LA HIJA DEL PRESIDENTE

sábado, 23 de julio de 2011

Capitulo V.

CAPITULO V.
AGRADECIENDOTE…

Edward Pov.

Al verla salir de su habitación me puse derecho, la verdad no había tenido buena noche y no estaba para aguantar berrinches. Ella y yo nos miramos a los ojos, sin duda comprobé que aunque ella fuera engreída, bocona, altanera e insoportable, su rostro era de ángel. Sabia que se esforzaba bastante para tener esa mirada de hostilidad, quise darle un vistazo de cuerpo completo, pero me aguanté las ganas, ella inició su paso, iba algo apurada hacia el ascensor, al pasar por mi lado me quedé mirándola y una vez que ella estuvo de espaldas a mí, la observé de cuerpo completo, era linda, su pelo le llegaba a la cintura con ondas naturales, y su vestimenta la hacía ver tan angelical. Al darme cuenta que estaba cerca del ascensor, reaccioné iniciando mi paso casi corriendo, el ascensor estaba cerrando sus puertas cuando yo metí la mano para que no se cerraran. Entré y ni siquiera le dirigí una mirada, ella se acercó a donde estaban los números indicando el piso en donde se encontraba el despacho presidencial, y yo me quedé detrás de ella, sin apartar mi mirada de su pelo el cual caía en suaves ondas sobre su espalda, su lindo trasero y sus hermosas piernas largas, ella al estar despalda a mí, ni siquiera se imaginaba la inspección que le estaba haciendo a su cuerpo. Las puertas se abrieron, y seguí sus pasos, como el perro guardián que era. Al llegar a la puerta, noté a una chica de las de servicios hablarle, no alcancé a escucharle, pero ví como la señorita caprichosa se giró a ella de manera brusca y la tomó del brazo de mala manera, la otra parecía asustada. Todo fue tan rápido, que al momento de percatarme que Isabella la rempujó, me acerque a la chica de servicio para sostenerla, los otros dos oficiales, también se sorprendieron. La chica me miró directamente a los ojos y yo la solté, ayudándola a que se estabilice en el piso.

_ ¿Estás bien?... -le dije ya que su cara reflejaba lo molesta que estaba-.
_ Solo porque me has sostenido… -dijo y de manera inmediata aparentemente olvidó todo lo que le incomodaba, porque me regaló una sonrisa, yo se la devolví y la ví a ella abrir los ojos como platos-.

Ambos iniciamos el paso hacia el ascensor. Ella me habló en un susurro.
_ Siento mucho que te hayan puesto a cuidar a la chica estúpida esa, debe ser un buen castigo para ti…

Como estaba a mi derecha la miré con duda, ella me sonrió.
_ Es de lo peor… es una amargada, sus padres no quieren saber de ella, y ella paga sus frustraciones con nosotros… es un asco…

Yo fruncí el seño, sin darme cuenta me molesté.
_ No deberías hablar de ella de esa manera…
_ Jessica… -me dijo su nombre y me sonrió coquetamente ¡por dios!-.
_ Como te decía Jessica, la señorita Isabella puede ser todo lo que quieras, pero debes respetarla… recuerda que es la hija del presidente…
_ Como sea… -dijo ella cambiando el tema y frenando su caminar para ponerse frente a mí, yo fruncí el seño y ella violó mi espacio personal, de la misma manera en que Isabella lo había hecho la noche anterior, ambos nos miramos a los ojos-. Edward… me gustaría conocerte mas… se que a los Oficiales de primer orden le dan los domingos libres… ¿Qué te parece si salimos a dar una vuelta?... me gustaría conocerte mejor…
_ A pesar de cachifa (termino despectivo del servicio domestico)… ¿también eres una regalada, Stanley?…

Ambos nos giramos de golpe, para ver a Isabella mirarnos de mala manera, Jessica automáticamente dio dos pasos hacia atrás para alejarse de mí, Isabella fulminaba con la mirada a Jessica, ella en ningún momento me miró a mí, Jessica bajó la mirada al suelo, al parecer era lo que Isabella esperaba que todos hicieran ante ella.
_ ¡Contesta!... –gritó Isabella y Jessica dio un brinquito del susto, aquello aunque me parecía fatal, se veía hasta cómico-.
_ Lo siento, señorita, pero… -Isabella la interrumpió-.
_ Aquí se te paga para que sirvas en la casa blanca, no para que te le andes ofreciendo a los oficiales… revisa tu puesto y… tu mal gusto…

Yo la miré y ella me miró por encima del hombro. Dios hasta yo quería ponerla en su puesto… pero como dije antes, no estaba de humor, para más enfrentamientos.
_ Vete… ocupa tu puesto… -le ordenó a Jessica-.
_ Si, señorita, con su permiso…
_ ¡Un momento!... –dijo Isabella al ver que Jessica iba rumbo al ascensor, Jessica se giró hacia ella lentamente-. ¿A dónde cree que va?... ¿acaso no se fija que yo voy a tomar el ascensor?... váyase por las escaleras…
_ Si, señorita… -dijo Jessica entre dientes y cambió su rumbo hacia las escaleras. Dios iba a bajar 7 pisos por las escaleras-.

Bella Pov.

