CAPITULO II.
Difícil de Soportar
El lunes.
Emmett, Jasper y yo, íbamos vestidos de manera muy formal, con trajes oscuros y corbatas, caminábamos rápidamente por las instalaciones de la gran casa blanca, íbamos rumbo al despacho del Presidente de los Estados Unidos. Supe de inmediato cuando estábamos frente al despacho, más de dos seguridades en los laterales de la puerta doble. Emmet, Jasper y Yo al mismo tiempo frenamos nuestro caminar al escuchar aquello. Yo fruncí el seño ante tal cosa, es que ¿no estábamos en la casa blanca?. ¿No era el Presidente de los Estados Unidos la persona NO. 1, del mundo?, ¿No se supone que eran estas las personas mas civilizadas de los Estados Unidos?. Miré a Jasper, quien era el que estaba al lado mío, ya que Emmet nos llevaba dos pasos adelantados, y vi a Jasper fruncir el seño y mirarme, no se si fue el verme la preocupación reflejada en mi rostro que lo hizo relajarse o qué, pero lo vi sonreírse divertido como si aquellos gritos que salían del despacho presidencial eran algo común y corriente. Los gritos provenían de una voz masculina fuerte, con carácter y don de mando, eran tan fuertes e imponentes que creo que eran capaces de escucharse en la casa blanca completa.
_ ¡Me tienes Cansado!... ¡¡¡Me tienes arto!!!... ¡¡¿es que no vas a entender la magnitud de tus actos?!!... ¡¡No puedo estar estresándome cada vez que haces una de las tuyas!!... ¡¡Ya no eres una niña…!!!.
Mi rostro se distorsionó con la duda al escuchar la voz que siguió, era una voz femenina, pero igual de imponente que la masculina, el tono de voz era mucho más alto que la masculina.
_ ¡¡YO TAMBIEN ESTOY AAAAAARTA DE ESTA MALDITA VIDA QUE LLEVO!!...
_ ¡¡Corrige tu vocabulario, Isabella… y no me alces la voz!!...
Su tono bajó el volumen, pero su temperamento, el cual reflejaba que estaba molesta, continuó, parecía hablar entre dientes, ya que controlaba la rabia.
_ ¡Tú no me entiendes papá!... estoy harta de estar encerrada en este castillito de cristal, estoy hastiada de no poder llevar una vida normal, odio ser tu hija… maldigo el día en que tú y mamá decidieron jugar a dejarme con vida…
Todo fue muy rápido, Emmet que estaba delante de nosotros, apresuró sus pasos, me asombré de su confianza, ya que sin anunciarse abrió la puerta, los guardias que estaban en la puerta al verle, le abrieron el paso, como si Emmet fuera el mismo presidente, Jasper y yo nos quedamos enterrados en el lugar y pudimos escuchar las palabras del presidente claramente, a pesar que ya no las había gritado, debido a que la puerta estaba abierta, se escucharon con mucha claridad.
_ Estas castigada, Isabella… no saldrás de tu habitación mientras te quede existencia de vida… aprenderás a respetarme a las buenas o a las malas…
A continuación vi a una chica salir casi corriendo de allí adentro, ella llevaba una de sus manos cubriendo un lado de su mejilla, yo me quedé paralizado ante tal escena, sin duda era algo que no esperaba y como ella venía deprisa, y con la cara hacia abajo chocó de frente conmigo. Maldita sea, lo que esperaba, su rabia la desquitó conmigo y me dio tremendo empujón que me apartó de su camino, de haber querido no me hubiera logrado mover, pero estaba tan confundido que me dejé aparatar de su camino.
_ ¡Quítate de mi camino imbécil!... –me gritó mientras me apartaba-.
Ella siguió corriendo por el pasillo, de su figura solo pude percatarme de que llevaba un vestidito corte princesa y su pelo suelto que le caía en cascada en la espalda-.
_ Vamos…
Dijo Jasper y ambos entramos al despacho, Emmet estaba parado mirando fijamente al presidente, quien se encontraba de espalda a él, parado frente al ventanal mirando el jardín presidencial, Jasper cerró la puerta y solo nosotros cuatros, estábamos en el gran salón.
Duramos en un incómodo silencio como 10 minutos.
_ Siento esto, Cullen… -dijo Charlie Swan mientras se giraba a mirar a mi hermano, primera vez que lo veía en persona, su rostro era de puro dolor-.
_ Ya se le pasará… -dijo Emmet-.
El presidente se dirigió a su gran escritorio y se sentó.
