Bella Pov.
Estábamos sentados en la mesa del comedor. A los extremos estaban sentados Carlisle y Esme. Al lateral derecho estaban sentados: Emmet y Rosalie; y al lateral izquierdo estábamos sentados Edward, yo y Jasper. No estaban los miles de sirvientes que hubiesen habido en la Casa Blanca, por lo que allí, todos nos pasábamos los platos para servirnos por si mismo, dios esto si me encantaba. Noté que Edward me miraba fijamente mientras me pasaba un bol con ensaladas, Emmet sonriéndose me vio servirme. Antes de iniciar a comer, Esme hizo una oración, bendiciendo la comida, agradeciéndole a dios, el hecho de disfrutar su cumpleaños con su familia y la alegría que le provocaba que Edward hubiera regresado a casa. Yo miré de reojo A Rosalie y esta tenia una cara de enfado que no podía disimular. Yo, mientras escuchaba las palabras de Carlisle, quien felicitaba a su esposa, miraba fijamente mi plato. Aunque era una completa extraña para todos ellos, nadie en aquella mesa me lo daba a demostrar, (ecepto Rosalie y Jasper). Las miradas de amor entre Esme y Carlisle eran hermosas, que decir de la forma en que Emmet y Edward miraban a su madre. Ellos se querían, dejan ver lo unida que era su familia, y por que Edward había abandonado su trabajo en Londres, solo por complacer a su madre, ella aparentemente se lo merecía. Emmet muy pocas veces me habló de su familia, pero cuando lo hacía, hablaba con un gran cariño. Siempre orgullosos de ellos. Fue cuando sentí que Edward me susurró al oído, que me di cuenta de que estaba tan metida en mis pensamientos, que todos estaban comiendo menos yo.
_ ¿No tienes apetito?... –me susurró él, cerca del oído, yo miré a todos en la mesa, y estaban comiendo, giré un poco el rostro, para mirar a Edward, él me estaba mirando fijamente y yo solo atiné a regalarle una sonrisa, admito que pésima, me dolía un poco el corazón-. Anda… mamá cocina muy bueno… -dijo mientras me sonrió-.
Yo lentamente tomé mis cubiertos, corté un poco de carne y me la llevé a la boca, Jesús, que rico estaba… creo que no recordaba haber comido tanto como lo hice ese día. Noté que Emmet no dejaba de mirarme con una sonrisita divertida y con cariño en sus ojos, a Edward no podía mirarlo mucho, aunque moría por hacerlo, ya que al estar sentado junto a mí, sería evidente el que lo mirara.
_ ¿Cómo ha estado la comida, cariño?... –dijo Esme mirándome cariñosamente-.
_ Estoy fascinada… -dije mientras me limpiaba la comisura de los labios, con una servilleta de tela-. Con lo que he comido, pensarán que paso hambre… -dije y todos se rieron, menor Rosalie-.
_ Estoy seguro que no pasas hambre, Bella… -dijo Emmet divertido-. Pero de que nunca te había visto comer así, debo reconocerlo…
Yo le sonreí.
_ Todo está muy rico… -dije mirando a Esme-.
_ Hummm, pues ábrele espacio al pastel… -dijo Edward sonriéndome, yo le miré, dioooos si que era hermoso, cuando se comportaba tan dulce-. Pues yo estoy ansioso por saber que tal eres en la cocina…
_ Voy por él… -dijo Esme emocionada, mientras se paraba y corría a la cocina-.
_ Al igual que para Edward, el biscocho de chocolate es el preferido de mamá… -dijo Emmet sonriendo-.
Yo me sonreí, mientras por un segundo me dejé mirar a Rosalie, quien estaba sentada al lado derecho de Emmet, era increíble, lo furiosa y seria que estaba esa mujer. Me miró, y solo le agradecí a dios, que solo fuera un refrán, porque: “si la miradas matasen, estuviera muerta y enterrada”… miré a Emmet y en ese momento, Esme llegó a la mesa, con una sonrisa inmensa en los labios, y un biscocho revestido de muuucho chocolate en las manos.