Subí nuevamente en el ascensor, aunque estaba súper molesta. No mandé a Edward a que también bajara por las escaleras, para no darle la oportunidad a la regalada de Stanley que se diera a la cacería con él, si que no perdía tiempo. Llegué a mi habitación y entré.

Edward Pov.

Me paré en su puerta y justo en cinco minutos la vi salir nuevamente, solo que en esta ocasión llevaba un bultito en sus manos. Ella me miró y por primera vez en el día me dirigió la palabra, pero con actitud altanera.

_ ¿Usted oficial Cullen… tiene asignado un vehículo?...
La miré a los ojos para contestarle.
_ Si… -dije y fruncí el seño-.
_ Pues bien… en estos momentos también será mi chofer, ¿no?... –dijo y yo ya sentía la sangre acelerarse en mis venas, odiaba esa actitud-.
_ ¿Va a salir, señorita?...
_ Si… y mas le vale que haga su trabajo y cuide bien mi trasero… ya que al parecer el hecho de que seas el hermano menor de Emmet, el hombre de confianza de mi padre, te convierte en privilegiado…

Aquello si que me molestó. No estaba aquí por las influencias de Emmet, si no por mis recomendaciones y mi forma de trabajo. La fulminé con la mirada, ella pareció notar que aquello me molestó, porque la ví aguantarse una sonrisita e iniciar su paso hacia el ascensor, yo aspiré todo el aire que pude por la nariz y lo voté por la boca. Una vez dentro del ascensor, volvimos igual, ella delante y yo detrás, en el momento que le miraba el trasero la vi darse la vuelta y girarse hacia mí, yo inmediatamente subí su mirada a su rostro, ella frunció el seño y luego me fulminó con la mirada, mientras ví que me extendía unas llaves.
_ Son las llaves de mi auto, nos iremos en él… no quiero llamar la atención cuando llegue en una limusina…

Bien. Algo bueno en ella, aparentemente no era tan presumida en lo material. Tomé la llave que me estaba pasando y en ese momento sin calcularlo nuestras pieles se rozaron. Ella buscó mis ojos y apartó su mano de golpe, luego se giró dándome la espalda nuevamente, en mis labios se dibujó una sonrisa involuntaria, cuando lo vi como disimuladamente limpiaba su mano con su falda. Dios si que era insoportable. Salimos y al llegar al garaje en donde se encontraban los vehículos, me paré de golpe al ver que se paró en la puerta trasera de un ¡aston martin!, ¿a eso le decía no llamar la atención?... ella se giró y me miró enfadada.
_ ¿No piensas abrirme la puerta?...
Sin decir nada fui y la abrí ella entró y yo la cerré.
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Iba conduciendo por donde ella me iba indicando. Pude ver por el retrovisor como ella de su bulto sacaba un estuchito de maquillaje, y como empezaba a maquillarse, no volví a mirarla. Me estacioné en el parqueo subterráneo de la plaza que ella me había indicado, me desmonté del auto, y di la vuelta para abrirle la puerta, ella salió y me pasó el bulto que llevaba en la mano. Dios esto era inaudito… ¿no se supone que solo era su seguridad?... pude ver en su rostro que se había maquillado bastante, aunque el maquillaje era bastante fuerte le quedaba muy bien. La verdad ya no se veía tan angelical. Nos dirigimos al ascensor y noté como ella tecleaba su celular. Al salir del ascensor el lugar era increíble.

Ella comenzó a caminar algo rápido, y yo trataba de seguirle el paso, las personas nos miraban de reojo, era inevitable que llamáramos la atención, yo estaba completamente trajeado y con el aparatito en el oído. Nos paramos frente al área en donde estaban los baños, yo fruncí el seño molesto, ya me imaginaba por donde irían las cosas. Ella me miró.

_ Voy al baño, espérame aquí… -me ordenó, yo fruncí el seño-.
_ Por supuesto que no. –Dije de manera rotunda, ella frunció el seño-.
_ ¿Acaso me acompañarás al baño también?...
_ Señorita solo cumplo con mi trabajo… -la vi a ella molestarse demasiado y dio dos pasos hacia mí, me habló entre dientes-.
_ No vuelvas con la misma frase estúpida, si papá te ordena que me JODAS, ¿también lo harías?...

Apreté fuertemente los ojos, dios!, esto era peor que en la realeza.
_ Puedes estar tranquilo, si lo que crees es que me voy a escapar, no lo haré… -dijo mientras me arrebata el bulto de la mano-. Solo quiero retocarme…

Y entró al baño. Yo respiré hondo, mientras me comunicaba con Emmet al celular.
_ Dime, Edward… -contestó él, al primer timbrazo-.
_ Estamos en la plaza principal…
_ Ok. Trata de no pederla de vista, quedó de verse con el hijo del vicepresidente…
_ Pero tampoco es como que la voy a acompañar hasta el baño… -dije molesto y la carcajada de mi hermano me hizo sentir confundido-.
_ Tranquilo… por lo que veo a Bella no la va a cambiar nadie…
_ ¿Por qué lo dices?...
_ Solo te aconsejo que no te sorprendas cuando la veas…

Cerré el celular y me recosté del balconcillo que estaba frente a frente a la puerta del baño, pasaron unos 10 minutos hasta que la vi salir, mierda me enderecé de golpe al verla, dios es que llegó a pasar por mi mente que no era ella, es que no podía ser ella. Esta no era la Isabella de hace unos minutos.


sin poder evitarlo mis ojos recorrieron su cuerpo completamente, ya no se veía angelical, ahora se veía totalmente sexy. Ella había dejado el bulto y ahora caminaba hacia mí, con un ligero movimiento de caderas. No podía dejar de verla, al escucharla a ella hablar fue que le miré directamente a los ojos, y por primera vez ella me regaló una hermosa sonrisa irónica.
_ ¿Qué?... ¿sin habla oficial?... –dijo mientras se daba la vuelta, para que la mirara en todos los ángulos?...