_ ¿Qué fue lo que hizo ahora?... –yo miré a Emmet sin duda ¿Qué maldita confianza se tenían estos dos?-.
_ Lo mismo de siempre… anoche volvió a escaparse con Alice… esa niña no la quiero volver a ver por estos alrededores… no le es buena influencia… mira…
Dijo dejando caer en su escritorio, frente a Emmet un diario, y este con su postura de militar se acercó y lo tomó entre sus manos y noté que alzó una ceja ante la sorpresa de lo que leía en el periódico.
_ Waoo… -fue lo que dijo Emmet-.
En ese momento miré al presidente y noté que este con el seño fruncido me estaba mirando.
_ Cielos… -dijo Emmet y se giró a mí-. Con todo esto lo había olvidado, mis disculpas, señor presidente, este es el Oficial Edward Cullen… va a iniciar en el día de hoy…
Di los pasos que me llevaron hasta él, quien se paró y ambos nos dimos las manos, yo hice mi inclinación con la cabeza.
_ He recibido muy buena referencia de usted, Agente Cullen, bienvenido…
_ Gracias, señor Presidente… -dije con un asentimiento de cabeza-.
_ Witslock… -dijo el presidente mientras le extendía la mano a Jasper-. Me alegra que estén de vuelta, solo me siento tranquilo cuando los tengo a ustedes conmigo…
_ Charlie!...
Ví a una señora entrar rápidamente al estudio, traía en sus manos unas bolsas las cuales dejó sobre el escritorio, se cruzó de brazos mientras fulminaba al presidente con la mirada.
_ ¿Qué sucede ahora Renée?... –dijo el presidente algo exasperado-.
_ ¿Has visto los diarios de hoy?... ¡¿Has visto la primera plana de todos?!... –en ese momento supuse que la señora debía ser la primera dama-.
_ Si, Renée… con eso me he desayunado hoy…
_ Pues espero que hayas castigado fuertemente a Isabella, esta ves si se ha pasado…
_ Lo he hecho, puedes estar tranquila…
_ Bien… -la señora respiró y entonces se percató de nuestra presencia, y forzó una sonrisa-.
_ Ey, chicos que bueno que están de vuelta… -me miró frunciendo el seño-.
_ Él es mi nuevo Oficial de seguridad, su nombre es Edward…
_ ¿No es muy joven?... –dijo la señora examinándome minuciosamente de pies a cabeza, inconcientemente me llevé una mano hacia el pelo, siempre lo hacía cuando estaba algo incómodo, la señora no dejaba de mirarme-.
_ Es joven… -dijo el presidente-. Pero igual está muy bien preparado… me han dado buenas referencias de su trabajo, que en realidad es lo que importa…
Vi la señora alzarse de hombros como si no le importara mucho el asunto y tomar nuevamente sus bolsas de donde las había dejado, para dirigirse a la puerta.
_ Bueno, mas vale que en esta ocasión no le levantes el castigo a esa niña… voy a ducharme y espero que vengas a hacerlo tú también, recuerda que hoy viene el vicepresidente y su familia a cenar con nosotros… mas vale que veas como haces que esa niña no vuelva a avergonzarnos…
Y salió, el presidente bufó y miró a Emmet.
_ Agente Emmet… -dijo el presidente-. Como jefe de seguridad, encárgate de Isabella… búscale una solución a este problema… -ví a Emmet fruncir el seño mientras miraba nuevamente el diario-.
_ Puede estar tranquilo señor… yo buscaré una solución con respecto a la señorita Swan…
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Íbamos entrando a la cocina, cuando lo hicimos noté que habían mas de 10 chicas trabajando allí, noté que todas me miraban de reojo, nosotros tres nos sentamos en una mesa.
_ ¡Ey, Tanya!... –dijo Emmet y yo vi a la chica mirarnos y sonreírse-. Lo mismo de siempre preciosa…
_ Por supuesto, Oficial…
_ No sabia que eras el jefe de seguridad, Emmet… -le dije solo para nosotros, Jasper sonrió-.
_ Lo es… -dijo Jasper mientras la chica a la que respondió por el nombre de Tanya nos colocaba unos vasos de jugos en la mesa, regalándome una sonrisa muy linda, yo se la correspondí, Jasper continuó cuando ella se apartó de nosotros-. Emmet no solo es muy confidente con el presidente, si no que también es amiguito personal de la chiquilla malcriada, arrogante y mal humorada de su hija…
Emmet lo fulminó con la mirada. Mientras se acercó a él para hablarle entre dientes.
