verdad solo dije lo necesario, tampoco iba ella a pensarse que yo pasaría el tema de los vulturis por alto, estábamos hablando de su seguridad.
_ ¿Eso quiere decir que ahora en donde quiera que vaya tendré que hacerlo con un sin números de Oficiales?...
_ Depende… -dijo Emmet y ella apartó su mirada de mí, para mirar a su padre-.
_ Grandioso Charlie… increíble vida que me has dado… -dijo molesta, vi al presidente llevarse las manos a la cara, mas de lo mismo-.
_ No me digas Charlie, soy tu padre…
_ Pero no te comportas como tal… -dijo ella exaltada-. ¿es que no entiendes que daría lo que fuere porque mi vida fuera como antes?... ¡quiero seguir yendo al instituto, estoy harta de la institutriz, de estas cuatro paredes, estoy harta de que no pueda ir a un lugar sin que tema por mi vida!...
_ ¡Isabella basta!... –gritó el presidente haciendo que ella callara-. ¡Basta de tus quejas, bastante tengo con la presión por ser el presidente de los Estados Unidos, y cuidar de tu maldita seguridad!...
Ella se le quedó mirando fijamente, el presidente tenía una cara de torturado que hasta a mí me dejó achocado.
_ NO te cansas de quejarte, -dijo la primera dama-. Cualquier niña daría lo que fuere por ser tú… y vamos…
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Bella Pov.
Mamá y yo bajamos por el ascensor, directo al garaje, Edward y Jasper iban con nosotros. Cuando bajé y vi a dos seguridades mas bufé, parecían del escuadrón Men In Black, creo que hasta una sonrisa burlona se dibujó en mis labios. Nos dirigimos al mercedes en el que siempre iba mi madre, Edward nos abrió la puerta y mamá y yo nos subimos, Jasper tomó el guía del vehiculo y Edward se sentó a su lado en el copiloto, yo me senté detrás de Jasper y me entretuve todo el camino mirando el perfil de Edward desde atrás, tomé mi apple y conecté las bocinitas y me las puse en los oídos, con mi música rockera tan alta, que creo que mamá que estaba a mi lado la podía escuchar, ya que a pesar de que veía una maldita revista de moda, ella de vez en cuando me miraba con preocupación.
Llegamos a una de las tiendas preferidas de mamá, claro por su exclusividad, ella la adoraba cuando se enteraba de esos eventos a toda prisa, que no le permitían mandar a ser lo que quería. Jasper me abrió la puerta y Edward a mamá, cuando bajé del auto, pude ver al otro auto negro aparcado detrás de nosotros, con el escuadrón de los hombres de negro, chistoso, me sonreí mientras entraba a la tienda detrás de mamá. Jasper y Edward nos pisaban los talones. Al entrar al lugar lo odié de inmediato, mamá parecía encantada al ver a todos los empleados querer besar los pies por donde nosotras cruzábamos. Aquello lo odiaba, no me gustaba ser el centro de atracción, por lo que ignoré a las pequeña cantidad de personas que se encontraban allí y seguí escuchando música, mamá le explicaba a la elegante señora que la atendía que era lo que buscaba para ella y para mí, y ella de inmediato, con una sonrisa estúpida comenzó a mostrarnos sus trapos, yo no le presté atención alguna, ya que al fin de cuentas mamá no me escucharía, ella me vestiría a su antojo como siempre, sonreí al imaginar que el estilo de ropa que me gustaban no lo vendían en este lugar. Sin darme cuenta, ya que la música en mis oídos, me tenia entretenida me dirigí por los pasillos, mirando la ropa de tela súper cara, que se me cruzaba por mi camino, miré hacia arriba y ví que el lugar tenia una segunda planta, me dirigí a los escalones y subí, la verdad es que tal vez y dios me premiaba y encontraba algo que no me desagradara tanto. Al llegar a la segunda planta, comencé a ver los vestidos, hasta llegué a descolgar algunos colgaderos para ver los vestidos completos, moví la cabeza positivamente mientras uno no me pareció tan horrendo, y allí fue que lo sentí. Me sentí observada. Dios es una sensación que no se la deseo ni a mi peor enemigo, el escalofrío que sentí en todo mi cuerpo hizo que el colgadero con todo y el vestido cayera al suelo, yo me giré y mientras me quitaba el aparatito de los oídos miré a todos lados, en ese momento me encontraba en un pasillo, entre dos filas de ropas tendidas a la exhibición, rápidamente miré a la esquina, el miedo que sentí en ese momento no fue normal, mi corazón comenzó a latir como loco, cuando sentí una sombra que se movió en la esquina, me llevé la mano a la boca para que no saliera el grito que seguro se escucharía en todo el local, di dos pasos hacia atrás, preparándome para correr hacia las escaleras, a sabiendas que me iba a matar en ellas. Cuando di otro paso girándome al mismo tiempo choqué con el pecho de alguien y el corazón me bajó a los pies, reaccioné intentando golpear ese pecho con mis puños, cuando escuché su voz.