No dije nada. Me quedé mudo. Ella se alzó de hombros y se giró de golpe al escuchar una chillona voz llamarla por su nombre.
_ ¡¡BELLA!!...

Ví a bella dirigirse corriendo a aquella muchachita, ambas corrieron hasta encontrarse y abrasarse, ellas estaban felices. Las miraba sin pestañar, en seguida reconocí a aquella chica como la que estaba con Bella en las imágenes, esa debía ser la tal Alice Brandon. Ellas se separaron, la amiga de Bella no venía vestida muy distinta que ella, al parecer era el estilo de ambas vestir fuera de la vista de sus padres.

_ ¿Cómo estas, Bella?... –dijo su amiga y Bella le sonrió, era la misma sonrisa sincera que le había regalado la noche anterior a su novio, era sincera y con amor-.
_ Ahora que estas aquí bien… es que si no fuera por ti estaría loca… -ambas se echaron a reír-.
_ Disculpe, señorita Swan… -intervine acercándome a ellas, ambas se giraron a mirarme, escuché el silbido que hizo la amiga al momento en que me vio-.
_ Wao!... –dijo Alice-. Mierda bella te quedaste chiquita al decir lo guapo que es tu custodio…

Bella la miró de golpe, como si le estuviera saliendo otro ojo, yo me paré frente a ambas, la tal Alice me miraba de abajo a arriba sin disimular.
_ Disculpe, señorita… -dije mirando a Isabella-. Pero tengo instrucciones de…
_ Por dios, guapo… -dijo la pequeña mientras se enganchaba en uno de mis brazos como si tuviéramos aquella confianza, yo lo miré mientras fruncía el seño, la tal Alice me miró con unos ojos que de seguro cualquiera le tomaría pena, me habló en un susurro-. No seas así… deja que nos veamos… Bella es mi mejor amiga, y yo soy la de ella… ¿no ves que soy su única amiga?... si nos impides vernos, estarás rompiendo dos corazones… -juro que me miró con los ojitos del gato de Shrek y continúo-. No haremos nada indebido, igual, estarás con nosotras… prometemos portarnos bien… si no hacemos nada indebido, Mister Charlie Swan, no se enterará…

Miré primero mi brazo del cual ella se enganchaba, y luego sus ojitos del gato de Shrek, y giré lentamente al escuchar aquella sonrisita divertida que salía de los labios de Isabella, ella miraba a su amiga, mientras se tapaba la boca con una mano, en sus ojos se reflejaba la carcajada que amenazaba por salir de los labios de ella, cuando se comportaba así se veía súper hermosa. Miré a Alice y le hablé bastante serio.
_ Ok… pero no las perderé de vistas…
_ ¡Ehhhhhh!... –dijo Alice dando brinquitos, y luego me dio un abrazo efusivo que me obligó a dar dos pasos hacia atrás-.
_ ¿Gracias…
_ Edward Cullen…
_ Gracias Edward… no solo eres Guapísimo… también veo que eres súper dulce… -miró a Isabella-. Dios estas bendecida, amiga…

Isabella borró la sonrisa de su rostro y bufó, mientras tomaba a su amiga de la mano y la jalaba para apartarla de mí.
_ NO hables sandeces, Alice… vamos a ver que compramos…

Ambas iniciaron el paso y yo les seguí detrás, ellas hablaban entre ellas, tan bajito que yo no las escuchaba. Al cabo de unos 5 minutos, aquello pasó tan rápido. Un chico dobló la esquina corriendo como loco, y con quien chocó de frente fue con Isabella. Venía a tal velocidad que al toparse con ella sacó sus manos de frente y la empujó por el pecho, haciendo que ella retrocediera tan fuerte que calló de espaldas en el piso. Todos miraron asombrados.
_ ¡Bella!... –gritó Alice-.
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Bella Pov.

Todo fue tan rápido, el chico empujó sus manos con tanta fuerza, que sentí que volé de espaldas hasta caer en el piso, sentí un fuerte dolor de cabeza. No se si perdí el conocimiento solo se que escuchaba la voz de mi amiga a lo lejos.
_ Bella, bella, por dios abre los ojos…
Unas tibias y suave manos acariciaron mi mejilla, mientras aquella voz aterciopelada hablaba demasiada cerca de mi rostro.
_ Isabella, Isabella… -era la voz de Edward, seguí con los ojos cerrados para seguir disfrutando de aquel contacto en mis mejillas, la verdad se sentía demasiado bien, nunca me había hablado en ese tono, al parecer estaba demasiado cerca de mí porque un aroma dulce, embriagador y exquisito llenaba mis fosas nasales, era él, era él, seguía siendo él-.