_ Eso luce muy bien… -dijo Carlisle sonriéndose y mirando el biscocho de chocolate-.
Esme lo partió y comenzó a servir el pastel, Emmet no esperó a nadie y se llevó tremendo bocado a su boca, haciendo un sonido de satisfacción horrible, yo lo miré dudosa y todos explotaron a reír (menos Rosalie). Dios eso sonaba sobreactuado, y yo morí de la vergüenza, ¿cómo se me había ocurrido dañar el pastel de Esme?. En esa mesa, solo había una persona que podía ser sincero conmigo y decirme que tan horrendo había quedado el pastel, y lo miré, su sonrisa era divertida, le supliqué en un susurro.
_ Dime, la verdad, por favor…
Vi a Edward, que mientras se mordía el labio inferior como si se estuviera aguantando la risa, tomó su cubierto, y quitar una pequeña porción del biscocho de su platillo y llevárselo a la boca, yo en realidad solo me fije en como su boca recibía el cubierto y como el pastel desaparecía entre sus labios. “Reconocía que estaba mal de la cabeza, Edward me gustaba y mucho”.
_ ¿Y?... –le dije, esperaba su respuesta-.
Edward con una sonrisa más amplia, se giró a mirarme, mientras saboreaba el biscocho.
_ Te juro… -miró a su madre asombrado-. Mamá, por dios juro que te ha superado…
Todos se echaron a reír. Vi como se comían el pastel, (menos Rosalie). Demasiados gustosos, y yo probé el mío. Tal ves estaban exagerando un poco, pero la verdad es que no estaba “nada mal”.
_ Increíble, Bella… -dijo Esme sonriéndome-. Eres una muy buena alumna…
_ No me de solo el crédito a mi, Esme… -dije sonriéndome-. Sabe perfectamente que solo llevaba sus instrucciones…
_ Dándole tus toques personales… -dijo sonriendo Esme-. Gracias a ti, ya mi niño Edward no apreciará tanto mis pasteles…
Edward y yo nos miramos de reojo, sonriéndonos algo cómplices.
_ ¿No comerás, Rose?... –le dijo Emmet en un susurro a Rosalie, que todos escuchamos, todos miramos, y vimos que Rosalie de manera brusca, quitó de su vista el platillo con el biscocho, y me fulminó con la mirada-.
_ Por supuesto que no pienso comer de eso… -dijo con rabia-.
_ ¡Rosalie!... –dijo Esme algo alarmada, Rose me miraba a mi fijamente, yo me enderecé en la silla y también la enfrenté con la mirada, ¿Qué se creía ella, para hablarme de esa manera, no me conocía y yo soy la que aplasto, nadie me aplasta a mí, si quería guerra la iba a tener-.
_ Rosalie, nada, Esme… -dijo ella mirando a Esme por un segundo, y luego volvió a mirarme-. ¿Qué busca señorita Isabella?... –dijo con asco-.
_ Rosalie, cierra la boca… -escuché que la voz de Edward salió con amenaza, ella lo miró-.
_ Tranquilo, Edward… ¿o temes que la niña te eche de tu trabajo?...
_ Rosalie… -ahora fue Emmet, pero la endemoniada chica no se iba a callar-.
_ ¡Basta!... –dijo Rosalie, al sentirse fulminada, por la mirada de todos, ella se paró de la mesa-. ¿Por qué rayos han traído a la señorita Isabella a esta casa?...
_ ¡Soy Bella!... –le grité molesta, sintiendo un nudo en la garganta, yo me había sentido bien, me había olvidado de que era la hija del presidente y de que todos me trataran con respeto y frialdad, por un momento me había sentido bien, en familia, hasta que ella me recordó que no pertenecía allí, que tal vez, Edward y Emmet solo me estaban tratando y mezclándome a su familia, por lastima-.