_ Ey… señorita… soy yo…
Dios, la sensación de seguridad que sentí al escuchar su voz, me hizo reaccionar aforrándome a sus brazos.
_ Edward!!... –lo abracé y mieeeeerda, Edward se quedó achocado en un principio, tanto que abrió sus brazos, para no corresponderme el abrazo, pero cuando sintió que mis manos envolvieron su cintura, a tal punta que entrelacé mis dedos en su espalda, y recosté mi cabeza en su pecho, fue que comprendí lo alto que era, acerqué disimuladamente mi nariz a su pecho y aspiré su aroma lo mas que pude, fue cuando empecé a sentir que sus brazos muy, pero muy lentamente envolvían mi cintura, correspondiendo el abrazo y la sensación fue de muerte, sentí una de sus manos apoyarse justo en donde terminaba mi columna y aquello fue suficiente para que todas esas sensaciones sentidas esta mañana, cuando soñaba con él, me golpearan fuertemente, Edward me abrazó y fue lo que necesité para calmarme, ¿Cuánto tiempo duramos allí?, eso ni yo lo se. Su mano casi en mi coxis me estaba quemando y cuando sentí la imperiosa necesidad de que bajara solo un poquito mas su mano, cerré los ojos, y me obligué a separarme, cuando el sintió que me moví un poquito, mientras aparataba mi mano de su cintura, aflojó su agarre, aunque noté que no hizo nada por romper nuestra cercanía, yo tampoco lo hice solo me separé lo suficiente para levantar el rostro y mirarle a la cara, ambos nos miramos sin decir nada. Al menos por la boca, porque si por la mirada eran, ambos deseábamos quedarnos así para siempre.
Noté que el bajó unos segundos su mirada a mis labios y que luego se obligó a dar un paso hacia atrás, poniendo distancia entre nosotros, lo ví tragar en seco. Yo miré hacia el lugar en donde momentos antes, había visto la sombra moverse.
_ ¿Qué sucede?... –dijo Edward entre dientes y yo lo miré-.
_ Estoy paranoica… Edward… ¿me llevarías a casa de Ali?... no he sabido nada de ella desde anoche…
_ Yo la llevo a donde usted mande, señorita…
_ Oh, rayos!... –dije sin paciencia-. Deja las malditas formalidades… si quieres que tolere el tenerte pegado a mi puto trasero desde que me levante… -y hasta en mis sueños, dije por mis adentro-. Deja de llamarme señorita… llámame BEEEELLAAAAAA… -le dije como si fuera un retrasado, noté que una sonrisa se le escapó de sus labios y eso me agradó, debería andar sonriendo en todo momento, eso era una bendición, yo también le sonreí-. Es cierto… tal y que lleguemos a ser amigos… como lo es Emmet…
_ Bueno… -dijo él divertido-. Tal vez, vaya a tener que recordarme de vez en cuando cual es mi puesto… como lo hizo con el Oficial Emmet cuando, me asignó como su custodio… estaba tan enojada que puso distancia de la manera mas arrogante y presumida que he visto en mi vida… ¿dice que son amigos?...
Con este hombre iba a ser imposible. Es que si no hubiese sido porque seguía sonriendo de esa maldita forma, juro, que en ese momento si le hubiera recordado cual era su puesto. Yo solo bufé y caminé rumbo a las escaleras, dejándolo detrás de mí, mientras le daba las instrucciones.
_ Bajamos y le diré a mi madre que estoy descompuesta… nos vamos en el auto, y Jasper que se vaya con mamá…
_ ¿Le va a creer que está descompuesta?... –dijo a mis espaldas cuando íbamos bajando las esclareas-.
_ Me importa muy poco lo que mi Reneé crea, o me deja ir o le hago uno de esos berrinches, los cuales ella odia sobre manera…
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Gracias a todas las personas que leen mi historia, besos y abrazos…
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