_Voy a llamar a la casa blanca, debe chequearla un médico… -dijo Edward preocupado en un susurro y aquello bastó para que yo lentamente abriera los ojos, y me obligara a salir de mi burbuja-.
_ ¡Dios, Bella!... –dijo Alice y sentí una manos posarse justo detrás de mí espalda para impulsarme y sentarme un poco, me giré para ver de quien se trataba y era él-.
_ Debo regresarte a la casa… -me dijo en un susurro, su rostro reflejaba preocupación-.

Yo moví de manera frenética, moví la cabeza negativamente.
_ No, no, no… -pero al hacerlo un pinchazo me hizo llevar mi mano a mi nuca debajo del cabello, Edward abrió los ojos como platos, yo saqué la mano y me la miré para ver si tenía sangre y gracias a dios no tenía-. Estoy bien…
_ Ven… -dijo él y de manera delicada me puso de pies, sosteniendo mi mano en una de las de él, ahí fue que me pude percatar de que nos rodeaban un grupo de personas, todos observadores, Alice y Edward eran los únicos que estaban cerca de mí, Alice también estaba sumamente preocupada-.
_ ¿Segura que estas bien, Bella?... –dijo Alice con duda-.
_ Si…

Me sorprendí cuando vi a Edward soltarme la mano, sentí un vacío, pero Edward se colocó frente a mí, y para mi sorpresa se acercó bastante, mientras llevó una de sus manos a una de mis mejillas, me miró a los ojos, yo estaba idiotizada y achocada.
_ Debo sacarte de aquí, ahora…

Lo miré con preocupación, ¿Qué estaba pasando?...

_ ¡Isabella… sabía que eras la hija de Charlie Swan!... –todos miramos y allí estaba el chico parado que me había golpeado, dos oficiales, que no sabia de donde habían salido lo tenían prácticamente inmovilizado, el chico trataba de safarse para mirarme, yo me asusté bastante, su mirada era como de odio, Edward rápidamente me tomó de la mano y me puso detrás de él, escudándome con su cuerpo, inmediatamente los flash comenzaron a sonar y brillar, la espalda de Edward estaba pegada a mi pecho, pocas veces llegué a asustarme como en ese momento, las personas comenzaron a hacer intento de acercarse y yo me pegaba mas al cuerpo de Edward-.
_ ¡Alice, Vamos…!... –dijo Edward y tomándome de la mano mas fuerte me jaló, los tres corrimos, mientras muchas personas nos seguían, yo mientras corría, Edward me haló poniéndome delante de él-. No miren hacia atrás, muevan los pies, iremos al ascensor… -la preocupación de Edward era notable, él abrió el ascensor y me entró primero, Alice y él entraron al mismo tiempo, él le dio repetidamente al botón de cerrarse, cuando las puertas se cerraban vi mas oficiales correr detrás de la gente, una vez la puerta se cerró yo me pegué de la pared, estaba súper agitada y me dejé arrastrar por la alfombrada pared, hasta sentarme en el piso, Edward quien también estaba agitado por la corrida no despegaba su mirada de mí, Alice que estaba callada era porque no le salía la voz, respiraba forzadamente-.

Nadie dijo nada, llegamos al sótano. Edward se acuclilló frente a mí y me tomó de las manos. Yo lo miré. Su contacto era caliente y reconfortable para mí…
_ Iremos directo al auto, no pierdas tiempo… -me ordenó Edward, luego me susurró con suavidad un “Tranquila… te voy a sacar de aquí…”-.

Yo miré a Alice de golpe, ni siquiera pudimos hablar. Ella me conocía.
_ Hazle caso a Edward… -me dijo seria-. Mas tarde te llamo para que nos pongamos de acuerdo, váyanse que mi auto esta en el aparcamiento…

Edward quien aún tenía mis manos entre las de él, se paró y me paró con él, luego lo vi mirar a mi amiga, mientras le preguntaba.
_ ¿Seguro estarás bien?... –le dijo, Alice movió la cabeza positivamente-.
_ Si, saca a Bella de aquí…

Alice me abrazó y en el momento que sonó el ascensor, Edward volvió a tomarme de la mano y me apartó de Alice bruscamente, volvimos a correr, el lugar estaba en calma y en silencio, él me montó en el asiento de atrás, y corriendo dio la vuelta para montarse, yo mientras el daba la vuelta me fije en como Alice se montaba en su auto y me decía adiós de lejos, yo también le dije adiós, pero con tristeza. La voz mandona de Edward me hizo mirarlo.
_ Póngase el cinturón, señorita… -se acabaron las miradas dulces, la voz aterciopelada y el llamarme “Isabella”-.

Las llantas rechinaron al salir de allí.

Edward Pov.

Salí del aparcamiento a todo motor. No podía tomar el riesgo de dejar a Isabella permanecer un minuto más en ese lugar. Inmediatamente la vi caer al suelo, miré al chico en el cual pude descifrar una mirada de rencor hacia ella, él sabia quien era ella y la cosa no me dio buena pinta, yo jalé mi arma de fuego, pero vi en seguida como tres oficiales que parecieron de la nada se le aventaron al chico, tumbándole al suelo, ellos tenían aparatitos en los oídos, iguales que los míos, yo giré al escuchar la voz desesperada de la amiga de Isabella, y sin pensarlo guardé mi arma y corrí hacia ellas y me agaché, Isabella tenía los ojos cerrados, yo no sabía que hacer. Con mi mano le acaricié la mejilla.