_ ¡Eres la señorita Swan, la hija del presidente de los Estados Unidos, que se cree, que todos tienen que lamer su trasero!... –me gritó Rosalie-. ¿Qué tratas con venir a casa de los chicos y hacerte aparentar, frente a sus padres, que eres la niña linda, amable, y humilde que adora a sus hijos, cuando no eres mas que una pedante e engreída, que en horas de trabajo, no hace otra cosa que tratar a sus hijos con desprecio, como si fueras mas que ellos, anoche vi la forma en que le hablaste a Edward y me pareció que no eras mas que una perra arrogante, igual que tu madre… -mientras ella hablaba yo cerré los ojos, ya que aquellas palabras me estaban golpeando fuertemente, y solo porque ella tenía razón, bajé la cabeza hacia la mesa y tragué en seco-. No entiendo como Edward puede tratarte en sus horas libres… ¿no le es suficiente aguantarte en horas laborales?...!
_ ¡Por un demonio, Rose, basta!... –gritó Edward a mi lado, mientras se paraba bruscamente y tiraba la servilleta sobre la mesa, todos estaban impactados, yo en cambio no pude levantar mi mirada, ya que las lagrimas rodaron en mis mejillas, me odié por ser débil ante ella, ni siquiera cuando mis padres me trataban como lo hacían, me dejaba ver débil ante ellos-. Isabella… -me llamó Edward-.
Y que Edward me llamara así, fue la gota que derramó el baso de agua. Volvía su barrera, volvía a recordarme que este no era mi mundo, que esta era su familia y que él solo era mi custodio.
_ Permiso… -dije mientras que rápidamente me paré de la silla y salí corriendo rumbo a la puerta, abrí y salí, rápidamente me acerqué al mercedes negro en el que Edward y yo habíamos llegado a la casa y me recosté de él, sentía una opresión en el pecho que me dificultaba el respirar, me llevé la mano al pecho y me incliné un poco mientras por primera vez soltaba mi llanto, rompí a llorar, mis sollozos eran fuertes, con una de mis manos me sostenía fuertemente el pecho, no podía respirar, me estaba ahogando, dios es que me sentía tan mal, mal por la maldita vida que llevaba y mal porque la odiaba de tal manera que me había dejado enredar en ella misma, odiaba y criticaba a mi madre por su forma de ser y yo era igual o peor que ella-.
Cuando me iba a arrodillar en el suelo, sentí unas manos que me sostuvieron y rápidamente levanté mi rostro, para ver a Edward con una cara de preocupación increíble.
_ NO, Isabella… -dijo rogándome-. No te dejes derrumbar…
Yo respirando con dificultad, bruscamente me separé de él y lo miré con rabia.
_ ¡No me llames ISABELLA! –le grité, él me miraba fijamente-. ¡Aléjate de mí, no te me acerques… no quiero tu maldita lastima!...
Las expresiones que pasaron por su rostro fueron muchas. Hasta que vi que se molestó.
_ ¡¿Y quien mierdas te ha dicho a ti, que siento lastima por ti?!... –me alzó la voz, y regresó el Edward bocón que no temía, perder su puesto de trabajo y que siempre me retaba con su forma de ser, ese que tanto me molestaba y que tanto me gustaba-.
_ ¡Lo sé… seguro que piensas lo mismo que Rosalie de mí!... ¡No entiendo por que me propusiste traerme a tu casa, con tú familia!...
_ ¡Te lo propuse porque quise compartir un momento mas contigo, te lo propuse porque por un momento temí el hecho de que fueras sola a la casa del amigo de Jacob Black, te lo propuse porque…!... –bajó la voz y tragó en seco, lo ultimo lo susurró mientras me miraba fijamente a los ojos-. Porque… por un momento tuve miedo de apartarme de ti, de que volvieras a meterte en problemas y yo no estuviera cerca para protegerte, Bella…
Yo lo miré fijamente, mis lágrimas corrían fuertemente por mis mejillas, Edward me extendió la mano esperando que yo se la tomara, y no lo soporté, sentí que me iba a derrumbar y busqué corriendo los brazos que últimamente me estaban sosteniendo, aquellos en los que me sentía segura… corrí a los brazos de Edward y llorando me aferré a él, quien me abrazó de la manera mas protectora posible.
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Edward Pov.
Cuando Rosalie inició a decir todas esas mierdas, lo dijo tan de prisa, que cuando vine a reaccionar, ya era tarde.