_ Te he dicho mil veces que no hables de esa manera de la señorita Swan…
_ Otra vez discutiendo…
Esa voz no la reconocí y levanté la mirada para toparme con una señora mayor. Jasper y Emmet al verla le sonrieron con cariño.
_ Señora Cope… ¿Cómo está?... –dijo Emmet-.
_ No muy bien… ¿Y este chico tan guapo?...
Odiaba que mi edad interfiriera en mi trabajo, ¿es que acaso mi trabajo, dedicación y experiencia no dejaban de lado mi edad?...
_ Es mi hermano menor…
Dijo Emmet y yo lo fulminé con la mirada, luego de unos segundos de enfrentamiento con la mirada con él, me giré a la señora y como todo militar que era, me puse de pies y colocándome bastante derecho le extendí la mano de manera respetuosa.
_ Soy el Oficial Edward Cullen…
_ ¡Es hermoso!... –dijo la señora y yo abrí los ojos como platos cuando ella me abrasó con tanto cariño-. Me gustas, chico… me gustas mucho…
Jasper y Emmet explotaron a reír. Hasta yo me sonreí, la señora miró a su alrededor y noté como su rostro de dulce pasó a ser de enfado.
_ ¡Ey… ¿Qué tanto miran?... pónganse a trabajar con la cena, y esmérense que hoy hay visitas en la casa blanca y ya conocen a la primera dama… ¡Jessica!... –yo noté que las chicas me miraban pícaramente, todas volvieron a lo suyo-. Llévamele un poco de hielo a la señorita Swan…
Vi que Emmet se paró rápidamente y se acercó a la señora.
_ ¿Qué tiene Isabella?...
La señora le miró con algo de tristeza. Y le habló demasiado bajito, pero igual Jasper y yo la escuchamos.
_ No para de llorar… el señor Swan… nunca le había golpeado…
_ Iré a verla… -dijo Emmet y desapareció de la cocina-.
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BPOV.
Nana me ayudaba a cambiar, me puso un vestidito corto, era sencillo pero igual muy hermoso, color azul pastel, arriba era un corcert amarrados con muchas tiritas detrás y al llegar a la cintura caía suavemente hasta mis rodillas, unas zapatillas altas, nana me ayudaba con las tiritas de atrás. Al terminar yo estaba sentada frente al buró mientras ella me ayudaba a cepillar mi larga cabellera.
_ Mi niña, lo que hiciste anoche no es sencillo…
Yo me llevé la mano a la cara y me la estrujé un poco, ya que el recuerdo de Alice y yo paradas sobre una mesa de un bar bailando con unas botellas de cervezas en la mano. Le había pedido a Jessica que no le llevara el diario a papá con el desayuno, si se enteraba de esto me iba a mataaaaar, eso seguro, nunca imaginé que hasta en un bar de esos me iban a fotografiar los paparazzi, malditos y mil veces malditos, esos metiche.
Mi nombre es Isabella Swan, tengo 17 años, y soy hija única, del Presidente de los Estados Unidos, la verdad es que mi vida es un asco. No tengo muchos amigos sinceros, solo Alice, y a ella la conocí en una de las tantas inauguraciones de las que tengo la obligación de ir, recuerdo que eran las instalaciones de un instituto lo que papá estaba inaugurando, tenía 14 años, y que yo embelezada con aquella parte de la vida, la cual no conocía y que me gustaría conocer me alejé y me perdí, estaba desesperada por un pasillo cuando me di cuenta que estaba perdida, todos en el lugar estaban concentrados en el patio, en donde iban a cortar la tirilla, por lo que no encontré a nadie que me ayudara… fue allí cuando la conocí, era una chica de mi misma edad, menudita, con el pelo negro y parados en puntas disparadas hacia a los lados, ella sonriéndose se me acercó y sin reconocer quien yo era me ayudó, aunque a decir verdad al darse cuenta de quien era, me ayudó a escapar de mis gorilas, y juntas vivimos una aventura increíble, disfrutando de las nuevas instalaciones de aquel instituto mientras nos escapábamos de mis guardaespaldas. Lastima, por mi culpa esos dos gorilas fueron cancelados y mi amistad con Alice perduró hasta los días de hoy, gracias a dios, papá al verme llorar mucho, diciendo que necesitaba a una amiga como ella, aceptó que Alice viniera a visitarnos, a los días de hoy, seguimos siendo las mejores amigas.