_ Isabella… Isabella… -le llamaba y ella no reaccionaba, me pasé la mano por el pelo de manera desesperada y miré a Alice, quien también me miraba preocupada-. Voy a llamar a la casa blanca, debe chequearla un médico…

Al decir aquello la ví como lentamente fue abriendo los ojos, Alice se emocionó al verla reaccionar y yo de manera inmediata la ayudé a sentarse, ella giró su rostro, supongo que para ver quien la estaba ayudando, sabía que la chica era capaz de golpearme por haberla tocado, pero para mi sorpresa al verme, sus ojos eran distintos, la verdad me fascinó la forma en que me miró, era la primera vez que me miraba sin una nota de ira, ironía e hipocresía, así tan cerca ambos nos quedamos mirando unos segundos, el olor de su pelo golpeaba mi rostro y era tan exquisito, dios estaba tan preocupado por lo que pudo haber pasado.

_ Debo regresarte a la casa… -le susurré y ella negó repetidamente con la cabeza, su rostro se crispó y llevó la mano a la base de su cabeza entrándola por su pelo, mierda ahora si que la cagué, pensé al imaginarla herida, ella revisó su mano, imagino que en busca de rastro de sangre y respiró con alivio-.

La ayudé a ponerse de pies. Y enseguida escuché la voz de Emmet através del aparatito que llevaba en el oído.
_ Estamos en la Plaza… saca a Bella de allí ahora mismo… no tardes…

El alma me bajó a los pies, miré a los guardias que agarraban al tipo y fue cuando ví que este intentaba safarse de su agarre y que su mirada no se apartaba de ella, me giré la solté de la mano y me coloqué frente a ella, la verdad no quería llamar mas la atención, ya que la plaza se había paralizado y todos nos miraban a nosotros. Me acerqué a ella, y al hacerlo vi en sus ojitos que estaba algo asustada, mi mano fue a su mejilla, un puro impulso, el cual no quise reprimir, quería volver a acariciar su suave piel, nuestros ojos se engancharon, para mi sorpresa ella se quedó sin respiración, yo le hablé en un susurro.

_ Debo sacarte de aquí, ahora…

La ví ponerse en alerta, sus ojos reflejaban su preocupación, a mi me angustiaba verla así, quería decirle que yo la cuidaría y la protegería con mi propia vida si era necesario. Al escuchar la voz histérica del chico recordé lo que debía de hacer.
_ ¡Isabella… sabía que eras la hija de Charlie Swan!...

Todos lo miramos y yo de manera automática cubrí a Bella con mi cuerpo. Ella se adhirió a mi y me tomó de la mano, la sentí temblar, los flash comenzaron a salir, no podía esperar mas.

_ Alice, vamos…
Tomé a Isabella de la mano, mas fuerte de lo necesario, ella estaba enterrada en el piso, por lo que me vi en la obligación de aplicar un poco mas de fuerza para obligarla a correr, corrimos hacia el ascensor, una vez adentro, los tres tratábamos de tomar aire, ya que estábamos sofocados por la carrera, ella se sentó en el suelo del ascensor, sus manos temblaban, y la ví abrazar sus piernas, parecía no darse cuenta de aquello. Miré a Alice y ella también miraba a su amiga fijamente, luego me miró a mí y pude ver en sus ojos la preocupación. Yo me acerqué a Isabella, me acuclillé y tomé sus manos, con la finalidad de obligarla a que se soltara las piernas, ella levantó su rostro y me miró a los ojos.

_ Iremos directo al auto, no pierdas tiempo… -le hablé con autoridad, no dijo nada, solo me miraba fijamente a los ojos-. Tranquila… te voy a sacar de aquí…

Ella miró a su amiga de golpe, imagino que por el hecho de que no llegaron siquiera a hablar. Ellas se conocían, ya que Alice me apoyó.

Al verlas abrazarse, me di cuenta de que había hecho bien, en dejarle en su celular el contacto de su amiga, Isabella se veía bacía. Volví a sentir pena por ella. En cuanto el ascensor se detuvo en el sótano de la plaza, la tomé de la mano y corrimos hasta su auto, allí yo mismo la introduje en el asiento trasero y di la vuelta corriendo, para salir de allí cuanto antes.

_ Póngase el cinturón, señorita… -ella me miró y yo también por el retrovisor, sus ojos eran tan fáciles de leer, ella estaba bastante triste-.

Conducía a rápida velocidad rumbo a la casa blanca. No aguanté las ganas de volverla a ver a través del retrovisor y al hacerlo, la ví mirar fijamente por la ventana del auto, su mirada estaba distraída y fue cuando vi unas lágrimas cristalinas sobre su mejilla. Y como siempre reaccioné por impulso. Bajé la velocidad de golpe, y giré bruscamente el guía del auto, tirándome a mi derecha, entrando al paseo y aunque aparqué no apagué el motor del vehículo, pude notar como sus ojos se abrieron de golpe y de manera rápida se quitó el cinturón y se giró hacia atrás, seguro para ver si alguien nos venía siguiendo, los autos corrían sin parar.