_ ¡Por un demonio, Rose, basta!... – le grité a Rosalie, mientras me paraba bruscamente de mi silla, sentía la sangre arderme, de tanta rabia. Ví que Rosalie, abrió los ojos con asombro, al ver mi agresividad con ella, pero no me importó, en ese momento la única que me importaba era Bella, giré mi rostro para mirarla y ella estaba enterrada en su silla, mirando su plato, estaba tan sumida en sus pensamientos, que no me permitía ver su rostro, juro que al traerla a mi casa nunca imaginé provocarle esto, ella debía de saberlo-. Isabella… -dije su nombre en un susurro, esperando que ella levantara la cara y me mirase-.
Su reacción, no fue la que esperaba.
_ Permiso… -dije con acidez, mientras que rápidamente se paró de su silla y salió corriendo, sin mirar a nadie, la rabia que me embargó en ese momento la descargué con Rosalie, a quien miré bastante furioso-.
_ ¡No debiste decirle esas cosas!...
_ ¡Ella se las merecía, ¿acaso no crees que no me dí cuenta anoche, en la forma que te trata esa chiquilla?!...
_ ¡¡ Ese es mi maldito problema, no es el tuyo!!...
_ ¡Eres mi familia Edward… y tu problema es el mío!!...
Ambos estábamos tan enfrascados en nuestra discusión, que no miramos a nadie mas, por el silencio, supuse que todos estaban en shock-.
_ ¡¿Y quien mierda te ha dicho que tengo problemas con ella?!...
_ ¡Basta!... –gritó Emmet, también poniéndose de pies, yo le miré y le agradecí porque Rose y yo estábamos estancados en lo mismo-. ¡Edward, ve por Bella, es capaz de irse caminando hasta su casa!...
Y eso bastó, para que yo saliera como un loco del comedor. Al llegar a la sala, y ver la puerta principal abierta, de par en par, salí corriendo rumbo hacia fuera. Cuando la ví, no entiendo la sensación que me provocó verla allí, inclinada hacia adelante, con una mano sosteniéndose el pecho y la otra el pelo, para que no le cubriera la cara, le vi las intenciones de derrumbarse allí mismo, y bajé rápidamente las escaleras, para llegar a ella y sostenerla, justo antes, de que sus rodillas tocaran el suelo, ella me miró, y su cara me recordó aquella niñita que conocí el primer día que pisé la casa blanca, aquella que salió desorientada del despacho de su padre, tan rota, que dolía. En ese preciso momento, aprecié lo bien que la había visto en el transcurso del día con mi familia, y dolió, juro que me dolió verla caer nuevamente-.
_ NO, Isabella… -le rogué, con mi voz, con mis ojos -. No te dejes derrumbar…
Ella parecía tener dificultad para respirar, pero de manera brusca, me apartó de ella, dando varios pasos hacia atrás, sus ojos estaban tan irritados, sus lagrimas salían rápidamente, igual me miró como solía hacerlo cuando estaba enfadada conmigo.
_ ¡No me llames ISABELLA! –me gritó, mientras me sostenía fijamente la mirada, es que esa niña nunca dejaría de ser tan terca y soberbia -. ¡Aléjate de mí, no te me acerques… no quiero tu maldita lastima!...
Mierda, ahí venía lo mismo. Odiaba la actitud de ella, es que ¿acaso creía que se la sabía toda?... cuando me hablaba con esa actitud, me daban unas ganas de acostarla en mis piernas y darle unos buenos azotes, ¿Cómo se le ocurre pensar que podía tenerle lastima?... es cierto, que no me gusta como lleva su vida, pero Lastima, nunca jamás.
_ ¡¿Y quien mierdas te ha dicho a ti, que siento lastima por ti?!... –le dije molesto, esperando que eso le quedara claro-.
_ ¡Lo sé… seguro que piensas lo mismo que Rosalie de mí!... ¡No entiendo por que me propusiste traerme a tu casa, con tú familia!...