_ Permiso, señorita Swan… -dijo Jessica entrando a la habitación, ella era una de las miles de sirvientas de la casa blanca-. Su padre le espera en su despacho…
Yo la fulminé con la mirada mientras me paraba lentamente, ella bajó la mirada a sus pies, como siempre lo hacía, amedrentaba a mis empleados.
_ Papá… ¿sabe… lo del diario?...
_ Lo siento, señorita… -dijo sin levantar la mirada-. Pero es que su padre mismo procuró el diario… no tuve otra opción que llevárselo…
_ Idiota…
_ Bella… -dijo mi nana, como siempre regañándome-.
Molesta salí de mi habitación dejando a nana y a Jessica allí… subí al ascensor y me dirigí al piso sexto, en donde estaba el despacho de papá, la puerta de este abría directo al despacho, mis manos me sudaban, tenía mal presentimiento, cuando sonó el timbre de que había llegado, tomé dos grandes bocanadas de aire antes de que la puerta abriera por completo, allí estaba papá sentado justo frente a su escritorio, levantó la mirada al escuchar el sonido del ascensor y al verme, con el poco autocontrol que tenía, cuando quise moverme, fue producto al jalón por el brazo que me daba mi padre, sacándome de allí, yo estaba asustada ante su agresividad, nunca lo había visto de esa manera, luego solo escuché gritos, gritos y mas gritos. Como siempre me gritaba que era una irresponsable, que no me importaba su carrera y mi reputación, que solo cooperaba con los contrarios, en fin, miles de cosas que para mí no tenían la mínima importancia, en realidad me importaban un bledo. Sin darme cuenta nuestras voces se elevaron bastante, como siempre, mi boca no pudo permanecer mucho tiempo callada, odiaba sentir que no significaba nada para mi padre, para él lo único importante era su maldito poder.
_ ¡Tú no me entiendes papá!... estoy harta de estar encerrada en este castillito de cristal, estoy hastiada de no poder llevar una vida normal, odio ser tu hija… maldigo el día en que tú y mamá decidieron jugar a dejarme con vida…
El golpe que sentí en mi mejilla derecha me hizo caer en el suelo sentada, mis lagrimas no salieron ante la quemazón fuerte en mi mejilla, mirando al suelo lentamente me llevé la mano a mi mejilla, sentí unos brazos fuertes agarrarme de mis hombros, la verdad dudaba que mi padre luego de golpearme de esa manera fuera a ayudarme, levanté mi rostro y fue cuando me topé con aquellos ojos azules mirándome con demasiada preocupación, Emmet Cullen, el jefe de seguridad de mi padre, y sobre todo mi amigo, estaba acuclillado frente a mí. Mis ojos se cristalizaron.
_ ¿Estas bien?... –dijo él en un susurro y yo solo opté por morderme fuertemente el labio inferior, mis lágrimas cayeron en mis mejillas, y sentí mas dolor por permitirme ser tan débil-.
La voz de mi padre siguió igual de imponente, no estaba arrepentido de lo que había hecho. Eso me dolió bastante.
_ Estas castigada, Isabella… no saldrás de tu habitación mientras te quede existencia de vida… aprenderás a respetarme a las buenas o a las malas…
Emmet me ayudó a levantarme del suelo, y yo sin mirar a nadie mas, salí del salón, ni siquiera tomé el ascensor, al llegar afuera choqué con alguien, que ni me molesté en ver quien era, solo me estaba estorbando. Al llegar a mi habitación me eché a mi cama a llorar.
Me quedé allí a boca abajo, llorando sobre mis almohadas, no se porque tiempo, solo sentí una mano delicada acariciar mi pelo, su voz me hizo sentir mejor.
_ Tranquila, pequeña…
Emmet me hablaba, él mismo me ayudó a sentarme, al verme la cara, con preocupación me acarició la mejilla en donde suponía debían estar marcados los dedos de mi padre. Mis lágrimas cesaron.
_ ¿Qué les pasó a Alice y a ti a noche?... –sonrió-. Aquello fue de muerte… el presidente está demasiado enojado…
_ No me importa. Que se explote…
_ No seas irresponsable Bella, no sabes lo que has perdido con esto…
Fruncí el seño mientras lo miraba fijamente, él ya estaba bastante serio.
_ ¿Qué perdí, Em?...
_ Pues… creo que tu amistad con Alice… -mis ojos se abrieron como plato, y mi corazón dejó de latir por unos segundos-.
_ ¡¿Qué?!... papá no puede hacerme esto… Alice es mi única amiga…
_ Debieron pensarlo mejor… eso de escaparse e irse a beber a un bar… me imagino que ese bar para estas horas ya debe estar clausurado… son menores de edad… ¿Cómo se las ingeniaron para entrar?...