_ ¡¿Qué diablos hace… por qué se detiene?... –me gritó casi histérica, yo la miré fijamente a los ojos-.
_ Tranquila, señorita Swan, no pasa nada… solo quiero cerciorarme de que se encuentra bien…

Ella me miró a los ojos, los de ella estaban rojos y con lagrimas, las cuales corrían por sus mejillas, vi como sin decir nada me retiró la mirada bruscamente y volvió a mirar por el cristal, no pude retirar mi mirada de ella, no se que me pasaba, pero la verdad es que verla así me hacía sentir mal, pasamos unos minutos así, ella no me pidió que arrancara nuevamente, tal vez necesitaba calmarse antes de llegar a su casa y yo me quedé allí, en silencio, dándole su espacio, pero sin dejar de mirarla, me puse derecho en mi asiento, y acomodé el retrovisor para seguir sin perderla de vista, notaba como con rabia ella se quitaba cada lagrima que caía en su mejilla, pero eso no impedía que nuevas volvieran a salir. Pasaron 10, 20 ó 30 minutos, en realidad perdí la cuenta, ella seguía llorando en silencio y yo seguía observándola fijamente. Mi celular había vibrado como 20 veces y siempre el nombre en la pantalla era el mismo, “Emmet”.

_ Señorita… ¿Cómo se encuentra?... –le dije en un susurro y la ví mirarme de mala manera, sus ojos eran de rabia y en el tono que me habló, dejó reflejado la rabia que sentía, ya que habló entre dientes-.
_ ¿Y cómo cree usted que debo de encontrarme?... ¡¡¡MAALLLL!!!... –yo solo tragué en seco y la escuché-. ¡Mal, mal, mal!... –dijo llorando-. ¡Mal porque sencillamente mi vida es un infierno!... ¡No quiero vivir esto!... ¡Quiero tener la vida normal, que lleva cualquier joven de mi edad!... ¡Lo que acaba de ocurrir me da miedo, Mi vida, me da mucho miedo!... soy una estúpida… - se dijo de repente, a si misma, retirándome la mirada, yo fruncí el seño sin entender, volvió a mirar por la ventanilla mientras me susurraba-. Arranque el maldito auto y lléveme de regreso a mi jaula de cristal… solo ahí estaré segura…

Bella Pov.
Una vez en el auto, miraba a través de la ventanilla, el lindo paisaje que cruzábamos a toda velocidad, la verdad solo observaba el borrón cruzar ante mi vista. Lo que sentía en mi pecho era difícil de explicar, sentía una opresión y una tristeza increíble, eso por lo que acababa de pasar, nunca antes lo había vivido, en mi mente volvieron aparecer los ojos de odio de aquel chico, me despreciaba… sentí miedo, por primera vez, sentí mucho miedo de que alguien pudiera lastimarme, y por primera vez, reconocí que papá tenía razón, yo era un blanco fácil para dañarlo a él… dios, dios, dios, ¿Por qué tengo que pasar por esto?... yo no he elegido esta vida, yo quiero ser normal, tener amigas, ir al instituto, ir a fiestas e ir de compras…

Sentí cuando el carro dio un viraje y aquello me asustó en gran manera, rápidamente me quité el cinturón, por si debía correr y me giré hacia atrás para ver si algún auto nos venía siguiendo, al ver el transito aparentemente normal, miré a mi custodio y le reclamé, él solo trató de tranquilizarme. Nuestras miradas se toparon y como ya se estaba haciendo costumbre se engancharon, pude ver algo extraño en su mirada, era preocupación, angustia, impotencia y… Lastima. Fue cuando me percaté que estaba llorando, de mala manera le retiré la mirada, y volví a mirar hacia la ventanilla, la verdad mi mirada estaba perdida, porque en realidad no veía absolutamente nada. Sentí rabia conmigo, al sentir la tristeza embargarme completamente, mis ojos picaban, mi corazón dolía, estaba triste y lo peor era que me sentía sola, siempre solía llorar en mi habitación, creo que ni mis padres nunca me habían visto llorar, solo nana y en ocasiones Emmet, siempre me encerraba en mi misma y me desahogaba en las paredes de mi habitación, aparentando ser una chica ruda y sin sentimientos. Pero en este momento, no entiendo lo que me pasaba, me sentía tan triste que me abandoné y comencé a llorar, mi custodio aunque estaba ahí, no sé si observándome, no dijo nada, y dentro de mí, se lo agradecí mucho. El tiempo pasaba y mis lágrimas no dejaban de salir. Escuché su aterciopelada voz, hablarme en un susurro.

_ Señorita… ¿Cómo se encuentra?... –aquello me molestó, no con él, si no conmigo misma y de igual manera arremetí contra él-.
_ ¿Y cómo cree usted que debo de encontrarme?... ¡¡¡MAALLLL!!!... –lo ví fruncir el seño, pero no dijo nada, yo continúe subiendo la voz un poco más, sin dejar pasar por mi mente, las palabras que salían por mi boca-. ¡Mal, mal, mal!... ¡Mal porque sencillamente mi vida es un infierno!... ¡No quiero vivir esto!... ¡Quiero tener la vida normal, que lleva cualquier joven de mi edad!... ¡Lo que acaba de ocurrir me da miedo, Mi vida, me da mucho miedo!... soy una estúpida… -dije de momento al darme cuenta que me estaba desahogando con la persona equivocada, volví a retirarle la mirada, y le susurré el que me regresara a mi casa, sabía que allí iba estar sola, tranquila y protegida-.
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Nos estacionamos en el garaje de la casa blanca. Estaba tan encismada en mis pensamientos, que reaccioné al ver que Edward me abría la puerta. Yo me miré y fue cuando recordé la facha que llevaba, mamá moriría de un infarto si me veía vestida de esa manera, igual, lentamente salí del auto, noté como Edward no se movió, de donde estaba parado, haciendo que ambos quedáramos cerca, solo dividido por la puerta del auto, que todavía seguía abierta. Ambos nos miramos a los ojos, él tenía el ceño levemente fruncido, lo ví mirarme lentamente de abajo a arriba. Y luego se detuvo en mis ojos, ambos giramos el rostro al escuchar la voz de Jessica.