_ ¡Te lo propuse porque quise compartir un momento mas contigo, te lo propuse porque por un momento temí el hecho de que fueras sola a la casa del amigo de Jacob Black, te lo propuse porque…!... –dios, no debía decirle la verdad, de que lo único que no quería era apartarme de ella, tragué el nudo que se había formado en mi garganta, y la miré a los ojos, susurrándole lo ultimo -. Porque… por un momento tuve miedo de apartarme de ti, de que volvieras a meterte en problemas y yo no estuviera cerca para protegerte, Bella… -le dije sabiendo que solo había disfrazado la verdad-.
Ella seguía llorando, aunque me miraba fijamente a los ojos, Yo le extendí mi mano, esperando que ella la tomara y supiera que yo estaba allí y lo iba a estar solo para ella. Me llevé la sorpresa, al verla correr hacia mis brazos y abrazarme, aferrarse a mí, yo no tardé en rodear su cintura con mis brazos, aferrarla a mi cuerpo, mientras hundía mi cabeza entre su cuello y su pelo, llenándome de su aroma, llenándome de su calor, llenándome toda de ella. Ella rodeó mi cuello.
Me permití abrazarla como si mi vida dependiera de ella, y me perdí no se cuanto tiempo. Solo podía sentirla a ella, nunca antes me había sentido tan débil ante algo o mejor dicho ante alguien.
_ Edward… -dijo ella en un jadeo y yo apreté fuertemente los ojos obligándome a soltarla, sentí la vena de mi garganta latir demasiado fuerte, al igual que mi corazón, las pulsaciones me estaban matando, la solté tan lentamente que disfruté del dolor que me provocaba apartarla de mi cuerpo, ella tampoco hizo ademán de apurar el momento. Cuando nos separamos, la miré a los ojos, debía admitir que estaba tan confundido por mis acciones que no sabía que hacer, ella estaba muy seria y me miraba a los ojos fijamente, sus ojos eran tan hipnotizantes, que no pude apartar mi mirada de ellos, ambos aunque nos habíamos separados, estábamos violando nuestro espacio personal, de tal manera que sentí la respiración de ella golpear mi rostro-.
_ Entremos… -fue lo que dije, mientras la tomaba de la mano, ella jaló mi mano, impidiéndome iniciar el paso hacia mi casa-.
_ No, por favor… -la miré era evidente que estaba nerviosa-. No quiero regresar, allá adentro, Edward… por favor te ruego que me lleves a mi casa… necesito estar sola…
Yo me acerqué a ella, mientras la tomaba de ambas manos y la miraba fijamente a los ojos, no entendía que me estaba pasando con esa niña, sin duda alguna, me torturaba por el solo hecho de verla tan mal. Era como si sintiera la necesidad de protegerla, de cuidarla, y si ella me lo permitía, yo iba a estar a su lado mientras ella necesitara de alguien. Sabia que en ese momento, ella solo necesitaba ir a su casa, para encerrarse en su habitación y poder desahogarse sola, yo en esta ocasión no se lo iba a permitir.
_ No, Bella… no puedo llevarte en este momento… -ella me miró horrorizada, al escuchar lo que le dije-.
_ ¿Por qué no?... –dijo en un susurro, como si su vida se le fuera de costado-.
_ Mamá cumpleaños, no puedo irme así no más… se sentirá muy triste si me voy… -dije preocupado al imaginar la veracidad de mis palabras-.
_ No te pido que te quedes custodiándome, solo que me regreses a la casa blanca, ya luego puedes regresar con tu familia…
_ No te voy a dejar sola, Bella… -dije de manera rotunda y ella me miró con el seño fruncido, ambos nos quedamos en silencio por un minuto, mirándonos a los ojos, hasta que ella se cansó-.
_ Edward… -dijo entre dientes-. No me puedes obligar a estar en el mismo lugar que esa tipa, lo siento… pero te juro que de volver a decirme algo que no sea de mi agrado, sería capaz de… no te imaginas de que sería capaz…
Esa si era la Isabella que yo conocía, no pude evitar que una sonrisa se dibujara en mis labios.
Lentamente di el paso que faltaba para acercarme a ella, mientras que solté mi mano de una de las de ella y la llevé a su mejilla, sabía que ya me estaba pasando, pero la verdad es que como siempre, mi forma de ser era algo impulsiva.