_ Sabes que para Alis, no hay nada imposible…
Emmet movió la cabeza positivamente mientras me daba la razón…
_ Mi amistad con Alice nadie podrá dañarla… ni siquiera mi padre… -lo ví pensativo-. ¿Algo más?...
_ Si… -me miró-. Tu padre me ordenó que te asignara custodios…
_ ¡¿Qué?!!... –me paré de la cama alejándome de él, esto si que no, aquello no podía tolerarlo, es que era incómodo tener a una persona pegado a tu trasero todo el maldito tiempo, hasta cuando ibas al baño te esperaban en la puerta-. ¡Mierda, Emmet, tú no me harás eso!... –dije señalándolo con mi dedo índice-.
_ Lo siento, Bella, pero sabes que yo no haría nada que no te gustara, pero fue lo que me indicó tu padre, y bien sabes, que no tengo otra opción que acatar sus ordenes…
Me dejé caer sentada en uno de los sofás que estaban cerca y me llevé ambas manos a la cara, eso no me podía estar pasando a mí…
_ Lo siento, Bella…
Hubo un silencio como de cinco minutos entre nosotros.
_ ¡Emmet… sabes que cuando tengo a esos gorilas a mi lado, por indicación de mi padre, no tengo vida!... no me gusta sentirme vigilada, no tendré manera de divertirme…!
_ Bella… te prometo que al menos te asignaré solo a un Oficial… una persona que puedas sobrellevar fácilmente…
_ ¿Y por que no te quedas tú conmigo?... –dije rogándole, de no poder convérselo estaba completamente jodida, debía decirle adiós a mis escapadas nocturnas y a mis supuestos días de compra-.
_ No puedo… recuerda que ahora soy el jefe de seguridad, mi lugar es estar al lado del presidente…
Bufé con rabia.
_ Confía en mí, si sabes manejarte… no te irá tan mal con él…
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Edward Pov.
_ ¡¡¿Qué?!!... –dije sin acabar de escuchar lo que Emmet el jefe de seguridad, entiéndase mi sarcasmo, me estaba proponiendo-.
Nos encontrábamos en la habitación de seguridad, en donde estaban frente a nosotros, mas de 50 pantallas pequeñas, en donde se monitoreaban todos los ángulos de la casa blanca, y las instalaciones de adentro, en el único sitio que creo no se supervisaban eran las habitaciones, después no habían sitio que no fueran supervisados, por Emmet y sus agentes, ja- ja, que gracioso, ahora el muuuuy cretino me estaba asignando custodiar a la pequeña princesita de la casa. Jasper quien se contenía la risa, estaba sentado en una silla con los pies sobre una mesa, todo relajado e entretenido, con el escándalo que teníamos armados Emmet y yo, hasta estaba tomando café.
_ Edward… no es por mal… será provisional, hasta que pueda persuadir al presidente de que en realidad la niña no necesita que la cuiden…
Di tres pasos para decirle aquellas palabras en su cara, estábamos a muy poca distancia, tenía mis puños cerrados en puños.
_ ¡Estás demente si crees que renuncié a mi trabajo de oficial de seguridad de la realeza británica en Buckingham, para venir a Washington a custodiar a una niña indomable!...
Las risas de Jasper resonaron en el lugar, hasta le noté la intención a Emmet de sonreírse, pero al ver mi cara siguió serio.
_ Ey, Edward… no es tan malo, hubo un tiempo que yo también la custodié a ella, es un encanto… poco importa que la custodies a ella, o al presidente, igual se valorará tu trabajo…
_ ¿Encanto?... –dijo Jasper bastante serio, Emmet y yo lo miramos, él tenía cara de ver un fantasma-. ¿Acabas de decir que la señorita Swan es un encanto?... en la casa blanca, solo tú, piensas eso, aquí todos la odian, creo que hasta su madre la odia… la niña es simplemente insoportable…
Volví a mirar a mi hermano. Al escuchar lo que me dijo, su tono y actitud me enfermó.
_ Soy el jefe de seguridad, Agente Cullen… -me dijo él, ahora adoptando su papel del trabajo-. Su designación hasta el momento es no perder de vista ni un solo segundo a la señorita Swan… son las indicaciones del presidente, ella tiene rotundamente prohibido ver a Alice Brandon… y como profesional que es en su trabajo, sabrá manejar la situación de los sitios que ella querrá frecuentar.
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