_ Disculpe, Señorita Swan… -ella al ver que yo la miraba bajó la mirada para hablar, la verdad en otras ocasiones me divertía provocar eso pero en esta ocasión, me sentía mal, por ser tan dura con la servidumbre, estaba conciente que al estar trancada allí, no tenía con quien divertirme-.
_ Dime, Jessica… -ella al escuchar el tono de mi voz, el cual fue NORMAL, sin nota de reproche, superioridad y prepotencia, levantó su rostro de golpe y me miró con los ojos como platos, ví que su boca hizo como la de un pez, la pobre no sabía que iba a decir-.
_ Disculpe… lo que sucede es que… el señor presidente… y la primera dama, quieren verla… la esperan en el despacho presidencial…

Yo bufé, mientras miraba al suelo, lo que me faltaba… sabía que ya debían estar al tanto, de lo que pasó en la plaza.
_ Ok. Gracias… -le dije a ella, mientras inicié mi paso hacia el ascensor, mis pasos eran cortos, me sentía tan débil que ni ganas de caminar tenía, cuando di como el cuarto paso escuché que cerraron la puerta del auto, y no pasaron dos segundos cuando una mano me tomó del brazo derecho, impidiéndome continuar con mi caminar, yo enderecé mi cuerpo, al sentir aquel tacto caliente en mi piel, una corriente eléctrica golpeó mi cuerpo de manera que hizo que mi corazón comenzara a latir de manera descontrolada, al aquella mano provocar todo aquello en mi cuerpo hizo que le mirara de golpe, seguro con cara de horror, luego de mirarla, mis ojos buscaron al dueño de aquella mano, Edward me miraba a los ojos, de una manera que no pude descifrar, de manera inmediata me soltó el brazo, y me habló, pero en vez de ser sumiso como Jessica, su tono de voz, fue altanero, o mejor decir seguro, me miró a los ojos y mientras fruncía el seño, lo vi mover la cabeza levemente de forma negativa-.
_ No pensará ir a ver a sus padres, vestida de esa manera… -no fue una pregunta, fue prácticamente una confirmación-.
_ No importa… -le dije en un susurro, ambos nos mirábamos a los ojos… (siempre que digo que se miran fijamente a los ojos, me los imagino mirándose de la forma en que kris y rob se miran a los ojos, ellos lo hacen tan lindo, que en los ojos se refleja lo que sienten el uno por el otro)-.

_ Claro que importa… -él también me susurró, su mirada fue de preocupación-. Le van a regañar, fácilmente le castiguen…

Le sonreí con ironía.
_ ¿Acaso cree que me importa?... –le dije e inicié el paso hacia el ascensor-.
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El ascensor abrió su puerta en el despacho de mi padre, Edward seguía a mi espalda, como de costumbre, solo hice pisar un pies en la alfombra del despacho cuando escuché el proveniente jadeo de mi madre, yo la miré, ella corrió hacia mí, papá se fue levantando de su silla lentamente, mamá al llegar a mí, me miró repetidamente de los pies a la cabeza, su rostro reflejaba horror, asco y molestia.
_ ¡¡¡Oh, dios mío!!!!... –dijo mamá y yo puse cara de fastidio, mientras la miraba fijamente-. ¡¿Qué facha es la que llevas puesta Isabella?... –se llevó la mano a la frente con preocupación-. Lo mas seguro que en esa plaza debieron haberte visto los paparazzi… ¡dios saldrás en la prensa vestida de esa manera-.

Yo me quedé estática en mi puesto, y me mordí los labios tan fuerte que de seguro me lastimaría, es que quería gritarle tantas cosas a mi madre, en otra ocasión lo hubiera hecho pero ahora no tenia ni ganas ni fuerzas para pelear con ella, ella me daba la vuelta, inspeccionándome detenidamente por todo los ángulos.

_ Gracias, por tomarse la molestia de preocuparse por mi, madre…

Inicié el paso hacia el escritorio de mi padre, quien me miraba fijamente, su mirada no era severa, su seño estaba fruncido, pero no por molestia. Yo quería terminar con todo esto, por lo que me crucé de brazos y levanté mi rostro, lo miré de manera retadora.
_ ¿Qué querías, papá?...

Su voz fue suave.
_ Estuviste llorando… ¿estás bien pequeña?...