_ Quédate, por favor… -le pedí en un susurro, sin apartar mi mira de la de ella-. Si lo prefieres puedes subir hasta mi habitación y quedarte sola allí, te daré el espacio que necesites, pero no te vayas a la Casa Blanca… -dije sabiendo que allí no solo se iba a sentir completamente sola, si no también bacía-. Por favor…
La ví pensarlo por aproximadamente un minuto, para luego darme la respuesta con un suspiro.
_ Está bien… llévame hasta tu habitación…
Sonreí y tomándola nuevamente de la mano, la llevé rumbo a las escaleras del porche. Cuando entramos, yo me puse del lado de Bella, que daba a la sala, noté que Isabella miró para el suelo en todo momento, mientras nosotros en silencio nos dirigíamos a las escaleras que nos llevarían hasta la tercera planta, en donde se encontraba mi habitación. Debido al evidente silencio que había en la sala, yo de reojo miré para toparme con la mirada fija en nosotros, de toda mi familia. Esme me miraba con una suave sonrisa en sus labios, era evidente que se sentía mal y apenada conmigo. Carlisle me miraba, aunque sin ninguna expresión en su rostro, papá a veces era tan difícil de leer. Jasper me miraba demasiado molesto, lo notaba por su seño fruncido y como me fulminaba con la mirada. Pero la mirada de Emmet decía apártate, no solo estaba molesto conmigo, si no también bastante confundido, tal vez por mi comportamiento. Y Rosalie, ella estaba parada en una esquina, frente a uno de los ventanales, mirándome fijamente, su mirada era algo suave, ya no lucia tan molesta como hacia unos minutos, ahora me miraba con algo de preocupación y disculpa. Yo quité mi mirada de ellos y subí con Isabella, rumbo escaleras arriba.
Al llegar a la puerta de mi habitación, adelanté mi mano y la abrí para permitirle a Isabella pasar. Ella entró y la ví frenar su caminar de golpe, fue evidente como observó detenidamente mi habitación.
Debía agradecerle a mi madre el hecho de que mantuviera mi habitación igual a como la había dejado. Ella siempre fue cuidadosa con nosotros, tanto que hasta Jasper tenía una habitación en esta casa, ella lo consideraba como un hijo más.
_ Es muy linda tu habitación… -dijo Isabella en un susurro, yo la miré-.
_ Gracias, pero debes decírselo a Esme, la verdad… llevo mucho tiempo sin dormir en ella…
_ ¿Extrañabas tu casa?...
_ Mucho, pero ven… -dije mientras ponía una mano en su baja espalda, para guiarla hasta mi cama, ella se sentó y me miró, yo seguía parado, mientras la miraba-. Te dejaré un momento a solas… voy a bajar, pero solo por un momento…
Dije y me dirigí hacia la puerta, frené mi caminar cuando la escuché llamarme, no me había girado hacia ella, cuando empezó a hablar.
_ Edward, Perdóname… -dijo en un susurro-. Desde que te conocí he sido muy injusta contigo… eres muy buena persona… -yo me giré para mirarla, no creía lo que estaba escuchando de sus labios, ella me miraba fijamente, mientras la veía jugar nerviosamente con los dedos de sus manos-. Emmet también lo es… yo me he comportado como una estúpida con ustedes, cuando lo único que han hecho ustedes desde que me conocieron fue ser un apoyo moral y físico para mí… tu cuñada tiene razón en todo lo que dijo de mí… -y en ese mismo momento la interrumpí, acercándome a ella rápidamente y acuclillándome frente a ella, ambos nos mirábamos a los ojos-.
_ No sigas, Bella… -las lagrimas corrían por su mejilla-. Se que tu vida no debe ser fácil para ti, eres muy joven y tal vez es eso lo que te hace ver la vida como un desastre…
Ella rompió a llorar mientras hablaba.