Mi corazón se apretujó tanto, que mis ojos de manera involuntaria se aguaron, aguanté hasta mas las lagrimas, papá rápidamente se giró para salir de su escritorio y de manera rápida se acercó a mí y me abrazó fuerte, momentos que añoraba con tanta fuerza cruzaron en mi mente, todos cuando era pequeña y era la consentida de Charlie, mi padre se volvió distante conmigo cuando empezó la campaña para ser presidente, aquello hizo que yo me comportara de una manera rebelde, solo para llamar su atención y producto a mi rebeldía él se fue alejando mas de mí, trayendo con ello la distancia entre ambos. Las lagrimas volvieron a abandonar mis ojos, sentía la mano de mi padre acariciar mi espalda y mi pelo, estaba consolándome. Luego de unos segundos, se apartó de mí, para mirarme, al ver que estaba llorando, su rostro se crispó de preocupación, lo vi buscar a alguien con la mirada y la detuvo al encontrarlo, yo me giré para verlo, cuando Charlie convirtió su mirada de preocupación por enfado, su mirada iba dirigida a Edward, quien estaba parado cerca del ascensor.
_ Papá… -dije en un susurro lastimero-.
_ ¿Qué pasó en esa plaza?... ¿Acaso dejó que mi hija se lastimara?...

Papá me soltó y se iba a acercar de manera brusca a Edward, frenó de golpe al escuchar mi voz, mi tono fue de angustia y un poco más alto de lo necesario.
_ ¡Papá, espera!... –papá me miró, su mirada suave había desaparecido, ahora parecía molesto, yo bajé mi tono de voz, también me sentía preocupada, hablé mientras me arrancaba las lagrimas de mis mejillas-. Edward hizo su trabajo… -miré a Edward, dios su mirada fija en mí, me intimidó, era tan profunda, era como si tratara de leer algo en mis ojos, yo para seguir hablando me ví obligada a retirarle la mirada, miré a mi padre quien me veía con los ojos abiertos como platos, hablé muy bajito-. Me sacó de allí de inmediato… el chico salió de la nada… -no solo Edward y papá estaban sorprendidos, yo también lo estaba, no se, pero hablé por un impulso que no pude controlar-. Todo fue un accidente…
_ Pues… entonces… -dijo papá algo achocado, yo miré a Edward y este también seguía mirándome, nuestras miradas volvieron a quedar enganchada-. Es mi deber de felicitarlo, Oficial… -Edward apartó mi mirada para mirar a mi padre, quien me estaba mirando a mí, con el seño fruncido-.
_ Gracias… -le dijo Edward-.
_ Bueno, bueno, bueno… -dijo mamá zanjando el tema-. ¿Ahora explícanos qué hacías vestida de esa manera?... una chica decente o mejor dicho la hija del presidente no debe de vestir como una ramera, señorita…

Yo bufé, papá miró de manera reprobatoria a mi madre. Mamá estaba alarmada.
_ ¡Dios… ¿acaso no la ves, Charlie?!...
_ ¡Eso es lo de menos, Renée, en este momento lo importante es otra cosa!... –dijo papá y pensé que me iba a defender, estaba equivocada, ya que se giró a mirarme molesto-. ¡¿Qué hacía contigo Alice Brandon!... –cerré los ojos al sentirme perdida-. ¿Acaso no te dije que estaba prohibido que la vieras?... –miró a Edward de mala manera-. ¿Acaso a usted no se le indicó que mi hija no podía ver a esa muchacha?...
_ Lo siento, papá… -me apresuré a hablar-. Ni siquiera el Oficial sabía que me vería con ella… fue pura coincidencia…

Papá se molestó más aún.
_ ¡¿Me ves cara de estúpido o qué?!...
_ Papá… -le rogué-. No puedes prohibirme que la vea… ella es mi mejor amiga… es mi única amiga, me estarás matando si nos separas…
_ Te di la oportunidad y la desaprovechaste, Isabella… no puedo permitir que esa chiquilla y tú hagan escándalos que dañen mi carrera… lo siento… pero no pueden verse y espero que tú puedas entenderlo, porque si me vuelvo a enterar que se ven a escondidas, lamentablemente me harás tomar medidas drásticas al respecto…

Yo me pasé la mano por el pelo con desesperación.
_ Perdone que interrumpa, señor, pero si me permite hablar al respecto se lo voy a agradecer… -dijo Edward y yo lo miré. Él miraba a mi padre, quien cruzándose de brazos lo miró-.
_ Diga…
_ Si usted así lo determina, yo puedo encargarme de que las niñas no se inmiscuyan en problemas, yo estaré en todo momento con ellas… si permiten que se sigan viendo, yo les garantizo que no las perderé de vista ni un momento…

Luego de un minuto de silencio, mi madre habló.
_ Son tonterías… -dijo mamá molesta-. A Isabella y a esa niña no las controla nadie…

Al escuchar las palabras severas de mi padre, quise caerme de bruces al piso.
_ Bueno… se está jugando su puesto, Oficial… de usted está en manos que las niñas no se metan en escándalos… Isabella… -yo lo miré de golpe-. Espero que aproveches la última oportunidad que te estoy dando…

Estaba tan emocionada que quise correr hacia a mi padre y abrasarlo, la verdad no lo hice, solo miré a Edward y le sonreí enormemente, estaba feliz y quería que supiera lo agradecida que estaba con él… quien al verme sonreírle, me devolvió una sonrisa de lado, que me dejó estupefacta.


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