_ No se trata de si soy joven o no… se trata de que me siento SOLA, no tengo a nadie… ¿sabias que la única persona a la que mi padre no pone problemas para que esté conmigo, a sabiendas de que es importante para mi, es mi nana?... Alice es mala influencia. Emmet, ¿Por qué crees que me lo quitó de seguridad?... porque entendía que me estaba apegando demasiado a él… me aparta de las personas que en realidad quiero, no entiendo porque lo hace… es como si en verdad solo quisiera que me sintiera como una mierda… por otro lado he criticado toda el tiempo a mi madre, por ser lo que es, una bruja que se pasa la vida en vanidades y tratando de menos a los demás, lo mismo que he hecho yo contigo, con Emmet y con todos los que me rodean… y yo no soy así… no me gusta ser así…
_ Lo se… -dije mientras limpiaba con mis manos sus mejillas, porque la verdad si quería que se desahogara conmigo-. Se que no eres así… lo se, por la forma en que las pocas personas que te conocen en realidad, te quieren… si es cierto, que tu circulo de personas es muy corta, pero esas personas son sinceras, te quieren, Bella… te quiere Alice, Jacob, la señora Cupe, Emmet… conozco a mi madre, y se que en lo poco que compartieron juntas, también te va a llegar a querer…
_ ¿Y tú?... –dijo interrumpiéndome y dejándome sin palabras-. ¿Tú, Edward… puedes llegar a quererme?...
Nos quedamos mirándonos fijamente, la verdad no sabía que contestarle, la respuesta se atragantó en mi garganta. Tenía miedo de la respuesta, que me había dado yo mismo a esa pregunta. Isabella Swan, sin duda alguna, a pesar de lo mal que nos llevamos hasta hace poco, igual ya significaba algo para mí. Me dolía verla sufrir a ella, me molestó a gran manera el hecho de verla tan cerca de Jacob Black esa mañana, y… sentía la necesidad de permanecer todo el tiempo a su lado. ¿Acaso no era muy rápido el hecho de sentir aquello hacia aquella niña que prácticamente estaba conociendo?... Bella malinterpretó mi silencio y tomó sus propias conjeturas, la ví mirar para el lado, las lagrimas comenzaron a correr por sus mejillas nuevamente.
_ No debí preguntarte eso… ya se lo que piensas de mí… me lo has dejado bastante claro, en muchas ocasiones…
_ Shhhh… -dije poniendo mi dedo índice en su labio, para callarla, mientras le hablé entre dientes-. Cállate, no sabes lo que estoy pensando…
_ ¿Y que es lo que estas pensando, Edward?... –dijo mirándome totalmente confundida, lo sabía, por su seño levemente fruncido-.
_ Por supuesto que puedo llegar a quererte, Bella… más de lo que puedes llegar a imaginarte… -lo solté de golpe y el susto que me llevé al escuchar la voz de mi hermano desde la puerta de la habitación, la cual rompió de golpe la burbuja entre Bella y yo, me hizo ponerme de pies de golpe-.
_ Edward!!... –dijo Emmet y cuando le miré a la cara, le dí gracias a dios que aquello era solo una mirada y no un arma de fuego-.
Sentí que Bella, también se puso de pies, pero Emmet no la miró a ella, solo me estaba mirando a mí. ¿Acaso pretendía intimidarme con su maldita mirada?...
_ ¿Estas bien, Bella?... –dijo mirando a Bella y esta solo movió la cabeza positivamente, yo me giré para mirarla y la noté mas pálida de lo que era de costumbre, Emmet me habló y me vi obligado a apartar mi mirada de Bella para mirarle a él-. Edward… ¿vienes un momento?... Necesito hablar contigo…
_ Claro… -le dije y al verlo salir de la habitación, también salí detrás de él-.
GRACIAS A TODAS AQUELLAS PERSONAS QUE SIGUEN MI HISTORIA, Y A LOS ANONIMOS QUE ME DEJAN SUS LINDOS MENSAJES...
Supongo que Emmet esta algo sacado de onda por la actitud de Edward y ojala no se enoje por sus suposiciones.
ResponderEliminarpor favor no dejes de escribir me encanto mucho esta historia
ResponderEliminarmuy buena la historia, la lei de golpe y me encantoo
ResponderEliminarme encanta¡¡¡
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